No existe un placer igualable al de descubrir un lugar y llevarse una sorpresa. Y recomendarlo a amigos y conocidos como si nada de lo que hayan consumido hasta el momento mereciera la pena, como si jamás fuesen a encontrar nada igual, seguros de que también les encantará, les guste lo que les guste. Más aún tratándose de una heladería: acierto seguro. ¿A quién no le hace feliz un (buen) helado en verano?
Si además el sitio en cuestión carece de pretensiones, está apartado de las zonas turísticas, se trata de un negocio familiar y el producto está elaborado de forma artesanal… El crush puede ser total. Uno puede llegar a desear recorrer los 400 kilómetros que le separan del objeto de deseo, qué más da que Madrid presuma de poder ofrecerlo todotodo si no tiene yuzu ni chocolate azteca. No digo que me haya pasado. O… sí.
La heladería Marconata abrió en junio de 2020, tras retrasar su estreno por la crisis del coronavirus, en el barrio granadino de Albayda. Su dueño, Javier Sújar, enfrentó recién estrenado su negocio el cierre forzoso derivado de las restricciones por la pandemia, y después ha sufrido robos, incluido un alunizaje y dos de mobiliario. Pero ahora las colas que se extienden desde la puerta de la heladería, grupo a grupo a lo largo de la calle Ovidio -ellos se encuentran en el número 2- y doblando la esquina hacia la avenida Federico García Lorca, parecen buscar compensar ese esfuerzo inicial.
El barrio quería helado. Y Marconata no solo ha llegado para revitalizar una zona alejada del centro de Granada, hasta hace unos años residencial -entre la Chana y la zona norte, muy cerca de la estación de autobuses-. También está demostrando nadie inventa el dulce frío igual que su creadora, y que puede hacer la competencia a la histórica Los Italianos aun estando a varios kilómetros del centro histórico.
La clave de Marconata está en su producto. De eso se encarga ella, la heladera Inés Vega, cuñada de Sújar y ganadora de cinco de los seis premios en el Campeonato de Heladería Artesana 2022, incluido el de mejor sabor. Por eso, aunque el cliente pueda optar por algunos tradicionales como el chocolate con leche, el turrón o la vainilla, o afrutados como el limón, la fresa o el mango, cometería un error si no probase las creaciones más originales de la artesana.
Vega se hizo con los premios del Campeonato de la categorías mejor cubeta, mejor sabor elegido por el público, mejor sabor por el jurado, mejor copa helada, mejor mesa buffet y en la de mistery box. El sabor que resultó ganador fue un helado de chocolate con mantequilla tostada acompañado de una ganache de chocolate al brandy, un veteado de naranja y azahar, y crocante de pistacho, un atrevimiento que está presente en la oferta de Marconata.
Para mí por encima de todo está el yuzu. El helado de este limón típico japonés que ahora también se cultiva en Granada es sutilmente ácido y está aderezado con un toque de hierbabuena. Nunca pido helado de limón, pero no está demasiado ácido y me recuerda a un sorbete o a una bebida en la playa. ¿Es el que hay que probar? Mmmmmmm… Elegir es complicado.
Por desgracia para el bolsillo, la heladería cuenta muchas otras maravillosas sorpresas. El de ricotta con higos, el de leche quemada, el de crema al huevo con piñones o el de tocino de cielo con yogur. El de Pionono, para los amantes de este postre granadino, o el Capricho de la duquesa, con base de yogur y recubierto de una crema de fresas crujientes.
Los helados disponibles también dependen de la temporada y por eso no siempre pueden encontrarse en Marconata algunas de sus especialidades como el de yuzu, chirimoya de Motril, pistacho de Bronte (Sicilia) o el de la baya amazónica açai, que se prepara con plátano. Sin embargo, la estacionalidad de las frutas también trae consigo sorpresas: este verano ha llegado el de aguacate con un toque de anís, una mezcla que a priori suena complicada pero que después no resulta tan diferente a cualquier otro helado afrutado.
Además, Vega recrea desde cero sabores como la Nutella, las barritas Happy Hippo, el Kinder o el de galletas Oreo o el de las barritas Snickers -de toffee, cacahuetes y chocolate, que aqui se llama New York-. «El de Nutella es un helado con avellana de Piamonte espectacular al que le
echamos crema de avellana con chocolate casera», explicó la heladera en conversación con El Independiente en el que explicaba cómo diferenciar un helado artesano de otro que use preparados industriales. En ese sentido, contó cómo de Kinder es un
helado con cobertura de chocolate blanco y encima crema avellana con chocolate -otro de los que hay que probar-.
La heladera favorita del cocinero Dani García prepara las cubetas dulces en su obrador en Vélez Málaga directamente para Granada. Además de helado -lo hay vegano, sin gluten y sin azúcar, también los cucuruchos-, el cliente puede llevarse a casa tartas heladas que se hacen por encargo, una crema chocolate para el helado, batidos y granizados de mango y de limón. Y si no le pilla cerca o tiene el día perezoso, tienen servicio a domicilio.