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“Es el periodo de mayor incertidumbre de la Historia”

Es un diagnóstico inquietante. El progreso imparable como amenaza para el hombre, para su libertad y su felicidad. El avance de la inteligencia artificial atenazando sociedades occidentales adormecidas, infantilizadas e individualistas, que conviven en un contexto globalizado junto a sociedades y grandes corporaciones disputándose el control del mundo en una realidad contaminada de postverdad y manipulación mediática. El coronel del Ejército de Tierra y diplomado de Estado Mayor, Pedro Baños –actualmente en la reserva- ha publicado ‘La Encrucijada mundial. Un manual del mañana’ (Editorial Ariel) en el que, tras analizar la imparable era digital actual plantea posibles soluciones y un manual de supervivencia ante los cambios que están aún por venir.

Afirma que la revolución que no ha hecho más que asomar estará marcada por el poder de la inteligencia artificial en todos los ámbitos, desde la biotecnología a la neurociencia, el ocio o la economía. Una transformación frente a la que llama a reaccionar y prepararse con una suerte de “revolución de la sociedad civil” que permita controlar su impacto y los límites de su desarrollo.

Baños sitúa en la pandemia y en la actual guerra en Ucrania los dos puntos claros de inflexión que deberían llevar a la humanidad a reflexionar. Recuerda que se ha demostrado que actualmente la economía se ha convertido en una “herramienta de guerra” y el control de la población a través de las distintas aplicaciones de la inteligencia artificial está más cerca. Una aspiración que prevé más sencilla en unas sociedades cada vez más atomizadas, centradas en el individuo con “relaciones interpersonales que se han deshumanizado y han pasado a ser virtuales”. Sociedades más fáciles de dominar que, en muchos casos, avanzan en procesos de evidente “infantilización” a causa de “la pérdida de la responsabilidad individual, unida a un exagerado paternalismo estatal y la aparición y desarrollo de la cultura terapéutica que ha eliminado la responsabilidad individual”.  

Subraya que desde la crisis de 2008 las sociedades democráticas han sufrido un deterioro, en particular en la confianza de la ciudadanía en sus instituciones y gobernantes. La globalización ha añadido a ello una sensación cada vez más presente de “falta de pertenencia y desarraigo identitario”.

Cuatro aspectos definen el momento actual, según el autor, la globalización, la post verdad, la manipulación mediática y el progreso tecnológico. “Una inadecuada combinación de estos elementos ha dado lugar al periodo de mayor incertidumbre de la Historia”.

Solos e infantiles

La cada vez mayor tecnologización de las sociedades, unido a su progresiva atomización de las unidades convivenciales ha agravado el grado de soledad en occidente: “Es ese uno de los más graves problemas a los que se enfrenta la sociedad de nuestros días, la soledad”. Lo es tanto por el alargamiento de la esperanza de vida como por la tendencia al individualismo, “cuando el ser humano es social y necesita a otro para su desarrollo”.

Es en este contexto donde alerta del impacto que puede tener otro de los elementos que van a definir la sociedad del futuro: el metaverso. Estos entornos virtuales, donde avatares personales establecerán relaciones comerciales, sociales y de ocio estarán “creados, dirigidos y controlados por personas o corporaciones”, recuerda. Un siguiente paso de la realidad virtual que llevará a los ciudadanos a una suerte de “bilocación” en su vida cotidiana que derivará en “una especia de esquizofrenia metafísica que generara ansiedad, aislamiento social y deterioro cognitivo”. Baños asegura que el metaverso “no se detendrá nunca, allí, como aquí, la vida continuará, estemos o no en él”.  

Ante el progreso imparable apunta que no se le debe tener miedo, sino que hay que adaptarse a él. La tecnología per sé no es “ni buena ni mala”, depende sólo de su uso. En ‘La encrucijada mundial’, Baños propone un manual de supervivencia y un “decálogo” para afrontar la transformación que se viene “para que el avance del mañana no se convierta en retroceso”.

Una «burda réplica» de la inteligencia natural

Los define como “asideros” necesarios a los que deberá agarrarse el ser humano para cuando todo cambie a una velocidad de difícil absorción. Apela a la importancia de reforzar los entornos presenciales, pero también los virtuales para que sean “amables y sostenibles”. Ante los avances que el desarrollo tecnológico ponga ante nosotros pero que “no nos hagan la vida más llevadera ni a ser más felices”, urge a descartarlos.

Defiende que en realidad la inteligencia artificial que se esconde detrás de todos estos cambios del paradigma del mundo actual y el futuro debe imponerse la inteligencia natural: “La inteligencia artificial sólo es una burda replica”, apunta. El desarrollo de las capacidades personales será una necesidad: “A la inteligencia humana le queda mucho camino por recorrer”.

Un decálogo en el que no se llama a rehuir los problemas sino a afrontarlos y a trabajar la introspección personal, los valores y principios humanos para abandonar el individualismo y aislamiento y soledad al que está abocando a las sociedades occidentales: “lo material no se puede anteponer a lo espiritual”. Por último, considera que es imprescindible plantear una correcta gestión de los cambios por llegar, aplicar una visión estratégica de “adonde queremos que nos lleven”: “Hay que aplicar siempre el filtro del sentido común y huir de señuelos tecnológicos que buscan controlarnos”.

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