A Eva Orúe (Zaragoza, 1962) se le conoce, entre otras cosas, por ser la primera mujer en 90 años en ponerse al frente de la Feria del Libro de Madrid. Periodista de profesión, llegó al cargo pocos meses antes de lo que sería la edición del reencuentro, cuando la pandemia tocaba a su fin y los aforos dejaban de ahogarnos.
Sólo le dio tiempo a algún pequeño cambio «estético», pero en ellos se intuyó el camino que quería seguir. Orúe pretende hacer de la Feria un lugar más amable, busca en la sostenibilidad el camino para sobrevivir, para no tener que salir nunca del Retiro y para que el parque no note el mes que lo ocupan.
Dice que ella es ajena al glamour de la feria. Que mira con temor cómo crecen los árboles en primavera porque son ellos los que les dan o quitan metros, los que recortan el número de casetas. También que todos son bienvenidos, que nadie llega a Kant sin pasar por sagas juveniles, que ve positivo que los influencers llenen de colas el Retiro porque sin ellos nos costará más tener lectores en un futuro.
Esta edición ha querido que vengan los que no suelen hacerlo. Con ‘El vaivén de la feria’ ha ido a visitar a todos aquellos que nunca habían puesto un pie entre las casetas para contarles lo que hay y para que le devuelvan la visita. También ha cambiado el centro para que deje de ser sólo «el lugar de los puestos de bebidas y helados» y se convierta en el corazón de esta edición.
Pregunta.- Desde hace varias ediciones los influencers, youtubers e ídolos juveniles son los que más público atraen y también los más criticados. Leí que el año pasado tembló al leer los nombres de los que venían a firmar a la Feria.
Respuesta.- Tuvimos colas de 4.000 personas… Es un viejo debate que tiene que ver también con la naturaleza de la Feria: no es la del endecasílabo ni la de la prosa poética ni del ensayo, es la Feria del Libro y el libro es una bonita caja con páginas en la que cabe todo, incluso influencers, youtubers, deportistas, políticos o presentadores de televisión. Hay gente que escribe libros, gente que firma libros y se los escriben otros… Pero todos ellos trabajan para la industria editorial. En ocasiones digo aquello que dicen los actores cuando les preguntan que por qué han hecho una película comercial tan mala, pues porque hacerla les permite hacer otra muy buena.
Este es un sector que, como todos, busca sus equilibrios. Hay determinados libros que los amantes de la literatura no aprecian y que encuentran editoriales porque venden tanto que a esas firmas les permite luego publicar libros más «literarios» y que no les dan beneficios. Y eso pasa también en las librerías.
¿Echamos a toda esa gente? Mi opinión es que no, por varias razones. Primero, porque nos consta que gente joven lee determinados libros que nosotros los mayores despreciamos y que en algún momento dan el salto. Cuando tú o yo empezamos a leer tampoco leíamos libros de Kant, vamos es que no me los leo ni ahora. Leíamos El Quijote en versión reducida e ilustrada o Los tres investigadores. Entramos al mundo de la lectura por donde entramos y si de cada 100 que están allí, 10 pasan a la lectura más seria, creo que hemos hecho un gran trabajo.
P.- Son ellos los que han conseguido unos datos de lectura entre los más jóvenes que no ha conseguido el ministerio de Educación ni las distintas leyes educativas. Son los que más leen.
R.- Tengo un sobrino de 16 años, hace dos años en Navidad me dijo que le habían mandado para leer en vacaciones Historia de una escalera, de Buero Vallejo. Pensé: «¿Cómo vas a fomentar la lectura en un crío de 14 años haciéndole leer una obra de teatro de los años 50?». A mi no me parece una manera normal y tampoco recuerdo que yo leyera con entusiasmo en el colegio Los milagros de nuestra señora, de Berceo. Era un rollo, nos parecía espantoso.
