La paz en la mitad de la guerra más cruenta que recuerda Europa en décadas, con consecuencias aún por definir. El ruso Centro para la Defensa de los Derechos Humanos Memorial ha recibido este viernes el Premio Nobel de la Paz 2022 junto a la organización ucraniana Centro para las Libertades Civiles y el activista bielorruso Ales Byalyatski, actualmente en prisión. Un reconocimiento en un año marcado por la persecución, los arrestos, las redadas y el abismo del exilio que el copresidente de la ONG rusa, Sergei Davidis, acepta con orgullo en una entrevista con El Independiente.
“Todos hemos tenido que hacer sacrificios. Yo tuve que dejar el país y vivir en el extranjero”, confiesa Davidis desde Vilnius, la capital de Lituania donde ha fijado su destierro. “Y, por supuesto, me hubiera gustado quedarme en el país. Pero hay muchos otros que han pagado un precio mucho más alto que el mío. Entre ellos, Alexei Navalny, que está cumpliendo nueve años de prisión”, recuerda este destacado defensor de derechos humanos. “No podemos comparar los sacrificios de los que están en la cárcel con los nuestros”.
“El Comité Noruego del Nobel desea honrar a tres destacados defensores de los derechos humanos, la democracia y la coexistencia pacífica en los países vecinos, Bielorrusia, Rusia y Ucrania», ha explicado este viernes la presidenta del comité, Berit Reiss-Andersen, durante el anuncio del galardón. A juicio de la academia, se trata de ensalzar los “esfuerzos unidos de lo que llamamos la sociedad civil y lo que pueden hacer frente a los estados autoritarios y, o, a los abusos de los derechos humanos”.
Un icono de resistencia
Memorial es un símbolo que resiste, en un mundo, el ruso, que ha cambiado enormemente desde la década de 1990. Fue establecido en 1989 para ayudar a las víctimas de la represión política durante la Unión Soviética y a sus familiares. Desde entonces su principal labor ha sido agitar las banderas de la democracia, las libertades públicas y los derechos civiles en Rusia y en las antiguas repúblicas soviéticas. Banderas de una lucha que mantiene a pesar de la persecución de sus miembros y su ilegalización.
Su cofundador y primer presidente fue Andrei Sájarov, que ya recibió el Premio Nobel de la Paz en 1975. El pasado diciembre, en los prolegómenos de la contienda contra Ucrania, sobre el grupo se cierne una orden de disolución por supuestamente infringir una ley que obliga a ciertos grupos de la sociedad civil a registrarse como agentes extranjeros. Fue el desenlace a años de hostigamiento del Kremlin.
Es muy importante que haya una distinción a los defensores de los derechos humanos rusos y a quienes rechazan esta guerra contra Ucrania
Pregunta.- ¿Cómo reciben el Nobel de la Paz?
Respuesta.- Estamos agradecidos y orgullosos porque somos una familia. Hay muchos activistas y personas que participan en este proyecto y todos han resultado premiados. Nos hemos dedicado siempre a confrontar la realidad con datos y se reconoce que ha sido algo útil desde el punto de vista de la democracia, la paz y los derechos humanos. Pero lo que resulta más importante, creo, es que no es solo a nosotros los que nos premian sino a un movimiento internacional de derechos humanos y también, por supuesto, a esa parte de la sociedad rusa que se opone a la guerra y, que está librando una vez más, la batalla por los derechos humanos y la democracia. El hecho de que ahora, cuando muchos se inclinan a declarar que todos los rusos son partidarios de la guerra, es muy importante que haya una distinción a los defensores de los derechos humanos rusos y a quienes rechazan esta guerra contra Ucrania.
