Durante la guerra rusa en Ucrania se han registrado sabotajes en territorio de la Federación Rusa, pero este lunes, por segunda vez en 21 días, la base aérea de Engels-2, en la región de Saratov, a 600 kilómetros de la línea de frente, ha sido atacada con drones. Tres militares murieron en la sorprendente acción que demuestra que Rusia es vulnerable en su propio territorio. Los ucranianos han podido adentrarse tanto, 600 kilómetros, y dos veces seguidas. El efecto que generan este tipo de acciones es generar la incertidumbre y la confusión en el enemigo. ¿Cómo es posible que lo consigan y que lo hagan dos veces en apenas tres semanas?
El ejército ruso se ha visto forzado a trasladar una decena de sus bombarderos estratégicos a otras instalaciones en el Extremo Oriente, según un portavoz de la Fuerza Aérea ucraniana. El ataque coincidió con la víspera del 107 aniversario de la creación de la unidad de defensa aérea rusa. Otro ataque similar tuvo lugar el pasado 5 de diciembre. Todo indica que Ucrania seguirá con ataques de este tipo mientras espera recibir más ayuda de sus aliados occidentales.
El hecho de que sea en territorio de la Federación Rusa donde ataca ahora Ucrania marca un punto de inflexión. Es muy relevante que no se trata ya de la zona fronteriza, sino de un aeropuerto estratégico a 600 kilómetros del frente.
Según la Revista Ejércitos, «lo más factible es que se trate de un Tu-141 Strizh modificado para mejorar el posicionamieto y guiado. Es un dron de diseño soviético producido en los años 70 y 80, que vuela a una velocidad de 700 kilómetros por hora y se mantiene a 1.300 metros».
Los drones se han convertido en un elemento crucial en la guerra. Rusia recurre a los iraníes para atacar la infraestructura energética de Ucrania. Y el gobierno de Kiev cuenta con profesionales muy preparados desarrollando y perfeccionando modelos ya conocidos. La Inteligencia ucraniana se ha servido de los drones. Incluso se han empleado drones comerciales, modificados para hacer reconocimiento y con fines letales.
El experto Juan Luis Chulilla, creador de www.portierramaryaire, explica en el podcast Global Strategy, cómo Ucrania empezó a organizarse en la guerra del Donbás. Grupos de voluntarios empezaron a ensayar con drones. Así surgió, por ejemplo, ArmySOS, que ha impulsado los Valkyrie. Otro caso de éxito es el R18 de Aeorozvidka.
En cuanto a la incursión en territorio ruso, como dice James Snell en The Spectator, «es improbable que cesen los ataques ucranianos dentro de Rusia. Los países dedican su tiempo a planificar posibles conflictos. Y en el caso de Ucrania, solo un país de entre sus vecinos cercanos iba a intentar invadirla. Desde 2014, cuando Rusia invadió Ucrania por primera vez, la inteligencia ucraniana ha estado haciendo planes detallados y creando equipos precisamente para este tipo de operaciones, con o sin misiles de mayor alcance de Estados Unidos o del resto de la OTAN». Así seguirán mientras Rusia persista en su intento de acabar con Ucrania como país independiente. «Si quieren que Ucrania no les lance drones, han de parar la guerra», concluye Snell.
Cuando negociar es «desnazificar»
Y el Kremlin insiste en que su objetivo es «desnazificar y desmilitarizar» Ucrania, según ha señalado el ministro ruso de Exteriores, Serguei Lavrov, en una entrevista con la agencia Tass. Lavrov acusa a la OTAN de querer vencer a Rusia en el campo de batalla para destruirla. Y reafirma que el Kremlin logrará que Ucrania acepte sus demandas o será derrotada.
Este fin de semana el líder ruso, Vladimir Putin, volvió a aludir a las «negociaciones con todas las partes» para poner fin al conflicto, al que ya refiere como «guerra» en alguna ocasión. Pero cuando menciona esas «negociaciones» nunca alude a Ucrania como contraparte. Como señala el Instituye for the Study of War, Putin no ofrece negociar a Ucrania sino sobre Ucrania. Es decir, se trata de una campaña de desinformación para sembrar la división entre los aliados de Kiev.
El ministro ucraniano de Exteriores, Dmitro Kuleba, ha aludido a la celebración de una conferencia de paz, con mediación de la ONU, el próximo mes de febrero, siempre y cuando la Federación Rusa acepte que hará frente a sus crímenes ante un tribunal.
El presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, presentó ante el G-20 un decálogo en el que habría de basarse un acuerdo de paz. Los principales puntos son: el respeto a la integridad territorial de Ucrania; la retirada de las tropas rusas de todo el territorio ucraniano y compensaciones por los daños causados. Además, planteó que Ucrania obtenga garantías de seguridad para eviar nuevas agresiones.
Las posiciones son antagónicas y sobre el terreno sigue la contienda. Es especialmente dura, en palabras del propio Zelenski, en Bajmut, objetivo prioritario de las tropas de Wagner, que se han propuesto conquistar la ciudad cueste lo que cueste. Los ucranianos resisten fieramente. Zelenski fue a visitarles hace unos días y llevó una bandera firmada por los combatientes al Congreso de EEUU.
En Lugansk, otra de las provincias anexionadas ilegalmente por Putin, las fuerzas ucranianas están cerca de tomar Kreminna. El gobernador regional de Lugansk, Serhiy Haidai, ha confirmado que los combatientes rusos habían tenido que retirarse a Rubizhne, a pocos kilómetros al sureste.
Los avances ucranianos en el este no evitan que la población siga estando sometida a los recortes de luz, agua y calefacción, y al temor por los bombardeos. En toda Ucrania han sonado este martes las alarmas antiaéreas. El presidente Zelenski ha insistido estos días que «Rusia ha perdido todo lo que ha intentado tomar este año», de ahí que no descarte que esté preparando una ofensiva a gran escala. De ahí que en su viaje reciente a EEUU haya insistido en que es imprescindible que sigan recibiendo su ayuda, ahora que debaten una nueva partida de 45.000 millones de dólares.