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Ulrich Seidl logra su mejor pelcula en el retrato desolado de la pedofilia en ‘Sparta’, pero de la peor de las maneras posibles

De nuevo, est todo permitido en nombre del arte? Otra pregunta: Se puede siempre y en todo momento separar al autor de su obra? El director austriaco Ulrich Seidl tiene claro que la contestacin a la primera pregunta es s. Sobre la segunda, se reserve la opinin hasta que un tribunal decida si es culpable o inocente. Las dos respuestas parecen la conclusin adecuada si hacemos caso a las acusaciones vertidas por el semanario alemn ‘Der Spiegel’ despus de una investigacin de ms de medio ao en el lugar en el que se rod la ltima pelcula del director, ‘Sparta‘. Y de qu trata? De nada menos que de las tribulaciones y pesares de un pedfilo hostigado por lo que es y condenado sin remedio por su pasado. Es una pelcula sobre la identidad, sobre la culpa y, lo ms evidente, sobre el dolor. Una muy buena pelcula, cabra aadir por aquello de hacer dao.

Digamos que ninguna cinta de todas las programadas este ao se esperaba con tanto temor, ansia y reserva, todo a la vez, como la produccin de marras. A principios de septiembre, el semanario alemn ‘Der Spiegel’, una de las referencias periodsticas de Alemania (o, mejor, la referencia) sorprenda a su audiencia con un reportaje meticuloso hasta la nausea en el que se haca constar las, por as decirlo, irregularidades cometidas durante la filmacin de ‘Sparta‘. Segn los testimonio recogidos por los periodistas puerta por puerta, ningn padre de los nios que forman parte del elenco fue avisado de qu trataba la pelcula. Se les dijo que se contaba la historia de un profesor de judo. Lo que es verdad. Se les explic que el protagonista y el adulto con el que interactuaran sus hijos representaba una figura paterna adoptiva bla, bla, bla… Lo que, en puridad, tambin es cierto. El problema es que a nadie, segn recoge la publicacin, se le comunic toda la verdad, la sencilla verdad: El protagonista es pedfilo.

El largusimo artculo en realidad no es ms que una sucesin de situaciones, muchas cerca de la ancdota, otras intrascendentes, unas pocas muy discutibles, y las ltimas, las que cuentan, espeluznantes. Por lo visto, el director no dud en usar los traumas de los propios cros para conseguir la reaccin que buscaba. Un ejemplo: a un cro se le conmin a beber y se le coloc al lado de un actor que se finga borracho sabiendo que el propio padre de la criatura era alcohlico. Ese da se fue a casa llorando despus de vomitar. La secuencia, sin embargo, muy bien. Otro detalle ms: los nios, todos procedentes de familias pobres, cobraban 50 euros por da de rodaje en un pas con una renta media de 400 mensuales. La lista de barbaridades es larga, pero todo abunda en lo mismo: hubo engao. Para hacerse una idea, cualquier rodaje con nios en Espaa ha de respetar un estricto horario de trabajo que no interfiera con su clases, obliga al tutor a asistir al rodaje y el guin debe haber sido revisado por ese mismo tutor.

La productora matriz, la austriaca, se defiende y mantiene que los trmites legales con las familias corrieron a cargo de una subcontrata rumana. En definitiva, ellos no saban nada, no conocan la legislacin del pas, tampoco eran conscientes de que era preceptivo contactar con los servicios de bienestar infantil para que stos a su vez tramitaran el permiso de un pediatra y un psiclogo infantil. El director y su equipo daban por hecho que eso ya estaba debidamente cumplimentado y, si no lo estaba, no era su problema. Tambin aducen que ya hubo una investigacin, que la polica se interrog a seis de los nios y que el expediente se cerr sin ms.

Cuando se dio a conocer todo, las reacciones no tardaron. El Festival de Toronto, donde estaba tambin programa la cinta, decidi sacarla de la programacin hasta que no se aclarase el asunto. San Sebastin, sin embargo, insisti en la misma argumentacin del ao pasado cuando se le coloc en la picota por entregar el Premio Donostia a Johnny Deep, entonces condenado por un tribunal de Londres, y luego absuelto por otro en Estados Unidos, por abusar de su exmujer. Excusa de San Sebastin: la presuncin de inocencia. Acto seguido, Ulrich Seidl hizo pblica su intencin de no asistir a la capital guipuzcoana con el argumento de que la obra, su pelcula, hable por s misma.

