Pudo ser un héroe por su papel en el fin de la Guerra Fría. Lo es para muchos europeos, pero en su tierra ha vencido la tesis de Vladimir Putin para quien Mijail Serguéyevich Gorbachov, fallecido este martes a los 91 años, fue el artífice del desmoronamiento de la Unión Soviética. Y para Putin el colapso de la URSS es «la mayor catástrofe geopolítica del siglo XX».
Lo que representó Mijail Gorbachov, la esperanza de una Europa sin bloques, ha quedado sepultada por la invasión rusa de Ucrania, perpetrada por el hombre que lleva en el poder en el Kremlin desde hace más de dos décadas. Ahora también ha desaparecido físicamente el político ruso más en las antípodas de Putin.
Mijail Gorbachov (Privólnoye, 1931) fue el primer y último presidente de la Unión Soviética. Elegido miembro del Politburó a los 48 años, a los 53 años fue designado secretario general del Partido Comunista de la URSS, puesto en el que permaneció hasta su disolución en 1991. Según el historiador Orlando Figes, autor de Rusia Revolucionaria 1891-1991, «si el Politburó hubiera sabido a dónde iba a llevar el partid en los próximos años, jamás le habría elegido secretario general».
«No podemos seguir viviendo de esta manera», reconocía en 1984 a Eduard Shevardnadze, quien fuera su ministro de Exteriores. Y en cinco años facilitó que se pusiera en marcha una auténtica revolución tanto en la URSS como en todo el bloque soviético.
Es mejor discutir, argumentar, polemizar en lugar de elaborar planes de destrucción mutua»
mijail gorbachov
En 1984 vio por primera vez a Margaret Thatcher, quien dijo que con Gorbachov «se podía hacer negocios». Gorbachov solía decir: «Es mejor discutir, argumentar y polemizar en lugar de elaborar planes de destrucción mutua». Dos años más tarde firmaba con el entonces presidente de EEUU, Ronald Reagan, un histórico acuerdo de reducción de misiles nucleares de medio alcance. En junio de 1987 Reagan le pedía en la Puerta de Brandemburgo que derribara el Muro de Berlín. «Señor Gorbachov, derribe ese muro!». Dos años después ese grito fue un clamor en el este y el Muro cayó.
El padre de la ‘perestroika’ y la ‘glasnost’
El nombre de Gorbachov se asocia a palabras como perestroika (restructuración) y glasnost (apertura o transparencia, que se tradujo e libertad de expresión). Percibió la decadencia del sistema en el que se había formado y abogó pro su transformación, tanto económica como política. Y defendió el acercamiento a Occidente. Hizo un diagnóstico valiente de los problemas que afrontaba la URSS pero no acertó a la hora de encontrar soluciones, y quizá por la fascinación que despertó en Occidente acabó creyéndose un dios. Su nombre en hebreo quiere decir «igual a Dios».
Aunque ha vivido lo suficiente como para ser testigo del progresivo aislamiento de Rusia por la guerra en Ucrania, no hizo declaraciones públicas. Algún amigo sí ha dicho que en privado había reconocido que sentía que el trabajo de su vida había sido «destrozado».
Sin embargo, sin Gorbachov al frente de la Unión Soviética no sabemos cómo habrían acabado las revoluciones pacíficas en Europa del Este en 1989. En lugar de intentar contenerlas con violencia, comprendió que había acabado una época. Así no impidió que los países del bloque comunista emprendieran el camino hacia la libertad.
Adiós a la doctrina Brezhnev
Acabó con la doctrina Brezhnev, que defender que la URSS no se impondría más a los países que habían formado parte de su órbita. Incluso dijo en octubre de 1989 a Erich Honecker, líder de la República Democrática Alemana, que «cada país debe decidir por sí mismo lo que es necesario para su tierra… El peligro solo amenaza a quien no reacciona a la vida».
La asombrosa renuncia al uso de la fuerza cuando era líder de la URSS es un ejemplo luminoso de la importancia de un individuo en la historia»
timothy garton ash
La caída del Muro de Berlín simboliza ese momento histórico. Según el historiador británico Timothy Garton Ash, «la asombrosa renuncia al uso de la fuerza cuando era líder de la URSS es un ejemplo luminoso de la importancia de un individuo en la historia».
Recibió el Premio Nobel de la Paz en 1990. El Comité Nobel reconoció que el proceso de paz, al que ha contribuido Gorbachov, abre nuevas posibilidades a la comunidad internacional para resolver los acuciantes problemas ideológicos, religiosos, históricos y culturales».
