El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha recordado que, tras la crisis de 2008, se reforzó la vigilancia del sector bancario para que, al contar con mayores reservas de capital y liquidez, pudiese encarar mejor ‘shocks’ financieros, pero ello no ha vuelto inmune a la banca ante las recientes subidas de tipos de interés.
Así lo demuestran el Silicon Valley Bank (SVB) y la fusión de UBS y Credit Suisse. Pese a esto, el FMI ha dejado claro que la situación no es equiparable a la de 2008. En aquel momento, la mayor parte de los bancos estaban descapitalizados para los estándares actuales, tenían menos liquidez y estaban «mucho más expuestos a préstamos de alto riesgo». Después, la inestabilidad «se expandió rápidamente a las entidades financieras no bancarias y otras firmas por sus interconexiones».
Sin embargo, ahora es distinto, pues no ha sido la carestía de capitales, liquidez o de un balance sólido la que han causado las turbulencias, sino la «confluencia de una subida de tipos acelerada y abrupta» y el crecimiento desordenado de algunas instituciones financieras «que no estaban preparadas para estos incrementos», según el análisis del FMI.
Al mismo tiempo, ha observado que los problemas en entidades más pequeñas «pueden lesionar la confianza de los mercados financieros», especialmente si la inflación continúa mermando los activos en posesión de los bancos. De hecho, el FMI ha comparado la situación actual con la caída en 1984 del Continental Illinois National Bank and Trust Co. Este banco era el mayor de la historia de Estados Unidos en aquel momento.
Si los problemas en el sector financiero amenazan «con graves repercusiones» al resto de la economía, será necesario reorientar la política monetaria para mitigar estos riesgos. En cuyo caso, los bancos centrales «deberán reiterar claramente su objetivo de devolver la inflación» al entorno del 2% «tan pronto como sea posible», una vez el estrés financiero se contenga» para «mantener la confianza», ha indicado el organismo
Riesgos al alza
Asimismo, ha apuntado que los últimos acontecimientos en la industria han encarecido los costes de financiación de los bancos y «podrían derivar perfectamente» en un menor acceso al crédito. Sin embargo, el FMI ha señalado que las condiciones financieras no se han endurecido de forma considerable e, incluso, son más laxas que en octubre.
Según el FMI, los inversores «apuestan por un escenario bastante optimista«, en el que la inflación se modere «sin muchos más» alzas de tipos. A pesar de que el mercado estima las probabilidades de una recesión como «altas», también espera que su intensidad sea «modesta».
No obstante, esto podría cambiar si hay un repunte de la inflación que modifique sus previsiones de evolución de tipos. Entonces, la confianza podría verse comprometida y se limitaría el acceso al crédito para bancos y entidades financieras no bancarias, según el organismo.
Por su parte, los bancos de las principales economías emergentes no se han contagiado de la inestabilidad financiera en Europa y Estados Unidos, pues muchos de estos están «menos expuestos a los riesgos asociados a la subida de tipos», pero, por lo general, «cuentan con activos de menor calidad crediticia», y, algunos, «tienen una menor cobertura de depósitos».
Asimismo, las vulnerabilidades fruto de las elevadas deudas públicas están «presionando» a los mercados emergentes y fronterizos con calificaciones más pobres, con «potenciales efectos spillover hacia sus sectores bancarios».