Yo no sé qué haría Podemos si sale del Gobierno, volver con chubasquero a las plazas, o a esos campus sólo con literatura cirílica de váter, o a las pirámides de botellines como monumentos soviéticos al obrero pero sin obreros. La verdad es que Podemos ahora sólo es ese rinconcito que tiene en el Gobierno, un rinconcito como el de los chiquillos en las bodas, con sus ministerios de juguete, su atril como una trona y el escudo oficial como un babero con oso panda. Desde allí protestan o callan, mirando avioncitos de potito o algo así, pero nadie les presta ya mucha atención. Podemos no tiene otra cosa más que estar en el Gobierno, un poco como se tiene que estar en cama, descalabrado o moribundo. Está desapareciendo de los parlamentos y de la agenda política, sus líderes oficiales ya no se sabe ni quiénes son y sus líderes oficiosos son eméritos con cojera y aguardiente de emérito, dedicados como a mirar obras desde unas barandillas mediáticas con rebaba gruesa de palomar. Se podrán ir del Gobierno, pero dudo que vayan a ninguna parte después, salvo a hacer de trol o a prepararse unas oposiciones con el termo lleno del caldo de los tristes.
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