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‘La desconocida’ protagoniza un cierre del cine espaol en Mlaga brillante, incmodo e irresistible

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El debut de Pablo Maqueda con un Manolo Solo descomunal al lado de la nueva pelcula del chileno Matas Biz y la pera prima, que ya sorprendiera en el Festival de Austin, de Alejandro Rojas y Juan Sebastin Vasquez clausuran un buen festival

El director Pablo Maqueda junto a su equipo durante la presentacin ‘La desconocida’.Jorge ZapataEFE

Es raro que el Festival de Mlaga reserve buena parte de sus mejores pelculas para justo el final; es extrao ese empeo por convertir cada pelcula en una agobiante pasarela de famosos; es casi incompresible el trabajo que se toma el certamen autodenominado del cine espaol en ocultar la seccin oficial, la que cuenta, entre una barahnda de alegres festejos, premieres intrascendentes, presentaciones de series e inauguraciones de piedras. Pero cada uno es como es y va a lo que va. Aunque se entienda poco y hasta mal.

Por alguna razn, en el margen estrecho de dos das, buena parte de las mejores pelculas con las que contaba la competicin han desfilado en rgimen de marcha marcial: desde la premiada en Berln ‘20.000 especies de abejas’, de Estbaliz Urresola, a la hipntica, acutica y ligeramente apocalptica ‘La pecera’, de Glorimar Marrero Snchez, o la febril, encantadora y muy sensual ‘Las hijas’, de Kattia Gonzlez, pasando por las tres (s, tres) que desembarcaron el ltimo da como el que dice a la carrera y sobre la lnea de meta. Es el momento quiz de recordar la psima inauguracin. Pero tampoco se trata de hacer sangre.

Quiz la intencin de los programadores fue evitar al pblico el agrio argumento que gua a las cintas que tuvieron a bien clausurar todo esto. No va con el buen tiempo, debieron pensar. En efecto, las tres ltimas pelculas se ven mejor con el culo al borde del asiento. Y las tres dan mucho fro. ‘La desconocida’, de Pablo Maqueda, adapta una obra de Paco Becerra y trata de eso que en ingls se oculta bajo el nombre de ‘grooming‘ y que no es ms que la prctica del engao pederasta a travs de la red. Y, claro, pica, molesta e irrita. Todo a la vez. ‘El castigo’, del chileno Matas Biz, coloca con sabidura y mucha sangre fra a unos padres ante la situacin de verse desnudos y culpables ante la extraeza, que tambin es pnico, de un hijo que se pierde en el bosque. Y, por ltimo, ‘Upon entry (La llegada)’, la pera prima de la pareja Alejandro Rojas y Juan Sebastin Vasquez, se sita en la aduana de entrada a Estados Unidos para hurgar con una inteligencia desusada en los mecanismos no tan secretos del racismo, el miedo y la simple supervivencia. Digamos que todas duelen. La ltima mata.

‘La desconocida’ tiene en un descomunal Manolo Solo (no lleva tilde, pero debera llevarla sobre cada una de las letras) a su puntal, que tambin es pual. De repente, un actor tan dado a figurar como el primero entre los que vienen despus del primero, es sencillamente un tipo de canta (mal) a Julio Iglesias. Y en la crudeza, malestar y falta de afinacin con que se conduce se antoja definitivamente el primero de todos. La secuencia de presentacin irrumpe en la pantalla como lo acostumbra a hacer una pesadilla a las cinco de la maana. En crudo y sin molestarse en pedir permiso.

Se relata el encuentro de un pederasta con su vctima, una Laia Manzanares que quiz no es lo que parece. Nada es lo que parece porque en efecto el juego que lo dirige todo es el del engao. Nos encontramos en el clido terreno de un cuento de hadas con lobos, caperucitas y bosques impenetrables; un lugar tan perfectamente reconocible que asusta. Desde ah, la pelcula se las arregla para someter al espectador a un delicada y precisa tortura de modales ‘hanekianos‘ que es a la vez ‘thriller‘ tenso y anlisis de costumbres; denuncia y revelacin. La primera ficcin que dirige Maqueda es as una obra tan consciente del mito que habita como conocedora de la tradicin que contina. Sin duda, el principio de mucho.

La actriz Antonia Zigers, durante la presentaci
La actriz Antonia Zigers, durante la presentacin ‘El castigo’.Jorge ZapataEFE

Antonia Zegers, el poder de una actriz

‘El castigo’ se antoja el regreso, si es que alguna vez se alej, a la gloriosa obsesin de Matas Biz por la sincrona de dos cuerpos que se atraen y se repelen con la misma fuerza. El director de ‘En la cama’, ‘La vida de los peces’ o ‘En tu piel’ -todas ellas atravesadas por la herida de una pareja en llamas- propone una situacin que, a su modo, tambin es juego; juego perverso, pero juego al fin.

Una pareja de viaje decide castigar a su muy indomesticable hijo dejndole durante unos minutos solo en mitad de un bosque. El coche sigue, el chaval se queda. El coche vuelve, el cro ya no est. Toda la cinta discurre en el tiempo de bsqueda que lo es en la misma medida de desesperacin, agobio y resentimiento. La pelcula se entretiene en moldear la propia experiencia del tiempo de espera con una sabidura tan agria como perfectamente reconocible por cualquier padre. Y por cualquier hijo. El resultado es un diminuto prodigio con una actriz, Antonia Zegers, muy cerca de la ms incmoda e irresistible de las perfecciones (e iran dos).

Alberto Ammann y Bruna Cus
Alberto Ammann y Bruna Cus en un momento de ‘Upon entry (la llegada)’.

Un agobio perfecto

Por ltimo, quedara ‘Upon entry (la llegada)’ para componer una perfecta triloga de la incomodidad. Alberto Ammann y Bruna Cus son una pareja -venezolano l, espaol ella- dispuesta a empezar eso que se da en llamar nueva vida (que es como la antigua, pero separada por una mudanza) en Estados Unidos. Toda la cinta de Alejandro Rojas y Juan Sebastin Vasquez, que ya sorprendiera en el Festival de Austin, discurre de interrogatorio en interrogatorio en las oficinas de la aduana americana en una suerte de muy atinada actualizacin de ‘El proceso’. Lo que para Kafka quera ser entre otras muchas cosas metfora de la eliminacin del individuo (austrohngaro o no), ahora es ms bien simple humillacin del austrohngaro (individuo o no). Solo eso.

La pelcula crece de la mano de unas interpretaciones tan pautadas y medidas (ya sumamos cuatro) como el propio ritmo impecable e implacable de una cinta que se esfuerza en erigir, y lo logra, un monumento a la claustrofobia. Agobia hasta el sudor cada segundo. No hay forma de contradecir ni uno solo de los planos de este diamante transparente, duro y perfecto. Todas hieren, la ltima mata.

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