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Irritu se atraganta de s mismo en ‘Bardo, falsa crnica de unas cuantas verdades’

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La pelcula autobiogrfica del director mexicano, en su desmesura y su autocomplaciencia, acaba estrellndose contra el cielo

Griselda Siciliani, Iker Sanchez Solano, Alejandro Gonzalez In
Griselda Siciliani, Iker Sanchez Solano, Alejandro Gonzalez Inrritu, Daniel Gimnez Cacho y Ximena Lamadrid en la presentacin de ‘Bardo’.’Bardo, falsa cronica de unas cuantas verdades (Bardo, false chronicle of a handful of truths’ during the 79th annual Venice International Film Festival, in Venice, Italy, 01 September 2022. The movie is presented in Official competition ‘Venezia 78’ at the festival running from 31 August to 10 September 2022. (Cine, Italia, Niza, Venecia) EFE/EPA/CLAUDIO ONORATICLAUDIO ONORATIEFE

El mito de Narciso nos dice lo que nos dice: que el hombre se mir en el estanque (entonces no haba Instagram) y el castigo que le impuso Nmesis por su engreimiento al rechazar el amor de la ninfa Eco no fue otro que enamorarse de s mismo. Sin embargo, y pese a las bellas apariencias, quiz la lectura correcta sea otra: lo que dej helado al efebo al ver su reflejo no fue tanto su evidente beldad, que quiz tambin, como el horror de verse convertido en otro. Su reflejo le confunde como una parte, un simple elemento ms, del mundo. El yo es, en verdad, otro. De golpe, una simple imagen reduce el reino inexpugnable de la mismidad, de lo nico, en el espanto de lo annimo, de lo banal, de lo corriente. No es tanto amor propio como horror compartido. Sea como sea, al final cae y se ahoga.

Ahora pongamos que Alejandro Gonzlez Irritu, director de cine que ya no efebo, sea un narcisista. La pelcula recin presentada en Venecia de largo nombre (‘Bardo, falsa crnica de unas cuantas verdades’) as parece indicarlo. Su argumento es su propia vida; la geografa que la atraviesa es donde l ha vivido y vive; el actor protagonista (Daniel Gimnez Cacho) ms que slo parecerse a l le imita, y cada segundo de la cinta de casi tres horas viene con la firma tatuada. No est claro si el director se ama hasta la extenuacin o ms bien se niega con estupor a ser considerado confundido con los dems como uno ms, el caso es que, admitmoslo, se cae, se atraganta de s mismo y, finalmente, se ahoga. Lstima.

Sobre el papel y la primera secuencia, todo invita al optimismo. En la frontera entre Estados Unidos y Mxico, una sombra avanza ingrvida detenida en el espacio y suspendida en el tiempo. Suena lrico y es simplemente un prodigio firmado por el fotgrafo Darius Khondjii. El director quiere relatar no tanto su existencia como ese lugar quiz sagrado en el que la memoria confunde realidad y ficcin. “El tiempo”, dice el director, “es lquido”. Se trata no tanto de mostrar nada como de ofrecer al espectador una experiencia visual en la que literalmente sumergirse, hundirse. Apurando, la idea es que todos seamos el propio Irritu. Es as.

Sin embargo, pronto empiezan los problemas. El director en su justa ambicin (para una artista que se precie, la ambicin nunca es desmedida) lo quiere todo. Y por todo se entiende desde la pautada descripcin de la historia entera de Mxico antes de la llegada de los espaoles hasta la colonizacin actual estadounidense, a la puntual explicacin del sentido mismo de la vida, de la muerte, de la paternidad y del cine, pasando por la denuncia de la pobreza, la violencia, los desastres de la emigracin y el penar de la fama. Todo eso y los ajolotes. Nada que objetar en cuanto al catlogo inabarcable de ambiciones. Lo que no cuadra es ni el tono, siempre ampuloso, ni el punto de vista, la mayor parte de las veces condescendiente hasta la extenuacin con el protagonista. Se dira que ms que un honesto anlisis de s, estamos ante simplemente una abigarrada justificacin, cuando no glorificacin. Y ah, el ahogamiento narcisista.

Todo la pelcula gira alrededor de un premio que recibe en Estados Unidos el personaje principal. Aunque en la ficcin se trate de un periodista dedicado en cuerpo y alma a retratar el penar de los emigrantes, no cuesta imaginarse al propio cineasta con varios Oscar en la mano y la conciencia dolorida. Cmo explicar los privilegios de un artista privilegiado que convierte su trabajo en la encendida protesta y reivindicacin de los desheredados? Probablemente no haya modo. La contradiccin vive instalada en la certeza de que el arte es una ocupacin de pudientes y bien est que stos miren a los dems para cuestionar al menos la injusticia de lo que les es dado.

Bardo‘, en cambio, se pelea contra esta obviedad como lo hace una persona ofendida por el dolor de los dems. Y la manera que tiene de justificarse es poco menos que sealar a los otros por no estar a su altura y teatralizar de manera poco pudorosa la empata por el sufrimiento ajeno. Cuando en una de las escenas ms espectaculares la cmara vuele por un desierto sembrado de restos humanos, alguien podra estar tentado de mencionar la palabra sensacionalismo y, probablemente, tendra razn.

Se antoja complicado convertir un remedo de ‘Fellini, 8 y medio’ en un manifiesto social, una experiencia sensorial, una confesin de los pecados, un acto de contricin, una penitencia y una auto-absolucin. Tan complejo es que al final, mira por donde, es imposible. Y, claro, se ahoga Narciso, Inrritu, los ajolotes y el mismsimo espectador. Llegar el da que Netflix (vuelven a ser ellos) contrate a un productor.

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