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entre la desidia de Sánchez y la presion de Bildu

Es un vaso muy colmado. Las gotas de paciencia se han ido acumulando pero no parece que vaya a desbordar. No por ahora. El PNV sabe que está abocado a aguantar pese a todo, que la alternativa es peor y que por el momento sólo puede patalear, publicitar su malestar como socio preferente de un Gobierno, el de Pedro Sánchez, que no cumple sus compromisos con la formación nacionalista. Lo viene haciendo en los últimos meses.

Lo volvió a dejar claro en el Pleno de Política General del pasado jueves el portavoz del partido, Joseba Egibar. Aseguró que Sánchez está “abusando” de la responsabilidad del PNV, dijo y eso «tiene un final». Acusó al presidente del Gobierno de estar aprovechándose de que la alternativa PP-Vox ahuyenta aún más a los nacionalistas vascos que resignarse a seguir siendo aliados de un Ejecutivo que no responde a sus advertencias. Llevan meses afirmando que Sánchez no puede  esperar contar siempre con su apoyo: “Tendremos que ver hacia dónde nos dirigimos”. Por el momento, el PNV se ha limitado a amenazar con la boca pequeña. Su apoyo a Sánchez continúa sin cambios a la hora de votar y reiteran que continuarán, pese a todo, manteniéndole.

El presidente del partido, Andoni Ortuzar, aseguraba ayer que están cansados de la «desidia», del ritmo «caribeño» de Sánchez en cumplir sus acuerdos. En particular, el referido al cumplimiento del Estatuto vasco. De nuevo, el líder nacionalista vuelve a sacar la amenaza de una enmienda a la totalidad en la negociación de los presupuestos si la situación no cambia. Una negociación con el PNV que volverá a tener el cumplimiento del Estatuto de Gernika como una prioridad: «No puede ser que nosotros paguemos al contado y Sánchez a cuenta», aseguró en declaraciones a Deia.

Es un sentir extendido en Sabin Etxea, atrapados en el malestar con el Ejecutivo central mientras el deshielo con la alternativa que pudiera representar el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, espera su momento. El presidente del PNV y el líder popular aseguraron que se verían por primera vez tras el verano. Por el momento no hay fecha, sólo alguna conversación telefónica y afirmaciones de buscar un restablecimiento de relaciones pero sin que nadie pueda esperar un volantazo en las alianzas. En el PNV aseguran que los deseos del ‘reencuentro’ PNV-PP proceden más de sectores afines al PP en Madrid que de una aspiración recíproca. Sin duda, las frías relaciones con los populares vascos pesan sobremanera y más aún vislumbrar a Vox en una hipotética alternativa para tumbar al Gobierno actual tras las elecciones generales. 

Por el momento, el PNV aguantará como apoyo a Sánchez. Una ruptura tendría además efectos colaterales muy negativos para un partido que gobierna en coalición con el PSE en todas las principales instituciones vascas. En mayo la cita con las urnas aspira a revalidar esa alianza sólida entre jeltzales y socialistas en consistorios e instituciones forales. El apoyo se agotará hasta el final pese a la incomodidad pero buscando siempre que al menos aporte resultados tangibles.

Freno al Estatuto de Gernika

El lehendakari, que no ha hablado con Sánchez desde el pasado mes de marzo, no pierde ocasión para recordarle que la causa principal del malestar del partido es el incumplimiento del calendario de cesión de transferencias del Estatuto de Gernika acordado en 2020. No en vano, lograr el desarrollo íntegro del Estatuto de Gernika se vio como algo factible con el Gobierno Sánchez y una gran compensación que arrancar al frágil Ejecutivo por apoyar su investidura.

El tiempo ha demostrado que aún queda lejos de lograrse y que en apenas un año de legislatura que resta parece complicado que el cronograma acordado pueda cumplirse. Más aún cuando el propio presidente Sánchez ha reconocido en más de una ocasión la dificultad de completar algunas de las transferencias. Por el momento, las quejas vertidas en la Cámara de Vitoria parecen haber vuelto a reactivar los contactos en algunas de las negociaciones, como la cesión de los trenes de Cercanías.

El PNV lo intentará hasta el final. El lehendakari ha vuelto a reclamar la constitución de una comisión permanente con el Gobierno para abordar esta cuestión. Lo hizo el jueves pero por ahora sólo ha recibido buenas palabras, ningún compromiso.

El pulso de la relación volverá a hacerse evidente hoy ante decenas de miles de simpatizantes que se reunirán en Foronda, bajo el lema ‘Goazen’ (Vamos) en el ‘Alderdi Eguna’ o ‘Día del Partido’ con el que todos los años arranca el curso político. Este no es uno más. En Euskadi la formación se jugará revalidar la amplia cuota de poder que ahora ostenta, la mayor de su historia: Gobierno vasco, tres diputaciones forales y las tres capitales vascas, además de la mayoría de municipios. En mayo en Euskadi habrá elecciones municipales y forales, no autonómicas.

En ellas el pulso lo librará con una sólida EH Bildu que ha logrado consolidar su base electoral y que afronta la cita electoral con los sondeos favorables y sin apenas desgaste en el País Vasco por su papel como socio preferente de Pedro Sánchez. La coalición hizo público ayer que irá a por todas en las elecciones de mayo y ha anuncia que Maddalen Iriarte, la actual portavoz de la izquierda abertzale en el Parlamento Vasco, disputará la diputación de Gipuzkoa.

Sin nuevo ‘estatus vasco’

La izquierda abertzale no sólo ha logrado ‘institucionalizarse’ y cerrar acuerdos que han sombreado el papel casi exclusivo que ocupaba el PNV como partido de logros para el País Vasco en Madrid, sino que ha sabido hacerlo sin perder base electoral e incluso arrebatándosela a Elkarrekin Podemos.

En EH Bildu apenas se escuchan críticas a Pedro Sánchez y su Gobierno. En el otro socio vasco del Ejecutivo, el PNV, cada vez más. Urkullu ha vuelto a reclamarle las competencias “que nos corresponden” y entre ellas algunas como el régimen económico de la Seguridad Social recogido en el Estatuto de Gernika.

En los que las dos sensibilidades nacionalistas han dado un paso atrás es en sus discursos más soberanistas. Con la pandemia y la crisis económica e internacional como principal inquietud de la ciudadanía no parecía adecuado situar en el foco las aspiraciones de un nuevo encaje territorial. Muestra de ello es el escaso o nulo impulso dado al ‘nuevo estatus’ vasco acordado, al menos en sus bases y con borradores de texto articulado, la pasada legislatura. En el actual mandato autonómico el proyecto ha continuado en un cajón y así parece que continuará por ahora.

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