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‘Hello dankness’, la delirante y genial pelcula prohibida que no se ver jams en el cine ni en plataformas

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La Berlinale muestra el nuevo trabajo de la pareja de cineastas Soda Jerk, que remezclan pelculas tratndolas como propiedad pblica, convierte a Tom Hanks en protagonista de un tiempo, el nuestro, en el que la realidad ha dejado de existir

Imagen de 'Hello dankness', de Sosa Jerk
Imagen de ‘Hello dankness’, de Sosa Jerk

Todos los que ya tenemos una cierta edad cierta nos acordamos perfectamente de aquella pelcula mtica e inolvidable de los 90 que cay un buen da en nuestras manos en formato VHS y en la que salan prcticamente todos. Fue uno de esos alquileres al azar del desaparecido Blockbuster o nos la pas en vecino del magnetoscopio de doble pletina? S, hablamos de aqulla en la que Annette Bening resultaba ser una fantica de la luego presidenciable Hillary Clinton; Wayne y Garth encarnaban a unos jvenes y sobradamente descerebrados de extrema derecha; Trump apareca por primera vez como actor, y, en un momento dado, un desconocido Valdimir Putin era un remedo triste del mismsimo fantasma de la pera. Y cmo olvidar a Tom Hanks? Hanks, en uno de sus primeros papeles en pantalla, encarnaba nada ms y nada menos que al hermano de Bernie Sanders. Qu risa todo.

Un momento. Eso no ocurri en los 90. La memoria tiene estas cosas. Lo confunde todo. Eso acaba de suceder en la Berlinale en uno de esos milagros que, de tanto en tanto, nos procura un festival de cine. La cultura (llammoslo as) del remix y la reapropiacin tiene en la pareja de cineastas australianas que se refugia en el pseudnimo Soda Jerk a su ms brillante exponente. Quiz profeta. ‘Hello dankness’ es como se llama su nuevo trabajo. Y lo que hace bsicamente es manipular, samplear y volver a dotar de vida a cerca de 300 referencias (o cortes) tanto cinematogrficos como televisivos y 250 clips de audio. No slo de montan de nuevo las imgenes de ‘American beauty’, ‘Barb y Star van a Vista Del Mar’, ‘No matars al vecino’, ‘La red social’, ‘Napoleon Dinamyte’ y tantas otras pelculas desde los 80 a nuestros das reconocibles o no tanto, sino que se manipula la imagen, se altera el sentido y, finalmente, se reconstruye directamente el significado propio de la realidad.

Dicen las directoras que no tienen claro dnde colocar lo que hacen. “Ocupamos un sitio entre el arte, el cine y la desobediencia civil”, comentan entre divertidas y slo visionarias. La pelcula que se contempla contina y ampla lo ya visto en su trabajo anterior, ‘Terror Nullius’, y vuelve a ser el resultado de cuatro aos de minucioso trabajo sujeto a una dinmica que ellas mismas califican de “bucle”. “Escribimos un guin, buscamos los ‘samples‘, intentamos encajar las piezas y, como nunca lo hacen del todo, volvemos a escribir, a buscar, a encajar… As, una y otra vez”, comentan las dos al mismo ritmo, se dira que sincronizadas.

Lo que se ve cuestiona el sentido de todo, especialmente de la propia realidad que pisamos, y lo hace de forma tan precisa y clara que acaba por ser la mejor definicin de nuestro tiempo. La memoria se funde con la certeza de la mentira. Lo verdadero acaba por ser indistinguible de una imagen que es por definicin enteramente ‘fake‘. Si el cine naci como un arte que persegua la realidad hasta en ese aspecto siempre a la fuga que es lo efmero, el movimiento, el tiempo; ahora el cine es un martillo que acaba con el propio concepto de lo dado. Si el cine ha evolucionado hasta eliminar la diferencia entre imagen real y sinttica, Hello dankness lo devuelve a la irrealidad de la simple paradoja.

La cinta abre con un anuncio imposible. De repente, la modelo Kendall Jenner ofrece una Pepsi a un polica a punto de arremeter contra la multitud y todo se soluciona. La paz mundial en el interior de un simple refresco. Todo es, en efecto, mentira. Lo que sigue es la minuciosa narracin de todo lo sucedido en Estados Unidos desde la llegada de Trump al poder. Cuando lo impensable se hizo realidad, lo que qued daado para siempre fue, ya se ha dicho, la propia realidad. Y sobre esa iluminacin avanza una pelcula tan divertida como reveladora, gamberra y precisa al mismo tiempo y en exactamente el mismo plano en el que, por poner el ms disparatado de los ejemplos, el fantasma de la pera seala un retrato de Putin y una cinta de VHS donde se lee la etiqueta ‘Cinta de pis’.

La pareja de cineastas Soda Jerk.
La pareja de cineastas Soda Jerk.BERLINALE

La pelcula (cuyo antecedente ms reconocible pueda ser ‘The Clock’, de Christian Marclay) es sencillamente improyectable. No se puede ver. Y esa caracterstica no es tanto un impedimento como su sentido profundo. Se trata, por definicin y por lo que significara comprar los derechos de las imgenes y gestionar los permisos de las personas pblicas, de una pelcula prohibida. O, ms bonito, cuntica. Est ah, la hemos visto, pero en realidad no sabemos muy bien lo que hemos visto ni si lo que vemos lo vemos por primera vez. Est y no est a la vez. Slo se puede contemplar el lugares como los festivales o en cualquier otro sitio pendiente an de ser inventado y que no es una sala de cine ni una plataforma. Por ello, no es que ‘Hello dankness’ no sea, sino que, mejor, todava no es. En definitiva, viene del futuro para desde los retazos del pasado reformular el propio presente. Es o no un milagro?

Las directoras son tan perfectamente conscientes del prrafo anterior que cuando presentan su pelcula hablan muy bajito. “Las imgenes nos rodea, flotan alrededor de nosotros. Y mutan y se transforman de una manera no controlable, rebelde. La realidad se convierte en imgenes ‘memticas‘”, dice una de ellas. En verdad, no queda claro si dice “mimticas” o, como est escrito, “memticas”. Cuadran las dos, pero la segunda opcin se antoja ms cierta; ms real por simplemente irreal.

Se acuerdan de aquella pelcula de los 90? Pues aunque no lo recuerden la vieron. Es ms, la estn viendo. Y ‘Hello dankness’ est ah para levantar testimonio. Aunque no exista.

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