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Salvador Segu, la muerte olvidada de un hombre bueno

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El hombre que uni a los trabajadores de Barcelona, los apart en lo posible de la lucha armada y logr sus mayores xitos sindicales muri hace un siglo, asesinado en una esquina del Raval en un tiroteo

El asesinato de Salvador Segu, en La Campana de Gracia.

La noticia corri como la plvora en el Raval. Sbado 10 de marzo de 1923 en una Barcelona convulsa. En la esquina de la calle Cadena con San Rafael, unos pistoleros acababan de tirotear al lder sindicalista Salvador Segu, fallecido de un disparo en la sien, fulminante. A su lado, el reguero de sangre llevaba a otro futuro cadver, el cuerpo herido de Francesc Comas, fallecido tres das ms tarde en el Hospital Clnico. Fue la penltima vctima del pistolerismo.

A esa hora, hacia las 19:45, el periodista Domnec de Bellmunt mataba el tiempo en la redaccin de La Veu de Catalunya cuando crey escuchar disparos en la lejana. Quiz record el adagio de otro periodista joven, Josep Pla, que deca que las crnicas deban buscarse al aire libre, donde ocurran los hechos. Dicho y hecho. Sali a la Rambla, corri 300 metros y hall el escenario del crimen revuelto y ya de recogida, porque el cuerpo haba sido trasladado a la morgue.

El funeral de Salvador Segu se celebr a escondidas pocos das ms tarde. Las fuerzas del orden, acostumbradas a la violencia desde 1917, se preocuparon ms por contener la indignacin de la multitud en las exequias de Comas, llamado a ser el sustituto del gran cado, uno de esos hombres oscurecidos por la amnesia crnica para con la Historia en nuestro pas.

Nacido en Lleida en 1887, Segu fue uno de esos hijos de la primera oleada migratoria a Barcelona, cuando muchos trabajadores hicieron sus maletas para trabajar en la Exposicin Universal de 1888, debut de las ambiciones cosmopolitas de la ciudad.Barcelona tocaba su cielo y, a la vez, se pona punto de caramelo para vivir un pequeo infierno en forma de lucha de clases y atentados terroristas. La banda llamada Propaganda por el Hecho ejecut al General Martnez Campos en septiembre de 1893, puso la bomba del Liceo en noviembre del mismo ao y la del Corpus en junio de 1896, desencadenante de una terrible ola de represin contra los “elementos subversivos”.

Todas estas lecciones debieron impactar en Segu, nio precoz, afamado lector de libros sobre la Revolucin Francesa y dueo de un incomparable pico de oro. Con 15 aos debi de intuir su destino al participar en la Huelga General de 1902, un bautizo de fuego que poco a poco se transform en discurso, en un sistema de ideas basado en la organizacin y el dilogo.

Segu estuvo presente en la fundacin de la CNT en el desaparecido Palacio de Bellas Artes, en 1910. El sindicato era la medida que habra de contrarrestar la algarada veraniega de la Semana Trgica. Si unos apostaban por la quema, otros se enfocaran en la labor sindical, mucho ms prctica para resolver los acuciantes problemas del proletariado.

La excepcionalidad industrial catalana hizo de Barcelona un sensacional foco revolucionario. Los obstculos para los trabajadores en lucha eran numerosos, desde la colaboracin del incipiente catalanismo con el poder conservador hasta las intromisiones de Alejandro Lerroux, a priori aliado de los ms desfavorecidos desde su demagogia populista. En realidad su papel fue ms bien el de un dique de contencin entre esos dos bloques enemigos del orden establecido.

La fortuna cambi para los trabajadores con la Primera Guerra Mundial. Catalua se hizo fuerte en la neutralidad espaola. Muchos empresarios se enriquecieron sin repercutir su bonanza en los asalariados. La entrada de EEUU en el conflicto, en 1917 abri una crisis mltiple entre el levantamiento de quintas, la revuelta parlamentaria y la huelga de agosto convocada al unsono por la CNT y la UGT. Su saldo, miles de detenciones y 71 muertes en toda Espaa, hizo pensar a Segu en un giro copernicano para el obrerismo, refrendado en enero de 1918 en el Congreso Regional de la Confederacin en Sants. Segu, pintor de paredes, convenci a sus compaeros para que se unieran a sus colegas en sindicatos nicos que plantaran cara a los empresarios.

La nueva estrategia debut en enero de 1919, en la empresa de electricidad La Canadiense, la de las emblemticas tres chimeneas del Paralelo, que acababa de despedir a 10 empleados. La CNT aplic el modelo de Segu del sindicato nico y, al cabo de un mes, Barcelona estuvo a oscuras. La huelga dur 44 das y termin con el logro de la jornada de ocho horas, la reincorporacin de los trabajadores despedidos, la recuperacin de las mensualidades y la liberacin de los presos, excepto los pendientes de juicio.

Era una victoria sin parangn, pero muchos pensaban en Rusia y queran ms. Segu los hizo entrar en razn en un mitin en la Plaza de Las Arenas. Era mejor aceptar la ganancia y prepararse para la revolucin del maana. El Noi del Sucre, as llamado por su aficin a comerse los terrones del caf, seren a los suyos pese a las iniciales reticencias. Slo durante unos das.

Desde 1917 se haba normalizado el pistolerismo en las calles de Barcelona. El perodo, quiz por ser tan negro, ha sido poco estudiado. Hasta el pronunciamiento de Miguel Primo de Rivera de septiembre de 1923, murieron ms de 200 personas en una guerra civil urbana entre los obreros de la CNT y los del Sindicato Libre, un invento manipulador de la patronal.

Esta conflagracin tena todo el apoyo de las altas instancias, que promovieron leyes como la de fugas, perfecta para liberar a los reos y luego ejecutarlos por sorpresa, y emplearon de espas alemanes como sicarios. Segu saba que estaba en el punto de mira y que era un incomprendido entre parte de la izquierda, mal documentada sobre su pasado, que le reprochaba sus amistades con progresistas de ese primer tercio del siglo XX. Entre otros, con Francesc Layret, asesinado en la puerta de su casa en noviembre de 1920, justo cuando el militar Severiano Martnez Anido haba sido designado como Gobernador Civil de Barcelona para aumentar el terror y la estadstica mortuoria.

Segu era crata de credo puro. Para l, la clave era educar a los proletarios para as poder crecer y aplacar al oponente desde el intelecto, no con las balas. Quiz habl de eso con Llus Companys en el Tostadero de Plaa Universitat antes de caminar hacia su funesto destino, eplogo de un tiempo aciago, antesala de una larga noche desprovista de toda esperanza.

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