Rusia ha anunciado su retirada de Jersón, una de las regiones anexionadas ilegalmente por unos referéndum farsa y que cayó en manos del Kremlin poco después de la invasión, perpetrada el 24 de febrero de este año. El presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, desconfía de lo que sería un gran triunfo del gobierno de Kiev. En su discurso nocturno, ha dicho: «El enemigo no nos trae regalos… no se va sin más». Zelenski dijo que Jersón y otras zonas ocupadas serán retomadas por Ucrania, pero como resultado de los esfuerzos militares ucranianos. «Tenemos que luchar a nuestra manera», ha añadido.
En una reunión televisada de los altos mandos militares rusos, el ministro de Defensa de Rusia, Serguei Shoigu, dio la orden el miércoles de retirarse de la orilla derecha del Dniéper. El nuevo jefe de las fuerzas rusas en Ucrania, Serguei Surovikin, le habría pedido dar este paso, dada la imposibilidad de abastecer a las tropas en la orilla derecha. Jersón es la capital, una ciudad simbólica para Rusia.
Hace unos días arriaron la bandera de Rusia del edificio gubernamental pero no se detectaron movimientos sustanciales de tropas. ¿Trampa o rendición? era entonces la pregunta. Ahora parece que sí hay indicios de que Rusia va en serio. Otra cuestión son sus intenciones. Es posible que refuercen los ataques contra las infraestructuras con la adquisición de más drones iraníes. Surovikin, que se ganó fama de sanguinario en Chechenia y Siria, no es un militar que acepte derrotas sin tener un plan B.
Según los analistas militares, este paso obedecería a la intención de Rusia de evitar un desastre como el sufrido en Járkov en septiembre y proceder a un repliegue controlado hacia la orilla izquierda del Dniéper, donde pueden protegerse gracia a esta frontera natural. Pero si se confirma es un golpe político para el líder ruso, Vladimir Putin, ya que es una de las regiones recientemente anexionadas, vía de acceso a Crimea. Supondría una cesión de más de 40.000 kilómetros cuadrados.
Otra posibilidad sería que los rusos lo presenten como una concesión con vista a la búsqueda de un acuerdo con Ucrania. En esa línea se interpreta la reacción del presidente turco, Reccep Tayyip Erdogan, que ve con buenos ojos el paso dado por el Kremlin.
Pero en Kiev aún son muy prudentes. El jefe de la administración presidencial ucraniana, Andriy Yermak, ha insinuado en un tuit que Rusia estaba tratando de engañar a Ucrania. «Hay quien se cree muy astuto, pero nosotros vamos un paso por delante».
Del mismo modo, el asesor de Zelenski, Myjailo Podalyak, tuiteó a última hora del miércoles que Ucrania no veía pruebas de que Rusia se fuera a ir sin luchar y que las tropas rusas seguían presentes en la ciudad de Jersón. «Ucrania está liberando territorios basándose en la inteligencia, no en declaraciones televisivas escenificadas».
En un análisis en el Financial Times, Henry Foy, Roman Olearchyk and Felicia Schwartz subrayan que «aunque Jersón sea evacuada rápidamente, es muy poco probable que provoque una huida de las líneas rusas. Al retirarse de la ciudad, que se encuentra en la orilla noroeste (o derecha) del río Dnipro, cerca de su delta del Mar Negro, Rusia pretende reforzar sus defensas al otro lado del río, donde lleva semanas construyendo líneas defensivas, reforzadas por defensas naturales como canales y terrenos húmedos y pantanosos».
«La retirada pondría tres importantes carreteras que se encuentran en el puente terrestre y una serie de emplazamientos logísticos y depósitos de munición rusos al alcance del sistema de cohetes de alta precisión suministrado por Ucrania, amenazando una ruta de suministro crítica que ha alimentado el esfuerzo bélico de Rusia desde la península», señalan los expertos.
El asesor del Ministerio de Defensa de Ucrania, Serhiy Kuzan, ha reconocido que la región de Jersón es «estratégicamente importante desde el punto de vista militar, ya que nos daría el control de la potencia de fuego de las carreteras de Crimea utilizadas como líneas de suministro por los rusos».
Recuperar Jersón puede dar a Kiev argumentos para seguir presionando a los gobiernos occidentales con el fin de que aumenten los suministros de armamento, que están siendo cruciales en su ofensiva contra las tropas rusas. Sin embargo, la desconfianza de Zelenski también apunta a que puede ser una maniobra para que se interprete como una concesión encaminada a un alto el fuego que les lleve a pactar antes de vencer.
EEUU estaría aconsejando a Ucrania que ponga sobre la mesa qué estaría dispuesta a aceptar a cambio de una ayuda a la reconstrucción. Hasta el momento Ucrania no acepta nada que no sea recuperar todos su territorio, incluida Crimea.