El Ministerio de María Jesús Montero se muestra optimista respecto a la posibilidad de sacar adelante sus terceros Presupuestos Generales del Estado. Lo que parecía un imposible hace un año, hasta el punto de dar por hecho que no habría nuevas cuentas para un 2023 marcado por un ciclo electoral de alta intensidad, es para Hacienda un objetivo al alcance de la mano. El gran escollo es y será el gasto de Defensa, para lo que aseguran tener una vía con la que asegurarse el apoyo de sus socios de Gobierno, Unidas Podemos, pero no así la de los habituales sostenes parlamentarios, esto es, Bildu y ERC. Más optimistas se muestran, en cambio, con la disponibilidad del PNV.
Para ello «habrá que negociar y buscar los votos o las abstenciones en otros grupos», señalan fuentes de Hacienda mirando hacia las formaciones de la oposición. Y si bien creen que el PP «en cuanto huele sangre, vota en contra, esto se hace como siempre negociando y negociando». A fin de cuentas, recuerdan, Bildu y ERC «se oponen sistemáticamente a los Presupuestos de la Casa Real«, aunque finalmente respalden el conjunto del proyecto.
Sin mayorías absolutas
Hay que destacar que, superado el trámite de enmiendas a la totalidad, las cuentas pasan el escrutinio de la Cámara Baja capítulo a capítulo. Con que uno de ellos sea rechazado, se devuelve el texto al Gobierno. Si no hay sorpresas, el último acto parlamentario en el Congreso es la votación de la totalidad del texto para remitirlo posteriormente al Senado. Si no hay modificaciones se le da por aprobado sin necesidad de una nueva votación.
Pero para ninguna de las etapas de ese proceso son necesarias mayorías absolutas, de ahí la confianza de Hacienda de poder serpentear el rechazo de Bildu y ERC a un incremento presupuestario del Ministerio de Margarita Robles echando mano de otras fuerzas políticas como Ciudadanos o, incluso el PP, a pesar de la eterna voladura de puentes entre el Gobierno y el primer partido de la oposición.
Montero mantiene su calendario de llevar las cuentas del Estado al Congreso a finales de este mes o principios del que viene, para lo que necesita cerrar un acuerdo en el seno de la coalición gubernamental. Negocia con el secretario de Estado de Derechos Sociales, Nacho Álvarez, y el director de Gabinete de Yolanda Díaz, Josep Vendrell. En todo caso, los grandes escollos se solventan en instancias más altas, antes entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, y ahora con la vicepresidenta segunda, aunque aún no se ha llegado a ese punto.
Unidas Podemos asegura, en cambio, que la negociación en el Gobierno «está bastante atascada»
Pero el optimismo del que hace gala Hacienda no se compadece con la versión que ofrece Unidas Podemos. Aseguran fuentes del sector morado del Ejecutivo que la negociación presupuestaria «está bastante atascada, el ritmo no es el que queremos».
No es la primera vez que la negociación entre los socios viene precedida de enormes tiranteces para alcanzar in extremis un acuerdo. Hace un año fue a cuenta de la Ley de Vivienda, lo que obligó a una interlocución a varias bandas participada por Sánchez y Díaz, a la que también se incorporaron los ministros Félix Bolaños e Ione Belarra y todo ello en el mismo martes en que el Consejo de Ministros debía aprobar el anteproyecto de Presupuestos.
Álvarez y Vendrell presionan para agilizar una aproximación y cumplir el calendario marcado. Hasta hace poco los morados vinculaban las cuentas para 2023 con la preterida reforma fiscal. Hacienda se compromete, a lo sumo, con alguna modificación parcial, pero los morados tienen ahora sobre la mesa el sapo del incremento presupuestario en Defensa.
Hacienda defiende que el Programa Especial de la Defensa, si bien va en el Presupuesto, no afecta al techo de gasto por lo que las partidas sociales no se ven afectadas por el incremento comprometido con la OTAN.
Otra cosa, aducen, son las subidas salariales de las Fuerzas Armadas y de gasto corriente, a las que Unidas Podemos no se opone. «No compite con las políticas sociales», insisten desde Hacienda. Pero primero tienen que convencer a sus socios y luego a las fuerzas políticas de la mayoría de la investidura «y aquí estamos hablando de cosas de matar», dicen en Podemos. «No se nos ocurre qué se puede ofrecer a cambio para olvidar eso», agregan.