Quien conoce a Edmundo Bal (Huelva, 1967) sabe que no es de los que se muerden la lengua. Dice lo que piensa sin tapujos ni medias tintas y cuando lo cree necesario. Lo dijo en la última reunión de la dirección nacional en la sede de Ciudadanos, en el madrileño enclave de Ventas, a finales de noviembre, un pronunciamiento desde el que se gestó su candidatura para controlar el partido. Hijo de funcionario y ama de casa, Bal no ha podido alcanzar esa meta al perder las primarias frente a la lista oficialista impulsada por la todavía presidenta Inés Arrimadas y la vicealcaldesa madrileña Begoña Villacís. Ha rozado casi el 40% de apoyo, si bien solo ha votado el 49% de las bases del partido; poco más de 3.700 afiliados. Lo que esboza la desconexión del partido con los suyos. Con todo, este imposible marca un importante punto de inflexión en su etapa como diputado y como miembro de los naranjas, de la que cesará como vicesecretario general y portavoz nacional en los próximos días. Y, salvo sorpresa y unificación de ambas facciones, pasará a un segundo plano en el partido.
Padre de dos hijos y aficionado a las motos -suele moverse con su Harley Davison de 2011- se formó en los Agustinianos de Moratalaz hasta la edad de siete años. Se siguió formando en el barrio madrileño de Cuatro Caminos, en el colegio concertado de Nuestra Señora del Buen Consejo. Su etapa universitaria la emprendió en la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense de Madrid. Allí conoció a su actual esposa.
Su etapa como abogado del Estado
A finalizar la carrera, Bal comenzó a estudiar las oposiciones de abogado del Estado. En poco más de dos años la sacó adelante, y en mayo de 1993, con 25 años, asumió responsabilidades en el gobierno civil de Huesca. A ello, le siguió una etapa en Zaragoza y otra definitiva en Madrid. En la capital, tras solicitar una excedencia, trabajó dos años en un despacho de abogados privado que no le satisfizo personalmente. Y fue a su vuelta cuando a la función pública cuando tuvo presencia en notables causas de corrupción y delitos fiscales. Véase entre ellas los casos que salpicaron a la extinta Unió, a Pujol o la trama Gürtel, así como la famosa ‘lista Falciani’. Igualmente, su implicación fue importante en denuncias de Hacienda contra futbolistas de LaLiga como los ya exjugadores del Real Madrid Cristiano Ronaldo o del Barcelona Lionel Messi.
El peor momento de Bal en términos profesionales se produce en noviembre de 2018, cuando el Gobierno de Sánchez -recién inaugurado tras la moción de censura a Mariano Rajoy- decide cesarlo de la causa abierta del procés por negarse a suscribir la acusación por sedición en vez de rebelión. Es entonces cuando, semanas más tarde, Albert Rivera lo sondea para las elecciones generales de abril de 2019 y lo integra en las listas. Desde entonces, Bal ha desempeñado las funciones de portavoz adjunto en el Congreso de los Diputados y ha repetido como muletilla que Sánchez le arruinó la vida para desacreditar al Ejecutivo. Algo que ahora, ante las acusaciones de la facción más conservadora de Cs, usa como escudo: «Cómo voy a ser sanchista si me arruinó la vida», reitera en cada intervención. La última, en el debate del lunes.
Carrera política con pocas luces y muchas sombras
Su paso por la política, de la mano de Rivera y Arrimadas ha estado marcada por importantes golpes, no achacado, con todo, a su persona, si no a la situación en la que quedó el partido desde la última etapa de mandato del catalán hasta el declive en los comicios andaluces. De la expectación que supuso conseguir la tercera plaza nacional en abril a perderla en noviembre, con la repetición de generales del 10-N. Y en las sucesivas derrotas electorales posteriores que han provocado la pérdida de los feudos autonómicos cogobernados con el PP como Castilla y León, la propia Andalucía, Murcia y, con especial grado, la Comunidad de Madrid.
Allí, después de que Isabel Díaz Ayuso convocara elecciones adelantadas ante el temor de que Ignacio Aguado pactara con el PSOE para sustituir su Gobierno de coalición, Bal se postuló como candidato a las autonómicas, como golpe de efecto para movilizar al electorado. A diferencia de Pablo Iglesias, que dejó la vicepresidencia del Gobierno para aupar a Unidas Podemos y evitar su salida de la Asamblea de Madrid, el onubense no pudo evitar ese camino para los naranjas. Logró el peor resultado de las tres convocatorias del partido, arrastrado por las fugas que retornaron al PP tras dos periodos de castigo. Cs pasó de 385.836 votos y 17 escaños en 2015 y 629.940 sufragios y 26 representantes en 2019, a cero y 130.237 apoyos con Bal. Ahora, la Comunidad, sin candidato aún propuesto, sigue sin remontar. La derrota en las primarias del partido, ahora, suponen el golpe más duro para la trayectoria política de abogado.
Bisagra y apertura a votantes populares y socialistas
Entre las principales banderas de Bal en esta campaña de primarias para lograr el liderazgo de Cs, ha estado el recuperar el valor «progresista» que definían a las siglas desde un comienzo previo a que Rivera buscara suplir al PP en la campaña en la que participó por primera vez Bal. Asimismo, abrir el partido a al centroizquierda, una tendencia de bisagra que ha quedado reducida desde que Cs rechazó la vicepresidencia ofrecida por Sánchez para pactar el Gobierno en septiembre de 2019. «Hay que hacerlo para poder condicionar las políticas del bipartidismo y ampliar nuestra base», ha reiterado hasta la fecha.
«Parecemos de derechas, un partido subalterno al PP«, ha reiterado el diputado desde que anunció su candidatura a principios de diciembre. Y es que Bal critica que con Arrimadas no se haya producido un giro político para paliar los «errores del pasado», algo que desde las otras dos candidaturas con las que ha competido, ‘Renace tu partido’ y ‘La base del cambio’, le reprochan recordándole que él ha estado en la cúspide de la organización durante ese proceso y desde que Arrimadas ganó las primarias.
Bal encara el futuro con ganas
Pase lo que pase en las próximas fechas, Bal competirá en las primarias de las generales. Ya ha dejado claro que su lucha sigue vigente, porque considera que hay mucho por hacer y bajo la que será la nueva dirección no lo ve posible, y se mantendrá expectante a los resultados próximos de mayo para encarar los próximos meses. De un proceso de integración más o menos notable y de no quedar relegado en el Congreso, dependerá la convivencia con Arrimadas en las Cortes. Y es que allí, el diputado tiene respaldo mayoritario dentro del grupo.