Los jóvenes están todo el día con tablets, con ordenadores, con el teléfono y cuando cogen un libro en papel es exótico para ellos»
Estos influencers tienen una ventaja enorme y es que publican libros. Libros, no blogs. Muchos de ellos llegan a la literatura a través de blogs, lo sé, pero libros en papel. Esto lo que hace es que los críos compren libros en papel y como muchos de ellos forman parte de series no compran uno, compran la serie completa. Tienen un comportamiento lector que es bastante distinto al nuestro. Estas sagas han hecho mucho por la lectura porque cuando funcionan bien, como Harry Potter, te compras el primero, luego el segundo y hasta el séptimo. Eso no hay que despreciarlo. Tengo una amiga que es profesora de Literatura y dice que para los jóvenes leer en papel es una experiencia sensorial diferente. Están todo el día con tablets, con ordenadores, con el teléfono y cuando cogen un libro en papel es exótico para ellos. Eso está bien.
Además, los géneros que les gustan son ilustrados y eso en las tablets todavía no funciona bien. El manga, el cómic… Todo eso es papel. Así que todo se ha juntado en una especie de tormenta perfecta para hacer que los niños y los adolescentes sean los que más leen. ¿Cuál es nuestra tarea? Conseguir que cuando lleguen a una determinada edad no dejen hacerlo.
De todas maneras, la pelea es brutal. Cuando yo era pequeña la televisión acababa a las 5 y media de la tarde y ya no tenías nada que hacer, así que tu única diversión era leer o escuchar música, el que tuviera un cassette. Ahora ellos tienen 200.000 opciones, es una batalla feroz por captar su atención. De momento la industria del libro lo está consiguiendo y creo que hay que felicitarse por ello.
P.- Más del 50% de los españoles lee una vez a la semana o eso han asegurado cuando les han preguntado para el barómetro de lectura del ministerio de Cultura. ¿Lee el 50% de los españoles una vez a la semana?
R.- ¿Vemos todos la 2? (Ríe) Creo que nunca hemos leído tanto. ¿Libros? Yo creo que no pero es verdad que estamos todo el día leyendo. Yo me paso el día leyendo documentos oficiales, papeles, a veces llegó a casa y digo: «Lo último que quiero es ponerme con algo aquí delante y seguir leyendo, estoy hasta el moño».
Entonces, ¿qué es lo que leemos? No lo sé. ¿Miente la gente? Pues no lo sé. Este no es un país lector, nos diferenciamos mucho en ese sentido de los países de nuestro entorno. Leemos mucho menos pero hemos leído siempre mucho menos.
La única nota positiva es que cada vez leemos más, un poquito más y en unos tiempos en los que la lectura tiene tanta competencia no deja de ser una buena noticia. Creo que no hay que dejar de trabajar nunca por el fomento de la lectura porque, además de ser un placer, proporciona unas herramientas que el mundo actual nos va quitando poco a poco. A diferencia de otras industrias culturales, el libro requiere concentración. Puedes ver una serie en compañía y comentando, te puedes levantar al baño en la mitad y volver, o ir a la cocina y volver. Un libro requiere otro tipo de actitud.
Además, leer te ayuda a mejorar tu comprensión lectora y eso ayuda a entender la letra pequeña de las hipotecas. Si no leemos textos complejos no entendemos textos complejos y nuestra vida está llena de textos complejos no necesariamente literarios. Es decir, concentración y comprensión lectora es fundamental para desempeñarse en esta vida y creo que la lectura placentera te da esas herramientas para enfrentarse a según qué circunstancias.
P.- ¿Molestan más que ayudan los políticos cuando vienen a la Feria?
R.- Hay dos tipos de políticos en la Feria. Los que vienen a firmar y los que vienen a pasear. El año pasado estuvo Rajoy y estaba como alucinado de la cantidad de gente que se le acercó para que le firmará el libro y para hacerse fotos.
Luego están los políticos que pasean. En general, en mi pobre experiencia, avisan antes de venir para no generar ningún tipo de problema y en algunas ocasiones te dicen qué libros les interesan para que les digas dónde pueden encontrarlos. En otras ocasiones tienen las ideas clarísimas de adonde quieren ir. El año pasado estuvo la vicepresidenta Calviño, que vino con su padre, con José María, que fue director de RTVE, e iban comprando libros para su madre, para amigos, e iban con las ideas muy claras de lo que querían.
