Era un debate desigual en su duración desde el mismísmo comienzo pero se hizo progresivamente evidente cuando comprobamos que el presidente del Gobierno no iba a desaprovechar la ocasión de intentar machacar sin límite de tiempo a quien no disponía más que de 15 minutos en su intervención inicial y de cinco minutos en su réplica, aunque luego la generosidad del presidente del Senado prolongó algo más ambas intervenciones.
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