La privacidad de los menores es un tema que preocupa especialmente a instituciones, cuerpos de seguridad del Estado y padres. Desde hace ya un par de generaciones los menores han sido expuestos a las redes sociales pero todavía seguimos aprendiendo del tema.
Según la Agencia Española de Protección de Datos, las recomendaciones empiezan por educar a los menores sobre los riesgos, limitar su tiempo conectados, hacerles conocedores de cómo protegerse y usar el control parental, entre otras cosas. Pero, ¿y cómo se protege a los más jóvenes cuando son sus padres los que publican contenido?
¿Enseñar a los hijos con naturalidad?
En las esferas de las redes sociales hay todo un rango muy amplio. Hay famosos que comparten a sus hijos desde el primer momento, como son el caso de Cristiano Ronaldo o Georgina Rodríguez. También influencers, como María Pombo y Pablo Castellano, mostraron la carita de Martín nada más nacer.
Francia aprobó en 2020 una ley para proteger a los niños influencers y regular las horas que trabajan los menores de 16 años, pero no protege a aquellos que forman parte del perfil de sus padres. Mientras, los progenitores son conscientes de que una publicación familiar funciona mucho mejor que una en solitario.
En tres de las últimas publicaciones de María Pombo se aprecia: ella sola son entre 70.000 y 90.000 «me gusta»; con su hijo o enseñando su barriguita de embarazada 160.000 y 170.000. En el caso de su marido, Pablo Castellano, la diferencia es aún más evidente: de 10.000 a 30.000 cuando publica una foto en solitario. Hasta 300.000 cuando sale su hijo.
También para Georgina: una foto en solitario, entre 1 y 5 millones. Una instantánea de Cristiano con su hija menor, Bella Esmeralda, 11 millones.
Pero los riesgos existen: tanto para la salud mental como para la privacidad. El niño pasa a ser reconocido por la calle allá donde vaya, se arriesgan a que le persigan los fotógrafos o curiosos incluso si no va con sus progenitores. Por no hablar de los comentarios, en ocasiones tan dañinos, que pueden llegar a leer en algún momento. Críticas sobre el aspecto, la actitud u otros pormenores pueden afectar tanto a los padres como al menor.
Mostrar la vida familiar sin enseñar el rostro del menor
Hay otros casos en los que se intenta mostrar el lado paternal de los influencers pero sin enseñar a los niños. Es el caso de Marc Clotet y Natalia Sánchez, que comparten mucho de su vida familiar pero siempre evitan mostrar el rostro de sus hijas. Ya sea evitando que se les vea la cara o directamente tapándosela con emojis.
Otro ejemplo es el de Roberto Leal, que aunque habla de su faceta como padre con naturalidad, prefiere no enseñar ni a los niños ni a su pareja. La que se lleva todo el protagonismo es Lola, la perrita de la familia.
En estos casos si hay críticas se tienen que gestionar igual, pero se alivia la presión sobre la privacidad del menor al no mostrarle públicamente. Solo se le reconocería si va junto a su padre, que es conocido.
En el caso de Paula Echevarría y David Bustamante, siempre habían intentado evitar que su hija Daniella fuera un rostro público. Pero con la edad, la hija de la expareja ha dado el paso y ha expresado su deseo de tener presencia en las redes sociales.
Aunque no es mayor de edad, ya cumple el requisito que ponen la mayoría de las redes sociales: tener más de 14 años.
El divorcio, el mayor condicionante
Algo muy típico de los divorcios es que los padres separados se enfrenten a la hora de tomar decisiones que afectan a sus hijos. Ya sea por la animosidad existente o porque hay dos visiones muy diferentes en cuanto a la crianza.
En las redes sociales de los influencers se pueden ver con claridad este tipo de ejemplos. Un ejemplo evidente es el de Kiko Rivera. A pesar de que no saca mucho a sus pequeños, no tiene problema en enseñar a las dos niñas que ha tenido junto a Irene Rosales. Una situación que contrasta con el mayor, el que tuvo con Jessica Bueno. Ni la modelo ni el DJ le enseñan en sus redes sociales e incluso le pixelan en fotos en las que salen con el resto de la familia.
Marta Carriedo y Raúl Vidal son una de esas parejas que, tras su ruptura, dejaron de sacar a su hijo. Solo cinco meses después de que la influencer diera a luz al bebé, su relación terminaba y poco después vinieron las críticas en redes sociales. Él atacaba públicamente a su expareja por «no saber dónde» estaba su hijo, a lo que ella respondía que llevaba un año encargándose sola de la crianza.
A día de hoy ninguno de los dos publica imágenes del niño, aunque Marta sí hace públicas algunas de sus facetas como madre sin enseñar al bebé ni de espaldas. Por su parte, en el perfil de Raúl solo se puede encontrar una prueba de su paternidad: en su biografía se describe como «papá».