Los políticos, que son ciudadanos, tienen que ir al cine, al teatro, a conciertos y tienen que venir a la Feria porque tienen que dar ejemplo»
Agradezco mucho que vengan. Hay gente que los crítica, en las redes los brean, y yo considero que tienen que venir. De hecho, creo que vienen poco a esta feria y a otras, a esta manifestación cultural y a todas. Los políticos, que son ciudadanos, tienen que ir al cine, al teatro, a conciertos de música… Bueno a los conciertos sí van, y tienen que venir a la Feria porque tienen que dar ejemplo y porque son ciudadanos a los que se les supone un nivel cultural alto y por lo tanto las librerías son su lugar natural o deberían serlo. Hace bien ver a un político aquí, tienen que estar aquí. A mi me gusta mucho cuando sacan la visa y gastan dinero.
P.- ¿Los Reyes cuando vienen sacan la visa y gastan dinero?
R.- A la Reina se le regalan los libros. Pero fíjate, el año pasado en mi primera Feria y mi primera Reina me pareció todo muy llamativo porque Zarzuela nos pidió una lista de posibles visitas a pequeñas librerías, editoriales, pabellón infantil y ella se paraba también en otros sitios porque simplemente le llamaban la atención los libros. Me gustaron las conversaciones que mantuvo con libreros y editores, bastante interesantes. Hubo una con un librero que le dijo: «Conozco tu librería», y el otro le dijo: «Pues no te he visto nunca», y ella le contestó: «Es que no siempre voy así». Me hizo mucha gracia porque aunque creo que se la identifica incluso en vaqueros tenía razón en que tiene una vida privada en la que va al cine, va a las librerías… Y eso está bien.
La presencia de la Reina además de que le da un bombo indiscutible a la Feria nos permite entrar en sitios donde no entraríamos por méritos propios, como las revistas de corazón, aunque se fijen más en sus sandalias que en los libros que lee pero todos reproducen luego la lista de los libros que le han regalado y eso repercute luego en las ventas.
P.- ¿Echa en falta a alguien?
R.- Cuando lleve alguna más te diré porque el año pasado hubo gente que no vino por razones justificadas y espero que vengan este. El ministro de Cultura el año pasado no pudo venir a la inauguración porque estaba fuera de España y luego vino y se paseó e incluso Iceta hizo un haiku en un concurso que teníamos.
P.- Dice que casi no le dio a tiempo a nada en la edición anterior. ¿Qué quiso hacer que se le quedó pendiente?
R.- Todo pendiente, me incorporé en enero y la Feria es en mayo pero a la altura de Semana Santa debemos de tenerlo todo cerrado. Tuvimos que montar en tres meses una feria que normalmente se monta en nueve así que lo que hicimos fue sacarla adelante y te aseguro que fue trabajo suficiente.
Hicimos algún pequeño cambio, casi me atrevería a decir que estético como quitar la megafonía o eliminar los planos. Digo estético y no es exactamente verdad porque se trata de decisiones que van en una línea, que es la de mejorar la sostenibilidad de la Feria en un espacio como el del Retiro.
Fue lo que pudimos hacer para enseñar la patita, cambiamos también la forma en la que se organizaron las actividades en el centro de la Feria, en los pabellones, empezamos a reorientarla y en la edición de este año lo que la pasada apuntábamos pues lo hemos concretado.
P.- Su nombramiento fue el primero que se hizo en un proceso abierto, antes lo nombraba directamente el Gremio de Librerías. Cuéntenos en qué consiste.
R.- En 2021 la fecha de la Feria cambió y se celebró en septiembre. Coincidió que el director de entonces se jubilaba y el proceso para cambiarlo se abrió justo cuando acabó esa edición, es decir, más tarde de lo habitual. A diferencia de lo hecho hasta entonces, que lo nombraba el Gremio de Librerías, pensaron que sería buena idea abrir el proceso a quien quisiera presentarse y nos presentamos 16.
De los 16 que presentamos nuestra candidatura, algunas ideas y algo parecido a avales pasamos a una segunda ronda 5 y allí la selección se hizo por entrevistas. Me entrevistaron durante una hora y a los pocos días me dijeron que era yo la elegida. Todavía había que cerrar algunos flecos y el nombramiento se hizo oficial el 15 de diciembre del 2021 y empecé a trabajar el 3 de enero de 2022.
