Argentina entera está volcada con su selección, después de su épica victoria en el Mundial de Fútbol celebrado en Qatar. El equipo liderado por Leo Messi ha levantado el ánimo de un país alicaído por una crisis económica de la que no se ve el fin. El presidente, Alberto Fernández, que no estaba en el estadio Lusai de Doha, ha invitado a los futbolistas a festejar el triunfo en la Casa Rosada, la sede de gobierno. Pero la selección se resiste a brindar este momento de gloria a Alberto Fernández, cada vez más impopular. Poco antes de que los futbolistas de la Albiceleste llegan al aeropuerto de Ezeiza el gobierno ha decretado el martes como jornada festiva.
La fiesta quieren hacerla los albicelestes en el Obelisco, con los hinchas, según han dicho en un tuit. Van a recorrer parte de la provincia y la ciudad de Buenos Aires. Messi, que ha logrado su primera Copa del Mundo en Qatar, reiteró antes de salir hacia Argentina que estaba deseando compartir la victoria con sus compatriotas. El presidente Alberto Fernández los elogió en un tuit: «Son el ejemplo de que no debemos bajar los brazos». Uno de los primeros líderes internacionales que felicitaron al argentino fue Vladimir Putin.
En declaraciones a CNN Radio, el ministro de Seguridad, Aníbal Fernández, ha confirmado que, igual que ocurrió la última vez que Argentina ganó la Copa del Mundo, en 1986, con Diego Maradona al frente, se había ofrecido a los jugadores recibirles en la Casa Rosada. «En aquel momento, se los recibió, se los felicitó, se les dio un reconocimiento y saludaron desde el balcón», dijo el ministro. La Asociación de Fútbol Argentino no respondió a la propuesta.
«El presidente hará lo que ellos quieran. No hay ninguna especulación política». La portavoz presidencial, Gabriela Cerruti, trató de quitar hierro al asunto. «Fútbol y política no se mezclan. Es algo que llevan adelante los jugadores».
Messi rompe la grieta
Pero especulación hay, y fútbol y política no son mundos paralelos. Argentina ganó su primera estrella en casa, en plena dictadura encabezada por Jorge Rafael Videla, en 1978. La segunda, en el Mundial de México de 1986, ya fue con el inicio de la democracia.
En Qatar, mientras el presidente francés, Emmanuel Macron, consolaba a les Bleus, tras perder en la tanda de penaltis frente a Argentina, quien recibía los parabienes del emir, Tamim bin Hamad al Than el ex presidente Mauricio Macri, que estaba en el palco de honor como presidente ejecutivo de la Fundación FIFA.
«Somos afortunados de vivir en la época de Lionel y poder verlo jugar. Orgullo es poco. Lo merecías más que nadie. Gracias por traer la copa a los argentinos!!!!», escribía en su cuenta de Twitter el ex presidente argentino.
Como si la grieta fuera una ilusión, también elogió efusivamente a Messi la vicepresidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner. La senadora está cada vez más distante del presidente, ya que considera que no le ha prestado apoyo suficiente tras su reciente condena por fraude en el caso Vialidad. A Messi Cristina Kirchner le calificó de «maradoniano», también por su forma de proceder fuera del campo. «Gracias infinitas, capitán… a usted, al equipo, y al cuerpo técnico, por la enorme alegría al pueblo argentino», dijo Cristina Fernández en sus redes sociales.
Cuando era presidenta, Cristina Fernández de Kirchner recibió a Diego Maradona y Alejandro Sabella en la Casa Rosada cuando dirigían la selección nacional, según informa Clarín. En 2014 recibió en el aeropuerto de Ezeiza a la delegación argentina que perdió en la final de Brasil frente a Alemania.
Macri y Cristina Fernández coinciden porque, como dice la escritora Pola Oloixarac, en La Nación, «la Selección es a la Argentina lo que la corona británica a Inglaterra: lo que da sentido de pertenencia nacional y permite tolerar la frustración. Los argentinos no conocemos las virtudes sostenidas de la paz: vivir en la Argentina significa adaptarse a un millar de acciones que no tienen sentido».
Aunque en las otras dos ocasiones que Argentina ganó la Copa del Mundo la jornada de festejos fue laborable, en esta ocasión el gobierno de Alberto Fernández ha decretado el martes día de asueto. La algarabía del domingo se multiplicará con la presencia de los jugadores.
Es probable que a Cristina Fernández de Kirchner, que ha asegurado que no competirá en las próximas elecciones, le agrade que la selección argentina deje de lado al presidente y no acuda a la Casa Rosada. Si estuviera a buenas con el presidente, sería la primera en promover el encuentro, pero no ha sido así.
A Alberto Fernández le habría encantado cantar Muchachos, ahora nos volvimos a ilusionar junto a Leo Messi: «En Argentina nací, tierra de Diego y Lionel, de los pibes de las Malvinas que jamás olvidaré». Fernández necesita que esa ilusión que han regenerado los jugadores permanezca. Pero la tregua del fútbol durará poco. Y volverá a hablarse de la hiperinflación.