Lo suyo es que el Domingo de Ramos Yolanda Díaz aparezca por Magariños en borriquita, bajo un sol de estuco y un aleteo de hojas de palma como el de un Espíritu Santo de los esparteros, humilde, sequizo y glorioso. Yo no sé qué está intentando negociar con ella Podemos, o los cuatro que son ahora Podemos, apenas un par de ministerios de las escobas y un faquir con dieta de clavos y capitalistas, o sea Pablo Iglesias. Me refiero a que a un mesías como Yolanda no se le piden primarias ni negociar listas, sólo que te acoja bajo su manto, entre la salvación de sus sandalias y el agua fresca de sus manos. Yolanda Díaz no tiene partido, no tiene organización y no tiene programa (recién caída de los Cielos, ha tenido que ir a que el pobre le explique qué le hace falta al pobre y el enfermo qué le hace falta al enfermo, como si eso hubiera cambiado algo desde Augusto). Yo creo que no tiene ni borriquita, sólo unas alas de lino blanco, inmensas como el desierto, y la profecía que ella misma lleva anunciando desde Isaías más o menos. Sólo tiene su misión y su halo y no puede renunciar a eso para ser otro zelote o Magdalena de Iglesias.
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