P.- Durante semanas se habló de su nombramiento refiriéndose a cuotas, dijeron que le benefició ser mujer.
R.- Probablemente fuera necesario que esta vez fuera una mujer. A mi no me supone ningún problema pensar que ser mujer afectó a mi nombramiento, como en ningún momento a los hombres anteriores les supuso un problema ser elegidos por ser hombres.
Lo que aportamos los que llegamos a los puestos es una perspectiva distinta a la de nuestros antecesores. Si yo en vez de ser mujer fuera hombre procedente de América Latina pues seguramente mi posicionamiento fuera distinto y si fuera mujer procedente de África, pues mi punto de vista sería otro. ¿Qué es lo que haces? No es tanto eliminar cosas que se realizan ya como ver huecos o ver perspectivas que quizás mi antecesor no contempló nunca, pero esa es una cuestión de biografía, no solamente de sexo.
P.- ¿Qué huecos ha encontrado y cómo los llena en esta edición?
R.- La Feria se celebra en el Retiro pero deja de celebrarse sólo en el Retiro gracias al streaming y porque tenemos mucho seguimiento en América Latina por lectores, autores, ahora llegamos a muchos sitios a los que antes era impensable.
Luego hay cambios que podemos hacer siempre pensando que la Feria es una feria comercial y popular y siempre pensando que estamos en el Retiro, que es un espacio que nos limita mucho -y estamos encantados de estar aquí y de vernos limitados-, pero en el que vamos a intentar cambiar la manera de circular.
Desde que empezamos a pensar en ella me han repetido 100.000 veces una frase de Ramón y Cajal que yo misma había dicho ya: «Al carro de la Cultura española le falta la rueda de la Ciencia»
La gente normalmente entra por una puerta, se va hasta el fondo, como dicen en mi tierra “toca chufa”, y vuelve a salir. Lo que queremos es que la gente serpentee por la Feria un poco más y para ello este año el centro va a ser diferente. Lo hemos hecho en colaboración con los que pasan a ocupar este espacio, ha sido todo fruto de una larga negociación, de la idea de pensar que quizás las casetas no tienen que ser todas iguales, las del centro van a ser diferentes y se trata de que no sea simplemente el lugar donde están los pabellones de actividades y algunas casetas que ofrecen bebidas y helados sino que se trata de que el protagonista sea también libro y creo que este año lo vamos a conseguir.
Volvemos otra vez en esta edición a no tener país invitado, la Ciencia es nuestro país invitado, nuestro tema vertebrador. Creo sinceramente que para una feria como la nuestra no es obligatorio, hay ferias donde se venden derechos como Frankfurt o Guadalajara y allí el país invitado potencia y aprovecha para hacer una gran labor de promoción editorial, pero en la FLM las cosas son diferentes.
Además hemos observado, tanto el año pasado como este, que los países vienen a nosotros sin necesidad de tener una etiqueta. El año pasado vino la Comisión Europea, 17 países invitados, este año vuelve y además hay países que van a tener su propio stand. Andorra, por ejemplo, Portugal, Rumanía y Países Nórdicos, que ya son un clásico. Es decir, hay países que quieren estar pero que quizás no necesitan la gran parafernalia del país invitado. Entonces, este año prácticamente todas las actividades que ofrecemos serán en torno a la Ciencia, los autores científicos…
P.- ¿Por qué la Ciencia?
R.- Desde que empezamos a pensar en ella me han repetido 100.000 veces una frase de Ramón y Cajal que yo misma había dicho ya: «Al carro de la Cultura española le falta la rueda de la Ciencia». En la Feria siempre ha habido Ciencia y siempre se han vendido libros y siempre hemos hecho actividades relacionadas, pero nunca ha sido protagonista. Creo que además, aunque nuestra decisión estaba tomada desde el año pasado, hemos venido a sumarnos a una especie de ola. Es decir, sin quererlo, distintas instituciones hemos coincidido y eso quiere decir que somos todos conscientes de que aquí hay un hueco.
