La historia de este misterioso objeto se remonta al siglo II, en Vindolanda, el fuerte legionario situado en el condado británico de Northumberland, Newcastle, que servía de castrum -fortaleza- para custodiar el Muro de Adriano, un extenso complejo defensivo de 117 kilómetros. Allí, se descubrieron numerosos objetos de la vida militar y social de sus moradores y el último ha sido un consolador de madera que se conoce como el primero del mundo romano.
Lo que parecía para muchos una ‘herramienta de costura’, para los arqueólogos de la Universidad de Cambridge, Rob Collins y Rob Sand, es un claro juguete sexual. Así lo han desvelado en su informe Touch wood: luck, protection, power or pleasure? A wooden phallus from Vindolanda Roman fort (Tocar madera: ¿suerte, protección, poder o placer? Un falo de madera del fuerte romano de Vindolanda).
«Tengo que confesar que una parte de mí piensa que es evidente que se trata de un pene«, decía el Dr. Rob Collins, arqueólogo de la Universidad de Newcastle y coautor del artículo, en una entrevista con The Guardian. «Sabemos que los antiguos romanos y griegos usaban complementos sexuales. Este objeto de Vindolanda podría ser un ejemplo».
Ya existían evidencias suficientes de que las representaciones fálicas eran objetos comunes en la Antigua Roma. Incluso los investigadores creen que el uso de pequeños colgantes o pendientes con falos y testículos hechos de madera, piedra, hueso o metal que han aparecido a lo largo de los años no sólo cumplían una función erótica, sino también ritualística, como forma de atraer la fertilidad o purificarse. Es relativamente sencillo descubrirlos en mosaicos, frescos, vajillas o paredes y se han hallado fijados en los muros de edificios públicos y particulares. Pero los más numerosos siempre han sido los portátiles.
Y aunque los falos de grandes dimensiones no son tan frecuentes, y la mayoría de los hallazgos han sido de piedra o de metal, no se descarta la posibilidad de que se pudiesen tallar también en madera, como el único documentado hasta ahora. Lo que ocurre es que la madera se descompone con mayor facilidad y eso aclararía la duda sobre por qué no se había encontrado otro objeto así antes.
De instrumento sexual a mano de un mortero
En el estudio realizado por Collins y Sand, se plantean tres hipótesis sobre su función. La primera es la que ya sabemos: un instrumento sexual. La segunda, que podría ser el componente saliente de un pilar, una estatua o un edificio y la tercera, como mano de un mortero, para moler componentes de alimentos o para fabricar cosméticos o medicamentos; pero por el momento, se quedan con la opción más contundente: «Interpretar el falo de Vindolanda como un instrumento sexual es más difícil y quizás incómodo, para una audiencia moderna», expresan los investigadores. «No obstante, debemos estar preparados para aceptar la presencia de consoladores y la manifestación de prácticas sexuales en la cultura material del pasado», aseguran.
Son varias las curiosidades que rodean a este hallazgo. El falo de Vindolanda mide 16 centímetros y está tallado en madera de fresno joven. Su base cilíndrica es ancha y de forma convexa, con un eje más estrecho y una punta con forma de glande. El supuesto juguete sexual se descubrió por primera vez en 1992, y por entonces, se pensó que se usaba como amuleto de buena suerte para alejar el mal.
El consolador ha sido fechado entre el 165 y el 200 d.C., época que nos sitúa con el emperador Antonino Pío, sucesor de Adriano. Su estado de conservación es «muy bueno» por lo que los investigadores se decantan por pensar que no ha estado a la intemperie mucho tiempo antes de ser tirado al basurero. Sus dimensiones exactas son imposibles de conocer ya que según indican «la madera arqueológica es propensa a encogerse y deformarse, y todas las medidas dadas aquí son posteriores a la conservación, lo que probablemente representa una subestimación de las dimensiones originales», cuentan los autores del informe, que aseguran que este juguete erótico era de una mujer, posiblemente esposa de un alto jefe militar, quien lo guardaba en su casa.
Sin embargo, la pieza presenta un mayor desgaste tanto en la base como en el extremo superior, lo que sugiere que podría deberse a la manipulación como mortero o al uso en contextos sexuales. «Si el falo de Vindolanda funcionaba como consolador, no necesariamente tenía que haber sido utilizado para la penetración», creen Collins y Sand, que agregan: «Acciones como la estimulación del clítoris podrían ajustarse mejor a la forma y el desgaste observados». Aunque también aseguran, que podría haber sido utilizado como un objeto de tortura: «No siempre se usaban por placer… pueden ser complementos de tortura, así que soy muy consciente al usar el término juguete sexual. Esperemos que se haya utilizado para eso. Esa es la posibilidad más emocionante e intrigante», confiesa Collins a The Guardian.