Según el último balance de criminalidad del Ministerio de Interior, desde enero hasta septiembre de 2022 se produjeron 217.571 ciberdelitos, lo que significa que en ese tiempo el 12,5% de los crímenes cometidos en nuestro país se llevaron a cabo de manera on-line. Y eso que por el momento no están incluidos los datos de cibercriminalidad de Ertzaintza y Mossos d’ Esquadra, que estarán disponibles en el informe final anual. Así que, como avisa el propio Ministerio, “las cifras actuales reales serán superiores”.
Desde 2011 el número de delitos totales en España se ha mantenido bastante constante (en torno a los dos millones al año). Pero mientras la criminalidad convencional se ha ido reduciendo poco a poco, la cibercriminalidad no ha dejado de crecer a pasos agigantados. Las estafas informáticas, el tipo de delito más común en Internet, han aumentado un 455,5% en los últimos seis años, y prácticamente se han duplicado desde 2019. De hecho, en los nueve primeros meses de 2022 uno de cada diez delitos registrados en nuestro país eran de este tipo.
“En los últimos diez años los ciberdelitos han evolucionado y se han sofisticado. Y es una tendencia que se mantendrá a corto plazo”, explica Sandra Salán, técnico de ciberseguridad en el Instituto Nacional de Ciberseguridad (INCIBE). Y añade: “Antes eran atacantes individuales, que tenían motivaciones económicas o de reconocimiento. Ahora es un modelo de negocio en el que un grupo de criminales profesionalizados ofrecen sus servicios a cambio de dinero”
Una década de ciberdelincuencia
De enero a septiembre de 2022 los cuerpos de seguridad españoles registraron un incremento del 26,09% en ciberdelitos respecto al mismo periodo del año pasado. Pero, a falta del informe anual del Ministerio del Interior que incluya también los tres últimos meses del año, conviene estudiar los datos desde una perspectiva más amplia para ver cómo ha evolucionado la ciberdelincuencia desde su irrupción.
Desde 2011 hasta 2021 se registraron en España 1.438.206 de crímenes en Internet. Los más comunes fueron las Estafas (33,16%), las Estafas con tarjetas de crédito, débito y cheques de viaje (32,29%), y las Estafas bancarias (16,7%). Completan el top cinco las Amenazas (7,85%), la Usurpación de estado civil (2,79%), y el Acceso ilegal informático (1,16%). Por detrás encontramos otros delitos menos comunes, tales como el Descubrimiento o Revelación de secretos, las Injurias o las Coacciones.
En cuanto a los delitos de índole sexual o relacionados con los menores de edad en Internet, el porcentaje respecto al total es ínfimo. Están repartidos de la siguiente manera: Pornografía de menores (0,43%), Delito de contacto con menor con fines sexuales (0,19%), Corrupción de menores con discapacidad o diversidad funcional (0,14%), Abuso Sexual (0,08%), Acoso sexual (0,07%), Provocación sexual (0,04%) y Exhibicionismo (0,03%).
Perfil del ciberdelincuente y de la víctima
Desde 2011 hasta 2021, en España hubo 78.589 ciberdelincuentes detenidos o investigados, procedentes de 157 países distintos. La gran mayoría de ellos, concretamente el 80,6%, eran españoles. A cierta distancia, los siguientes fueron los rumanos (3,2%), marroquís (2,3%), colombianos (1,2%), dominicanos (1%) y nigerianos y venezolanos (ambos con 0,9%). De todos ellos, el 75% eran hombres y el 25% fueron mujeres.
Salán explica esta enorme diferencia entre el sexo de los atacantes: “Es una tendencia que aplica a las dos partes -ciberdelincuencia y ciberseguridad-, porque la mujer entró en la rama tecnológica más tarde, no estamos al 50%. Está cambiando, pero cuando lo haga se hará a la vez, porque son dos mundos paralelos con objetivos totalmente opuestos”.
En cuanto a la procedencia de las víctimas de ciberataques en nuestro país, el Ministerio tiene registradas 192 nacionalidades distintas. Las de origen español son las más habituales (88,27%), seguidas de las rumanas (1,17%), marroquís (1,04%), italianas (0,72%) y colombianas (0,64%). El sexo en este caso sí está bastante repartido, siendo el 53,06% hombres, el 46,84% mujeres y el 0,1% restante desconocido.
“Estamos cada vez más expuestos, los ataques son cada vez más frecuentes. Pero los ciberdelincuentes eligen a las víctimas con más posibilidades en función del beneficio que pueden obtener. Por eso la franja de edad más afectada es la de los adultos. No es que en los otros grupos no se produzcan ataques, pero con los menores de edad no pueden sacar rédito económico. Con los ancianos sí, pero son un grupo más reducido”, detalla Salán.
Cómo protegerse
“El consejo más efectivo que siempre damos es el sentido común. La mayoría de ciberdelincuentes utilizan técnicas de engaño que se pueden evitar. A partir de ahí hay otras cosas, como mantener siempre el software actualizado y cambiar las contraseñas, pero la principal es esa”, afirma Salán, que recomienda acudir en caso de duda a servicios de consulta como los que ofrece INCIBE.