Si bien en los últimos tiempos ha penado en una especie de limbo, son muchos los logros de sus primeros cinco años en el poder. The New York Times hacía un sucinto recuento con motivo de su fallecimiento: facilitó la firma del histórico acuerdo armamentístico con Reagan; retiró las fuerzas soviéticas de Afganistán; autorizó elecciones multipartidistas en ciudades soviéticas; emprendió una campaña contra la corrupción en las altas esferas del Partido Comunista; facilitó la liberación de Andrei Sajarov; retiró las restricciones a libros y películas prohibidas; estableció contactos con el Vaticano, entre otros avances.
De la pobreza al poder
Nació cerca de Stavropol, en el Cáucaso, en el seno de una familia de campesinos, en marzo de 1931. Pasó hambre y recordaba cómo su abuelo pescaba ranas para alimentar a la familia. Admiraba la dignidad y el sentido del deber que aprendió de Pantélei, su abuelo. Su padre resultó herido cuando servía en el ejército Rojo.
Pronto destacó como estudiante y por su colaboración en la organización juvenil del PCUS, el Komsomol. Su familia le animó a que siguiera adelante con los libros, a pesar de las dificultades económicas, porque confiaban en que podrían cambiar su destino. Estaba dotado de un gran intelecto y de una gran capacidad de trabajo.
Gracias a sus méritos, logró entrar en la facultad de Derecho de la Universidad Estatal de Moscú, donde conoció a Raisa, quien fuera su gran amor, su esposa, fallecida en septiembre de 1999 de leucemia. Raisa estudiaba filosofía. Cuando se casaron, en 1954, tuvieron que pedir prestado para completar su indumentaria. Fueron padres de Irina y apenas se separaron en sus 45 años de matrimonio. Les encantaba dar interminables paseos en los que conversaban sin agotarse jamás.
Gorbachov fue una mutación genética del sistema soviético, pero era una célula perfecta. La ortodoxia hecha arte»
francisco herranz, autor de ‘gorbachov. luces y sombras de un camarada’
Fue un comunista precoz y un reformista más precoz aún. Se sabía a Lenin de memoria. Como escribe Herranz, «Gorbachov fue una mutación genética del sistema soviético, per era una célula perfecta. La ortodoxia hecha arte». En la universidad conoce al checo Zdének Mlynár, que luego sería disidente, quien le de descubre lo mal que funciona el comunismo en Europa. La modernización de Nikita Jrushev favoreció su rápido ascenso. La sintonía con Raisa también fue importante porque eran almas gemelas. Quienes les conocieron afirman que gobernaron juntos porque se consultaban todo. A Raisa le afectó mucho que a Mijail Gorbachov le trataran como a un traidor en su patria.
Su posición comenzó a debilitarse en 1990 y en agosto de 1991 un grupo de ultraconservadores dieron un golpe mientras estaba de vacaciones en Crimea. Tan solo duró tres días pero sería el comienzo de su fin. Boris Yeltsin, que contuvo el golpe, se convirtió en el hombre fuerte. Gorbachov dejó el cargo hasta el 25 de diciembre de 1991. Las repúblicas que formaban la URSS se independizaron, incluida Ucrania.
«Vivimos en un mundo nuevo. La Guerra Fría ha terminado y la carrera armamentística. También la enloquecida militarización de nuestro país, que debilitaba la economía, las actitudes públicas y morales. Hemos disipado la amenaza de guerra nuclear», dijo al dejar el poder. Es comprensible que en público no haya querido decir nada estos últimos meses.
En el libro Gorbachov, luces y sombras de un camarada, el periodista Francisco Herranz apunta que Gorbachov infravaloró a Yeltsin, a quien no apartó en su momento. Curiosamente tampoco Yelstin calibró bien hasta dónde llegaría Putin, su sucesor.
«No fue a felicitarles y eso fue una equivocación. Es cierto que sin él el país habría ido a una guerra civil y no fue un vendepatrias». Según Herranz, a Gorbachov le perdió su vanidad y cierto miedo a actuar. «Fue un error no propiciar la liberalización de los precios. No lo hizo porque temía una insurrección».
Intentó volver a la política en 1996 pero su candidatura fue un rotundo fracaso. Dedicaba su tiempo a su fundación, la Cruz Verde Internacional, y a impartir conferencias. Su salud se había debilitado mucho el último año y pasó muy aislado la pandemia debido a su avanzada edad. Cumplió los 90 años en 2021 en su casa a las afueras de Moscú, junto a su ama de llaves y una reducida escolta. Siempre defendió que todo lo que hizo fue por el interés de Rusia y por ello le dolían tanto las críticas y el olvido de sus compatriotas.
El economista liberal Ruslan Grinberg comentaba a principios de este verano tras visitarle en el hospital: «Nos dio a todos la libertad, pero no supimos qué hacer con ella».