El director austriaco Ulrich Sedil.AFP

Y, el domingo, por fin habl. Habl ‘Sparta‘. Y, sin que sirva de prueba o refutacin de nada, slo queda decir que la pelcula es una desolada, cruda, inquietante y muy turbia reflexin sobre una existencia atrapada. Al contrario que buena parte de su cine anterior, siempre empeado en volver la cmara al lado ms oscuro de la sociedad privilegiada del bienestar, Siedl se esfuerza ahora en una sobriedad despiadada. En absoluto exhibicionista y mucho menos moralista. La mirada del ‘voyeur‘, que con tanta irona –en muchos casos indistinguible del cinismo– utilizaba en su trabajo anterior, ahora es anulada hasta la exasperacin. Seidl se anima a caminar del lado de Haneke. Y as hasta tocar la mdula de un dolor que nos afecta a todos. Lo que se discute es algo ms que simplemente el padecer de un enfermo, lo que se pone en tela de juicio es el mecanismo mismo de la identidad observado desde la mirada condescendiente de un adulto procedente de la Europa rica que toma a la otra Europa, la pobre, como rehn de su sufrimiento. El paralelismo entre el propio argumento de la pelcula y su rodaje asusta.

Se cuenta la historia de un hombre que al cumplir los 40 decide empezar de nuevo. Y hacerlo con la consciencia clara de quin es. O quiere ser, no queda claro. Deja todo, se despide de su padre desmemoriado de su pasado nazi en la residencia de ancianos y huye al interior de Rumana. All, refunda una escuela de nombre Sparta donde los cros encuentran refugio de la situacin desesperada en la que viven. Juegan, se divierten y, mientras, son actores involuntarios de la pasin de su profesor de judo. Para evitar malas interpretaciones, no hay escenas de sexo. Todo discurre en la tensin desnuda de un hombre obligado a digerir su propio padecimiento. La pelcula no le salva, no le comprende, no le usa de excusa para la provocacin. Al revs, slo queda la condena.

La cinta, por cierto, forma un dptico con ‘Rimini‘, presentada en Berln. Originalmente se trataba de una sola cinta en la que se daba cuenta de la vida de dos hermanos. Uno es una vieja gloria pop para los turistas alemanes y austriacos que paran por la ciudad italiana y el otro es el protagonista de ‘Sparta‘. Les une la imposibilidad de evitar el pasado. Y, ya se ha dicho, el dolor. Eso y el horror explicado de la forma ms brillante.

El resultado es probablemente la mejor pelcula de Seidl, la ms desesperada, la ms concisa, la ms cruda… pero a qu precio? Vale todo por el arte? Seidl cree que s, el que firma est convencido de que no. Qu hubiera costado esperar a que se aclare el asunto? Nos pongamos como nos pongamos, la presuncin de inocencia no es aplicable igual en un delito cualquiera que cuando las vctimas son o los ms vulnerables (nios, nios pobres) o los que padecen las consecuencias de una estructura social injusta (mujeres, mujeres maltratadas). Es as. Mal da para ser jurado de un festival de cine.

‘FOREVER’, LA OTRA CARA DE ‘SPARTA’

Por lo dems, y lejos (muy lejos) de la polmica y la refriega, la seccin oficial se complet con justo lo contrario a ‘Sparta‘. En todos los sentidos. ‘Forever‘, del dans Frelle Petersen, es una de esas pelculas pensadas hasta la extenuacin para el consenso: elegante, cuidada, inteligente y sin un solo pedfilo. La pelcula se detiene en el dolor (otra vez) de una familia que acaba de perder a uno de sus hijos. Y ah se queda a vivir. Toda la cinta habita en la mirada perdida de los padres mayores que no saben cmo llenar un hueco tan negro y profundo y en el gesto de desesperacin de la hermana, que pelea con una tratamiento de inseminacin artificial para ser madre.

A un lado el prodigio callado de la elipsis que marca el trnsito hacia el dolor (la muerte del hijo), la pelcula se mueve por la retina del espectador como un fantasma doliente y muy hondo. El reto no es filmar lo que con tanto detalle se ve, sino arrojar luz en el otro lado, en el simple vaco. Y de este modo, queda una delicada y elegante maravilla que sin inventar nada, alejando de s cualquier amago de originalidad, consigue colocarse en el sitio correcto a la hora adecuada. Imposible no emocionarse, impensable no estar de acuerdo. Se acabaron las polmicas.

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