Anna Grau (Girona, 1967) es la candidata de Cs a la alcaldía de Barcelona tras ser propuesta por la dirección del partido en Cataluña y ganar con holgura las primarias frente a Koldo Blanco, con quien asegura mantener una buena relación de colaboración. Asegura que afronta las elecciones «ilusionada» pese a las encuestas adversas. Y señala que los mismos sondeos que la dejan fuera del Ayuntamiento de Barcelona la colocan como la candidata mejor valorada detrás de Xavier Trias, algo que a su juicio se tiene que traducir en las urnas.
Muy crítica con la alianza sellada hace cuatro años por su partido con Manuel Valls, defiende la cantera de Cs y busca la parte positiva de la crisis del partido: olvidar los tiempos en que el partido naranja se convirtió en un «Club Mediterranee de la política al que se apuntaba gente que se quería tomar unas vacaciones de la vida civil». Cuestiona también la renuncia de Inés Arrimadas a presentarse a la investidura en el Parlament, algo que atribuye a designios de la dirección nacional, y defiende que el partido en Cataluña es ahora más libre.
Pregunta.- ¿Cómo se pasa de ser la periodista estrella del Avui en sus inicios a ser candidata de Cs al Ayuntamiento de Barcelona?
Respuesta.- Era la época de la Cataluña dual, la gente era de CiU o del PSC, yo obviamente no era del PSC, tampoco era de CiU, el único partido en el que he militado es Cs. Pero por el mero hecho de escribir en el Avui la gente que ahora me da lecciones de independentismo entonces me daba lecciones de cosmopolitismo. Yo sigo donde estaba, amaba a Cataluña entonces y la sigo amando ahora, pero la Cataluña real. A los que se les ha ido la pinza es a otros. No lo digo yo, lo dice el candidato de Junts a la alcaldía de Barcelona.
P.- ¿Se ha acabado el procés, visto el giro del candidato de Junts, Xavier Trias?
R.- Se ha acabado la quimera de que iba a acabar en independencia. El objetivo del procés no ha sido nunca llegar hasta el final, sino un eterno coitus interruptus y vivir muy bien con el independentismo ocupando todas las instituciones y avasallando a todo el mundo. Creando un paraíso delincuencial en Cataluña tanto para los okupas como para los independentistas o los evasores fiscales. En ese sentido el procés está lejos de fracasar, como ha demostrado el caso de la enfermera de Cádiz, que está siendo avasallada a niveles inhumanos. Estos casos demuestran que en Cataluña sigue siendo muy difícil vivir, prosperar, si te enfrentas al procés.
El procés es un eterno coitus interruptus para vivir muy bien creando un paraíso delincuencial tanto para los okupas como para los independentistas o los evasores fiscales
Lo peor es que el procés ha desarrollado una nueva trinchera social. Siempre fue muy malo para la economía pero ahora empieza a ser tóxico para los derechos de las personas.
P.- ¿Hablamos de cierto supremacismo en el procés?
R.- Si. Siempre ha estado ahí una cierta sensación de superioridad, catalanes de primera y de segunda. Recordemos los textos de Jordi Pujol sobre los andaluces, o Quim Torra, que hablaba de “bestias taradas”. Cuando hago gestiones me doy cuenta de que se me trata mejor en catalán, y me da vergüenza. Estoy orgullosa de ser catalana pero no de que eso se entienda como ser mejor.
P.- Dice Albert Boadella que el catalán tiene fecha de caducidad porque se ha convertido en un idioma antipático, ¿lo comparte?
R.- Espero que no, porque amo la lengua catalana. Boadella es muy drástico. Pero si el catalán queda abandonado a la suerte de los independentistas puede quedar arrinconado y culturalmente postrado. Barcelona, que fue la capital de boom, de la creatividad en español y en catalán sin que eso se viera como una contradicción. Hay que volver a eso, el avasallamiento independentista de la vida cultural no solo ha intentado expulsar a la cultura en español sino que ha provocado una cultura en catalán cateta y con menos ambición.
P.- ¿Se puede ser feminista de centro derecha?
R.- ¿Se puede ser feminista en el Ministerio de Igualdad? No sé si soy de centro derecha; soy liberal, feminista, de centro y tengo buenos consejos y alguna colleja a repartir a derecha e izquierda. Lo que hemos vivido estos años es un feminismo de la niña del exorcista, el anti-feminismo. El feminismo o es transversal o no es, una ideología que defiende a las mujeres tiene que incluir a todas las mujeres, sean de derechas, de izquierdas o mediopensionistas.
Lo que hemos vivido estos años es un feminismo de la niña del exorcista, el anti-feminismo
A día de hoy ese es el reto. No hay duda de lo que tiene que reivindicar una feminista en Afganistán; en una democracia liberal avanzada no todo el mundo tiene las mismas prioridades. Yo no tengo que decirle a una mujer si se tiene que pintar de morado o cuándo masturbarse. Es ella la que me tiene que decir qué necesita y yo como servidora pública tengo que pelearlo, es justo al revés. No tenemos que dar lecciones desde la política a las mujeres.
