Elvira Roca Barea se propuso darle la vuelta a la Leyenda Negra española con Imperiofobia, un ensayo que se convirtió en un éxito editorial, después, con Fracasología exploró cómo la mirada hispanófoba se instaló en las propias élites de nuestro país. Ahora publica Las brujas y el inquisidor (Espasa), su primera incursión en la novela que le ha valido el Premio Primavera 2023 en la que viaja hasta la Navarra del siglo XVII para desentrañar el caso más famoso de brujería de España.
Viajamos con Elvira Roca hasta Zugarramurdi y atravesamos la porosa frontera entre Francia y España por la que durante los siglos XVI y XVII cruzó la histeria colectiva de las brujas. “La superstición y la magia tienen siempre mucho más poder que la razón”, sentencia la historiadora. Esos son los extremos que combaten en el caso de brujería de Zugarramurdi, por un lado la superchería y los miedos -muy extendidos en la época- y por otro la razón, que introduce el inquisidor Alonso de Salazar (1564-1636). Dos formas de cazar brujas la razón y la fantasía, siendo la segunda la gran ganadora cultural de nuestra manera de ver la brujería.
“Las brujas y el inquisidor trata de un caso de brujería muy famoso en España, el de las brujas Zugarramurdi, y la intervención que en este caso tuvo un inquisidor muy desconocido que fue Alonso de Salazar. Choca que el caso de Zugarramurdi sea tan conocido y el inquisidor que intervino en ese caso sea tan absolutamente desconocido. Pero la realidad es que gracias a su intervención se produjo un cambio de criterio en cuanto a la legislación sobre brujería que acabó para siempre con la persecución de las brujas en España”, explica la escritora.
Alonso de Salazar tuvo un valor enorme diciendo que no creía nada de aquellas cosas que le estaban contando
Este es el propósito de esta novela, recuperar la figura de Alonso de Salazar que en medio de la vorágine brujeril y superchera de su tiempo tuvo el buen juicio de no creer lo que todos creían, lo que todos aseguraban haber visto y lo que, en muchas ocasiones, hasta se autoinculpaban. Esa fue la gran aportación de Salazar a la brujería: la razón. “La sensatez es lo que la razón suele traer consigo. Es decir, todas estas cosas que se están denunciando, todos estos testigos que llegan diciendo que han visto cosas bárbaras porque son horribles. Es decir, las declaraciones sobre crímenes, sobre infanticidios, sobre profanación de cadáveres. ¡Es que hay que leerlas! Alonso de Salazar tuvo un valor enorme diciendo que no creía nada de aquellas cosas que le estaban contando”, afirma Roca Barea.
Pese a que este inquisidor salvó muchas vidas al conseguir que España, antes que otros países, dejara de ejecutar a personas por brujería, la figura de inquisidor que más conocemos es la de Torquemada. “Torquemada responde al arquetipo del malvado inquisidor que está creado desde hace siglos y que ha sido alimentado, abundantemente, por la literatura. Salazar no responde a ese arquetipo de inquisidor horrible, fanático, pavoroso, que da miedo y que mira y todo el mundo se estremece. Es un hombre razonable, humano, que se tomó unas enormes molestias, por decirlo suavemente, para atajar ese mundo de la histeria colectiva que se genera siempre en los casos de brujería”, reflexiona Barea.
Pero en Las brujas y el inquisidor sí que hay un juez que persigue la brujería con fervor: Pierre de Lancre (1553-1631). “Es el juez francés que es esencial para entender la historia, porque los casos de brujería de Zugarramurdi vienen rebotados de la gran persecución que se desarrolla al otro lado de la frontera por Pierre de Lancre. Son dos personajes antitéticos porque Lancre es un hombre que lo cree todo y Alonso de Salazar es un hombre que no cree nada de lo que le están contando en torno a la brujería, ni a las brujas”, asegura la autora.
Salazar no responde a ese arquetipo de inquisidor horrible, fanático, pavoroso, que da miedo y que mira y todo el mundo se estremece
Roca Barea lleva tiempo peleando contra los prejuicios de la Leyenda Negra contra España. “En la historia hay muchos arquetipos que se han instalado y que ya están asumidos por generaciones de tal forma que esto es muy difícil”. Pero no siente que pueda compararse con Alonso de Salazar. “No, yo no soy tan valiente como Alonso de Salazar, ni me he enfrentado a situaciones tan graves como las que se tuvo que enfrentar. No, él es, realmente, un hombre digno de toda admiración”.
Desmontar la relación entre brujería e inquisición asociada a España se consigue en esta novela de Elvira Roca de manera narrativa, pero la historiografía lo tiene claro hace tiempo. En Suiza se estima que murieron condenadas por brujería 980 personas, en Escocia 509 y en Alemania 137, según un estudio de The Economic Journal de la Universidad de Oxford que apunta a que en España se mataron a 23 brujas.
Barea explica que donde más se vivió este fenómeno fue en zonas rurales de países en donde hubo guerra de religiones, allí donde la reforma protestante chocó con el catolicismo, algo que no pasó en España. Sin embargo, la Inquisición española es lo primero que se asocia cuando se piensa en caza de brujas. “La leyenda negra tiene fuentes internas que son muy poderosas que están vinculadas a la monarquía y a la Iglesia y esas dos fuentes internas han seguido generando opinión pública”, explica Barea.