Yo que soy periodista de formación, que es tanto como decir que no soy nada, acostumbro a hacer el chiste que hacemos tantas veces todos: «A mi no me expliques eso que yo soy de letras», y eso es un drama en realidad. Mi pareja que es médico, me dice: «¿Tú sabes donde tienes el hígado? Pues eso es tan de ignorantes como no haber leído El Quijote«. Bueno, pues algo de razón tiene.
De entrada va a haber una zona central donde van a estar el CSIC y las universidades y un objeto que no puedo desvelar en este momento pero que espero que atraiga a mucha gente y luego las actividades en el pabellón infantil y en el oficial de CaixaBank van a estar casi todas dedicadas a la Ciencia.
P.- Hablas siempre de la sostenibilidad, de cuidar el parque. Hace no mucho se puso sobre la mesa sacar la Feria del Retiro. ¿Qué supondría?
R.- Eso supondría matarla. Fuera del Retiro la Feria muere o como mínimo muta tanto que no es ella. En unos pabellones como Ifema se convierte en otra cosa porque la gente viene aquí a comprar libros, a ver a los autores pero también a pasear. Nosotros no cortamos calles, no podemos, estamos en vía pública. La Feria de Madrid, como prácticamente todas las ferias del libro en España que son muy parecidas, no tiene una entrada, tienen 100.000, todas las del Retiro.
No podemos cortar los caminos, la gente la atraviesa para ir a trabajar, para ir al estanque, para ir a su casa, para lo que sea. Entonces esta idea de que hay libros y paseamos entre libros es una idea poderosísima. Habrá gente que pensará: «Pues menuda tontería». Pues no. España es uno de los países donde menos gente entra en bibliotecas y en librerías.
P.- Y Madrid una de las ciudades en las que menos.
R.- Efectivamente. La idea es tan simple como necesaria y poderosa: «La gente pasea entre libros». Esto supone un riesgo, que tengamos una feria llena de visitantes donde nadie se interese por los libros y que nadie se acerque a hojearlos. Nuestro trabajo es buscar el equilibrio, el nuestro y el de los expositores que no vienen a colocar sus cosas y a quedarse sentados esperando. Aquí hay gente que se lo curra en las casetas, no solamente convoca autores para que firmen sino que tienen iniciativas. Trabajan para que su caseta, su colección, sus libros sean atractivos. Pero no puedes echar ni renunciar a aquellos que quieren venir solamente a darse una vuelta. Y eso es el Retiro.
P.- Cuando le nombraron aseguró que quería atraer a todos aquellos madrileños que se habían sentido excluidos. ¿Quiénes son esos madrileños?
R.- Cuando ves la Feria entre semana, cuando vienen los colegios, ves que vienen niños de todas las procedencias y esa diversidad por las tardes y el fin de semana no la tienes, se difumina. Eso quiere decir que hay comunidades que tienen procedencia extranjera que no se sienten llamados a venir.
La Feria es una fecha que los madrileños y los que llevamos aquí mucho tiempo tenemos marcada en el calendario, la primavera empieza cuando lo dicen unos grandes almacenes y el verano con la Feria. Pero hay mucha gente que vive aquí pero que quizás no nacieron en este país, no les gusta leer o su idioma original no es el castellano y creen que aquí no hay nada para ellos. A estas comunidades queremos enseñarles la Feria.
Para eso hemos comenzado con una iniciativa que está funcionando muy bien y que se llama El vaivén de la Feria, que tiene una filosofía extraordinariamente sencilla: la Feria va a los sitios para que la gente a la que visitamos luego venga a visitarnos.
Hemos estado con niños en riesgo de exclusión, con una banda de música de niños, en un centro de mayores que trabaja con poesía… Y luego ellos vienen a devolvernos la visita. La primera experiencia fue alucinante porque estábamos con 25 niños que viven a 20 kilómetros de Madrid. Les preguntamos que cuántos habían visitado el Retiro, dos levantaron la mano, luego cuántos sabían qué era la Feria, ninguno, que no tienen que saberlo pero te hace pensar que si niños a 20 kilómetros todavía no han visitado el Retiro y no conocen la Feria pues que todavía hay una opción.
