En sus aos de arzobispo de Buenos Aires Bergoglio era visto como un enemigo por la Casa Rosada, segn las propias declaraciones del Pontfice
Nstor y Cristina Kirchner presionaron a jueces para que enviaran en 2010 a la crcel a Jorge Bergoglio, que tres aos ms tarde se convertira en el Papa Francisco. No lo dice cualquiera, lo afirm el propio jefe de la Iglesia Catlica en una conversacin con jesuitas hngaros que acaba de conocerse.
“Algunos en el Gobierno queran ‘cortarme la cabeza'”, dijo Francisco en el dilogo difundido por la revista cultural La Civilt Cattolica, fundada en 1850.
En sus aos de arzobispo de Buenos Aires, que coincidieron con los gobiernos de los Kirchner que se iniciaron en 2003, Bergoglio era visto como un enemigo por la Casa Rosada. El religioso criticaba el crecimiento del narcotrfico y de la corrupcin, as como la ley de matrimonio homosexual y el impulso al aborto libre. Fue as que el 13 de marzo de 2013, cuando Bergoglio se convirti en el primer Papa latinoamericano y argentino de la Historia, la reaccin de Cristina Kirchner, por entonces presidente, fue llamativa.
Esa reaccin demor en llegar y fue notablemente fra. Desde el entorno del kirchnerismo se difundi que el nuevo Papa haba sido un activo colaborador de la dictadura militar que rigi el pas entre 1976 y 1983. Pero pronto, ante la evidencia de que no era posible moverlo de la silla de Pedro, Cristina cambi y pas a convertirse en asidua visitante del Vaticano. Francisco se mostraba amable y sonriente con ella, viuda relativamente reciente, y una frase trascenda: “Cuiden a Cristina”.
Pero en 2010 las cosas haban sido diferentes. Bergoglio debi declarar como testigo en el juicio a 18 militares de la Escuela de Mecnica de la Armada (ESMA) por los llamados “vuelos de la muerte”, que consistan en arrojar desde aviones a personas an vivas a las aguas del Ro de la Plata o del mar. Bergoglio era acusado de haber delatado a dos curas jesuitas que trabajaban en barrios populares y simpatizaban con la guerrilla Montonera, cosa que el hoy Papa niega. Ferenc Jlics y Orlando Yorio fueron detenidos y torturados.
La Historia surgi a partir de la pregunta al Papa de un jesuita hngaro, que se interes por lo sucedido a su compatriota en Argentina.
“Jlics fue mi padre espiritual y mi confesor durante los primeros dos aos de teologa. En el barrio en que trabajaba haba una clula guerrillera. Pero los dos jesuitas no tenan nada que ver con ellos: eran pastores, no polticos. Pero fueron hechos prisioneros, siendo inocentes. No encontraron nada con que acusarlos, pero tuvieron que cumplir nueve meses de crcel, sufriendo amenazas y torturas. Luego fueron liberados, pero estas cosas dejan heridas profundas. Jlics vino a verme inmediatamente, y charlamos. Yo le aconsej ir a ver a su madre a Estados Unidos”, dijo el Papa durante la conversacin con jesuitas hngaros el 29 de abril en Budapest.
“La situacin era realmente demasiado incierta y confusa. Despus surgi la leyenda de que haba sido yo el que los haba entregado para que fueran encarcelados. El mes pasado, la Conferencia Episcopal Argentina public dos tomos, de los tres previstos, con todos los documentos relacionados con lo que ocurri entre la Iglesia y los militares. Ah est todo”.
Segn Bergoglio, los Kirchner queran “cortarle la cabeza”. “Sacaron a relucir no tanto este asunto de Jlics, sino que pusieron en duda todo mi modo de actuar durante la dictadura. Entonces, me llamaron a juicio. Me dieron la posibilidad de elegir el lugar en el cual realizar el interrogatorio. Eleg hacerlo en el episcopio. Dur cuatro horas y 10 minutos. Uno de los jueces insista mucho en mi modo de comportarme. Yo siempre respond con la verdad. Pero, para m, la nica pregunta seria y bien fundada, fue la del abogado que perteneca al Partido Comunista. Y gracias a esa pregunta las cosas se aclararon. Al final, se comprob mi inocencia. Pero en ese juicio no se habl casi nada de Jlics, sino de otros casos de personas que haban pedido ayuda”.
Ya en condicin de Papa, Bergoglio recibi la visita de un grupo de argentinos, y entre ellos estaban dos de los jueces de aquel tribunal.
“Lo miraba y lo miraba, y me deca: ‘A este lo conozco’. Me dio un abrazo y se march. Lo volv a ver una vez ms, y se present. Le dije: ‘Merezco ser castigado cien veces, pero no por ese motivo’. Le dije que estuviera en paz con esta historia. S, merezco ser juzgado por mis pecados, pero sobre este punto quiero ser claro. Vino tambin otro de los tres jueces, y me dijo claramente que haban recibido indicaciones del gobierno para condenarme”.
“Pero quiero agregar que cuando Jlics y Yorio fueron apresados por los militares, la situacin que se viva en Argentina era confusa y no estaba para nada claro qu se deba hacer. Yo hice lo que senta que tena que hacer para defenderlos. Fue una situacin muy dolorosa. Jlics era un buen hombre, un hombre de Dios, un hombre que buscaba a Dios, pero fue vctima de un entorno al que no perteneca. l mismo se dio cuenta. Era el entorno de la guerrilla activa en el lugar donde l se desempeaba como capelln. Pero en la documentacin que ha sido publicada en dos tomos, podrn encontrar la verdad sobre este caso”.
Jalics muri en febrero de 2021, a los 93 aos, de una enfermedad coronaria cuando regresaba desde un hospital a un hogar de ancianos en Budapest, Hungra, donde viva desde 2017. Yorio falleci en el ao 2000.
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