P.- Su organización ha sido prohibida y perseguida en Rusia…
R.- En realidad, son dos de nuestras organizaciones las que fueron cerradas en Rusia. Es una formalidad legal pero es imposible que detengan el trabajo que hacemos desde Memorial por la sociedad rusa. Y lo estamos haciendo y seguiremos haciéndolo. Es imposible cerrarnos. Así que mucha gente de bien, tanto en Rusia como fuera del país, continúan trabajando. Y se siguen presentando como Memorial a pesar del problema jurídico. Tenemos aún muchos colegas que siguen perteneciendo a la organización y trabajando dentro del país.
Rusia se terminará convirtiendo en un país democrático y próspero. Y lo será porque el país será derrotado en esta guerra; también Putin caerá
P.- ¿Cómo se ha deteriorado la situación desde el inicio de la invasión rusa a gran escala de Ucrania del pasado 24 de febrero?
R.- Todo se ha vuelto más complicado porque el nivel general de tolerancia del propio estado para permitir la ejecución de nuestros fines de manera abierta ha disminuido. Ya era terriblemente bajo antes y, desde el inicio de la guerra, se ha convertido incluso en ley. Resulta imposible hablar honestamente en contra de esta contienda. Es imposible hacer muchas cosas que eran posibles incluso hace un año.
A pesar del hecho de que fue un proceso rápido de deterioro de la situación de los derechos humanos, muchos compañeros aseguran que seguirán dentro del país, cumpliendo con su trabajo. Es especialmente el caso cuando hablamos de apoyo legal a los que son procesados por su posición en contra de la guerra o por cualquier otra razón política. Es un estado que en este momento no se preocupa demasiado porque los tribunales son absolutamente dependientes y dictan las sentencias que el estado exige.
En cualquier caso, es importante proporcionar esta ayuda legal porque es trascendental desde un punto de vista moral. Es importante que las personas que son procesadas no se sientan aisladas. Y resulta clave vigilar las argucias del Estado y anotar todas las violaciones de los derechos humanos.
P.- Ustedes saben bien el precio de estas acciones…
R.- Así es. El Centro de Derechos Humanos Memorial es una organización colectiva que tiene tanto miembros como fundadores. Muchos se han unido últimamente a la organización. Uno de los fundadores fue detenido el pasado 24 de febrero con la excusa de terrorismo. Sigue en la cárcel y se enfrenta a una larga pena entre rejas. En marzo nuestras oficinas fueron asaltadas por las autoridades. En estos momentos tenemos a medio centenar de personas implicadas, repartidas por decenas de lugares en todo el mundo.
La esperanza es una minoría muy activa que se opone abiertamente a este conflicto
P.- ¿Es el Nobel de la Paz un mensaje a Vladimir Putin?
R.- Por supuesto que lo es pero no creo que lo escuche. No va a cambiar de rumbo. En cualquier caso, es un mensaje importante, no solo destinado a él sino también y en general a las autoridades y la sociedad rusas y a todo el mundo.
P.- ¿Hacia dónde va su país?
R.- Lo que está sucediendo ahora es la mentalidad de la Guerra Fría. La agresión contra Ucrania responde a eso. Pero un país no es solo hacia donde lo embarcan sus dirigentes. Hay mucha gente que no quiere participar en la guerra y los partidarios de la guerra, los que hacen apología activa de la misma, son una minoría de la población de nuestro país. Me da miedo pensar de quiénes dependen los estados pero, aunque la situación sea muy triste, puede cambiar. La esperanza es una minoría muy activa que se opone abiertamente a este conflicto. Más de un millón de rusos han dejado el país en lo que va de año porque no quieren ser parte de esta guerra.
P.- ¿Cuál será el futuro de Rusia?
R.- Se terminará convirtiendo en un país democrático y próspero. Y lo será porque el país será derrotado en esta guerra, también Putin caerá. Esto hará que la probabilidad de un buen cambio en el país sea aún más cierto. No podemos prever los detalles del escenario exacto de este cambio, pero estoy seguro de que va a suceder de alguna manera u otra. Estoy seguro de que el resultado final será que Rusia se convertirá en un país democrático porque no hay otra opción