P.- En está edición, como en la anterior, habéis vuelto a tener un conflicto público con algunas de las pequeñas editoriales que acuden a la Feria.
R.- El año pasado nos apañamos bastante bien porque los grandes editores aceptaron ir a casetas de tres metros, en vez de ir en casetas de cuatro metros. Pero el año pasado fue una feria excepcional porque permitía que después de dos años raros todo el mundo volviera al Retiro por lo que hubo muchísima generosidad. Siguiendo estrictamente las normas, editoriales que entraron en la Feria el año pasado no deberían haber estado porque una de las cosas que se piden es que las editoriales publiquen un número de libros al año y hubo muchas que en tiempo de pandemia no pudieron publicar ninguno.
Algunas editoriales que el año pasado no podían estar, este año se han recuperado y ahora sí que pueden. Y nos alegra muchísimo»
Aplicando estrictamente el reglamento podríamos haberles dicho: «No vengáis», pero pensamos que no era lo lógico. Entonces los editores, todos, fueron a casetas de tres metros, y nosotros aceptamos a todas las editoriales que quisieron entrar porque pensamos que para muchas era una opción de recuperación. Si estaban en la Feria y enseñaban su catálogo y podían vender, recuperarían la actividad que habían tenido en la pandemia. De hecho, algunas que el año pasado no podían estar, este año se han recuperado y ahora sí que pueden. Y nos alegra muchísimo.
P.- Pero este año se ha cambiado el reglamento, ¿no?
R.- Efectivamente, este año se ha cambiado el reglamento porque tenemos un espacio limitado y un número creciente de peticiones de participación. Lamentablemente, el único criterio que se nos ha ocurrido fue el objetivo de número de títulos vivos en catálogo. Algunas nos dicen: «Tenéis que valorar la calidad de los libros». ¿Cómo vamos a valorar la calidad de 600 editoriales? Por no hablar de que en la Feria del Libro no solamente se publican libros de literatura sino de autoayuda, infantiles, de viajes… ¿Cuál es el criterio de calidad? Es imposible.
Otros nos dicen: «Tenéis que primar a los editores de Madrid». ¿Por qué? Igual que las librerías son solo de la Comunidad de Madrid, los editores son de todas España y a los que no son de Madrid ese criterio no les parece bien. Es muy difícil pero lo cierto es que tenemos un sector editorial en el que hay editoriales micro y macro y todas están en la Feria. Acomodar a todas esas editoriales atendiendo a sus características concretas es extraordinariamente difícil, con el añadido que este año los editores nos pidieron que volviéramos a la fórmula tradicional: casetas de cuatro metros para unos y de tres metros para otros.
Todo este rollo que te estoy metiendo, y que al visitante habitual de la Feria le interesa poco, tiene una consecuencia práctica al inicio del proceso y otra al final. Nosotros empezamos a organizar la Feria sin saber ni cuánta gente va a participar ni cuántas casetas vamos a tener.
Lo segundo que pasa es que cuando recibimos las peticiones no sabemos a qué tipo de peticiones hacemos frente. En la edición de 2023 la editorial más pequeña con presencia en caseta tiene 26 títulos vivos en catálogo y la más grande sin entrar en grandes grupos puede rondar los 3.000.
Entonces, lo intentamos. Seguramente hemos cometido muchos errores, seguramente el reglamento se puede perfeccionar, seguramente todo, pero lo único que yo pido es que nadie ponga en duda la voluntad de la dirección de la Feria, que no hace otra cosa que explicar y aplicar un reglamento que vota la comisión organizadora en la que están editores, distribuidores y libreros y en el que la dirección tiene voz pero no tiene voto. Lo único que hace la dirección es intentar que todos lo que quieren participar estén dentro. Este año en lo que a pequeñas editoriales se refiere, solo se ha quedado fuera una editorial y ha sido por voluntad propia y se han quedado fuera algunas otras porque no cumplían el reglamento.
P.- Las editoriales pequeñas hablan de grandes grupos saturando el mercado, la Feria y los medios.