P.- ¿La cultura trans se ha comido al feminismo?
R.- Conozco bien este tema porque soy madre de una persona que está transitando ese proceso. De mi caso personal he aprendido ha ser muy respetuosa, a no etiquetar rápidamente y a evitar la contaminación política de las experiencias íntimas y personales. En este país hemos pasado de que todo ocurría dentro del armario a salir estruendosamente del armario de una manera que puede haber violado el pudor de muchas personas.
Tenemos que atender las necesidades de las personas trans y no imponerles un credo trans. Me da miedo esta cultura trans masiva que intenta convertirse en una fuerza de choque y no permite que las personas genuinamente trans puedan vivir eso con el debido sosiego y reposo. Si además para proteger a las personas trans tenemos que desproteger al feminismo algo se está haciendo mal. Son procesos privados que no tienen que estar predeterminados.
P.- Cs afronta las elecciones en un momento crítico ¿confían en resistir en Cataluña, donde nació el partido?
Por primera vez Cs en Cataluña no es deudor de estrategias en Madrid, en la Comunidad o el Ayuntamiento, no hay socios preferentes que nos predeterminen
R.- Cuando dimos el salto a la política española tenía miedo, sabía que entrar en la selva del bipartidismo iba a ser duro. Obviamente se cometieron errores y se han pagado de forma especialmente injusta en Cataluña. Nunca hemos entrado en un gobierno de la Generalitat o del Ayuntamiento de Barcelona porque las estrategias nacionales no lo permitían. Eso ha sido fatal, Cataluña no será normal hasta que no pueda haber un president o una alcaldesa de Cs.
Sé que ahora no voy a ser alcaldesa, pero mi afán es entrar en el Ayuntamiento con las luces muy largas y voy a ser muy cuidadosa con mi política de pactos. No voy a cerrarme a pactos buenos para Cs ni a pactar por un plato de lentejas. Y por primera vez Cs en Cataluña no es deudor de estrategias en Madrid, en la Comunidad o el Ayuntamiento, no hay socios preferentes que nos predeterminen. El verdadero Cs vuelve por sus fueros, en este sentido va a ser una campaña más fácil de lo que habría sido en otros momentos.
P.- ¿No está de acuerdo en que se rompiera el grupo por el apoyo de Manuel Valls a Ada Colau y el PSC?
R.- Para empezar nunca habría puesto a Manuel Valls al frente de la candidatura de Barcelona, nunca me inspiró confianza. Traicionó la confianza de Cs, de los votantes y la gente que se deslomó para que sacara el resultado que obtuvo. Valls ofreció un cheque en blanco, ni siquiera le puso condiciones a Colau. Daniel Sirera ya ha dicho que se abre a pactar con el PSC, pero no ha dicho a cambio de qué. Yo ya he anunciado mis líneas rojas.
P.- ¿Cuáles son?
R.- Bilingüismo institucional, sí o sí, la concejalía de mayores, y un plan de choque. Son tres líneas rojas irrenunciables. La gente que tiene mucha prisa en pactar se acaba equivocando. Ya he dicho que con Colau no, porque es imposible hacer las cosas peor y más en las antípodas de Cs que ella.
P.- Cierra la puerta a Colau pero ¿podría apoyar la investidura de un alcalde independentista como Xavier Trias?
R.- Si un alcalde independentista, o ex independentista, o arrepentido del independentismo me compra mi bilingüismo y mi concejalía de mayores, no me cierro a pactos con nadie.
P.- No ha sido posible unificar al constitucionalismo en Barcelona.
R.- Una de las condiciones que puse para ser candidata era ir con las siglas de Cs. No me cierro a acuerdos poselectorales con nadie excepto Colau. Cs no es subalterno de nadie y quien quiera unidad del constitucionalismo que vote a Cs. Nosotros somos los que inventamos el constitucionalismo en Cataluña, los que lo seguimos defendiendo y los que no lo cambiamos ni por pactos del Majestic ni por pactos por presupuestos.
Cs parecía el Club Mediterranee de la política al que se apuntaba gente que se quería tomar unas vacaciones de la vida civil
P.- Ha escogido como número dos de la candidatura a Nicolás Ortíz, un militante de base muy poco conocido.
R.- Me ha costado convencerle. Es una persona que milita desde 2007, ha sido siempre muy activo pese a sufrir una grave discapacidad -en 1987 sufrió un accidente que lo dejó parapléjico-, eso no solo no le ha disuadido sino que ha sido uno de los motores de su actuación en favor de la plena integración de la discapacidad. Ha llegado el momento de premiar el talento interno, la lealtad e incluso el sufrimiento de unos años en que Cs parecía el Club Mediterranee de la política al que se apuntaba gente que se quería tomar unas vacaciones de la vida civil. Hay que premiar a la gente que ha estado a las duras y las maduras.
P.- Una de sus primeras propuestas ha sido una concejalía de mayores, ¿por qué?
R.- Hace falta a nivel práctico, inmediato, porque la atención a los mayores es un espanto en todas las administraciones. Los mayores son un agujero negro del sistema y del marco mental. Estoy harta de que se vea a los mayores como un problema. Los mayores de 60 no son una prioridad de las políticas económicas, sociales, culturales… yo quiero una Barcelona para todas las edades.
Y ya por decirlo todo, yo cada vez estoy más orgullosa de la edad que tengo. Animo a todas las mujeres a no esconder la edad, a no aspirar a conservarse bien sino a estar estupendas en lo físico, lo intelectual y lo estético. A poner los valores de la madurez en el centro.
P.- Barcelona vive una crisis de vivienda, tanto por los precios como por las okupaciones. ¿Qué fórmula propone?
R.- Lo que ha pasado en Barcelona era previsible, si quieres hacer una ciudad con menos coches, menos economía, menos densidad urbana, eso va a ser menos vivienda. Colau prometió 8.000 viviendas, a duras penas ha creado 1.400 y haciendo trampas, porque alguna merece el nombre de contenedor. Y ha dado lugar a una orgía de la okupación como política de vivienda. No, política de vivienda es tener un parque de vivienda de alquiler social.
Trias privatizó parkings con Bamsa para liberar 105 millones de euros que debían destinarse a vivienda social. Cuando pregunté si eso había ido a vivienda, la respuesta fue ‘buena pregunta’, porque nadie lo sabe. Lo primero es quitarle la pistola al mono de esta izquierda irresponsable y empezar a hacer una política de vivienda en serio. Eso pasa por crear parque de vivienda de alquiler social, quitar esa absurda idea de la reserva del 30%, seguridad jurídica a los propietarios para que alquilen sin miedo y okupas fuera. Y meter dinero. El Ayuntamiento no puede fulminarnos a impuestos, gastárselo todo en propaganda y no poner dinero para lo que realmente se necesita, que es vivienda.
P.- ¿Qué haría con veto a nuevos pisos turísticos y plazas hoteleras?
R.- El modelo turístico de Colau no se aplica ni en Cuba. En la Cuba castrista, con el turismo estatalizado, los hoteles florecen y la gente puede alquilar una habitación a los turistas. Ahora mismo el turismo es el 13% del PIB directo, mueve un 15% del PIB indirecto y esta alcaldesa no se lo puede seguir cargando. Queremos un turismo sostenible, de calidad, pero eso no se consigue fastidiando a los hoteles sino regulando de manera sensata y razonable. Y acabar con la turismofobia de Arran. Solo aplicando la ordenanza de urbanismo tendría que salirles cada ataque y pintada a 1.500 euros diarios.
Solo eliminando las subvenciones de Colau a entidades afines puede bajarse un 15% del IBI lineal a todo Barcelona
P.- Otro de los problemas recurrentes de Barcelona es la seguridad.
R.- Hay que meter como mínimo 100 millones de euros en seguridad. Que pueden salir de la deuda consolida de la Generalitat con el Ayuntamiento o eliminar partidas de propaganda. Solo eliminando las subvenciones de Colau a entidades afines puede bajarse un 15% del IBI lineal a todo Barcelona, en vez de subirlo un 5% cada año como ahora. Tiene que haber 4.200 agentes de la Guardia Urbana para empezar, ahora son 3.000.
Pero en Barcelona no hay poca policía; tienes Guardia Urbana, Mossos, Policía Nacional y algo de Guardia Civil. El problema es que estos cuerpos no colaboran entre ellos y los que dependen del Ayuntamiento y la Generalitat no tienen autoridad. La policía necesita ser suficiente, eficiente e inapelable. Cuando la policía te da el alto te paras, cuando te pide documentación te identificas y si quemas un contenedor te vas al calabozo. Y el ciudadano tiene que sentir la policía con mucha más proximidad.
P.- En las últimas semanas hemos conocido diversos casos de violencia y violencia sexual entre menores muy jóvenes, ¿qué estamos haciendo mal?
R.- No estamos aprobando y aplicando verdaderos protocolos anti acoso, Cs impulsó un protocolo en el Parlament que se ha quedado en el limbo. Los centros prefieren mirar para otro lado y al final es el acosado el que tiene que cambiar de centro. En el caso de la violencia sexual entre menores tenemos un grave problema de educación, de valores.
Hay partidos como Vox que se oponen a la educación sexo-afectiva, pero en un momento en que la media de acceso al porno es de 12 años no puedes no hablarle a tu hijo de ciertas cosas. Eso sí, la educación sexo-afectiva no puede ser lo primero que se le ocurra al Ministerio de Igualdad, tienen que ser un programa consensuado, con expertos y conocimiento de los padres.