R.- La tarea de la Feria no es diseñar el mundo editorial, no está en mis manos en 17 días. Nosotros lo que hacemos es dar a los grandes grupos un espacio infinitamente más pequeño del que tienen en la vida real y dar a las pequeñas una oportunidad que sinceramente creo que necesitan pero no porque les vengamos a salvar si no porque tienen catálogos valiosos que merece la pena que el público conozca.
Los grandes grupos que en este país, según el criterio de la Feria, son aquellos que facturan más de 18 millones de euros anuales y son tres: Penguin Random House, Planeta y Anaya. En la Feria tienen una presencia del 5,8% si contamos todo el espacio y si contamos solo editoriales, el 8%. En la vida real su presencia supera con creces el 50%, es decir, les pedimos y ellos aceptan ir en un formato mucho más pequeño. Si pidieran las casetas que les corresponden por número de títulos se comerían la Feria y obviamente no es ni su deseo ni el nuestro. Lo que sí que hay es una especie de escala, a partir del grupo más grande empezamos una escala descendente que nos lleva a que una editorial de 26 títulos esté dentro.
Respecto al mercado editorial, pues puedo pensar que aquí se publican demasiados títulos o no o que lo que se publica es bazofia o es todo maravilloso pero es una opinión personal y en este sentido no importa. Los editores si consideran, o algunos de ellos, que el mundo editorial no funciona pues tendrán que pelear por cambiarlo pero es su parte, yo ahí no puedo entrar, ni en las normas ni en el gremio.
P.- ¿Qué diferencia una caseta que vale 1.700 euros de una de 3.000? Porque no depende sólo de los metros ni mucho menos de la ubicación y mucha gente habla de que todo es por lo que se paga por caseta.
R.- Se paga en función de quién eres. Los libreros, que son los titulares de la Feria, pagan una cantidad, los editores de Madrid pagan otra, los de fuera de Madrid, otra, los distribuidores y las instituciones, otra. Depende de los metros también. Ese dinero lo que hace es pagar la caseta, la seguridad que es una partida impresionante, la limpieza y otros gastos como el Wifi, o la ambulancia… Hay un montón de cosas que hay que pagar. Es decir, los expositores cuando pagan no sólo pagan por la caseta y el servicio técnico sino que pagan por todos los servicios que necesita la Feria.
P.- ¿Cuánto aportan el Ayuntamiento y la Comunidad?
R.- Recibimos una subvención nominativa de 66.000 euros del Ayuntamiento de Madrid y además nos cede cosas a las que no pone precio pero que son fundamentales, como el Retiro. También esta biblioteca en la que estamos (la Biblioteca Eugenio Trías) que la ocupamos con actos de la Feria y este año vamos a hacer algunas cosas en los pabellones de Cecilio Rodríguez y todo esto nos lo cede sin cobrarnos. La Comunidad de Madrid da una subvención que creo que es de 110.000 euros al Gremio de Librerías, de los cuales para la Feria del Libro de Madrid son 85.000 euros.
Estas son las subvenciones públicas que recibimos. Luego el ministerio de Cultura si tenemos proyectos que pueden interesarle y nos presentamos a la concesión de ayudas pues podemos acceder. Pero aquí el dinero básicamente sale de los expositores y de los patrocinios.
P.- ¿Cuánto y qué lee la directora de la FLM?
R.- La directora de la Feria del Libro es peor lectora que su hermana, por ejemplo. Soy poco sistemática, me gustan los libros que me llevan a libros o las circunstancias que me llevan a libros. Cuando voy de viaje me gusta leer novelas sobre esos lugares. Por ejemplo, hace muchos años descubrí a Rosario Castellanos y me pasé todo mi viaje a San Juan Chamula leyéndola. Y de pronto hay libros que te llevan a otros, y de pronto hay días que no leo o semanas que no leo libros porque de verdad estoy cansada y necesitada de otros estímulos visuales.
Me ha costado dejar un libro si no me gustaba pero lo he conseguido. Del mismo modo que antes no hacía 2 o 3 libros a la vez y ahora sí que los hago. No hay que ser obsesivo con las cifras de lectura, hay que ser persistente en el hecho de que leer está bien y que la literatura te acompaña en la vida. No bato ningún récord de libros leídos durante el año.