La Guardia Civil comprará otras tres patrulleras de alta velocidad para avanzar en la renovación de la «envejecida» flota con que cuenta su Servicio Marítimo y poder disponer de embarcaciones más rápidas y más resistentes para hacer frente con más garantías al narcotráfico, al crimen organizado y a las mafias dedicadas a la inmigración legal. Los futuros barcos contarán con lanzagranadas.
Con un presupuesto de 7,5 millones de euros, la Dirección General acaba de sacar a concurso la contratación del suministro de tres nuevas patrulleras con una eslora de entre 17 y 18,5 metros y una manga que no podrá superar los cuatro y medio, debiendo estar dotados con sendos motores de 1.800 caballos de potencia cada uno. De cumplirse el calendario, dos se recibirán en 2024 y la otra en 2025.
Hace diez meses, el Cuerpo que dirige María Gámez ya encargó otras dos embarcaciones de este tipo al astillero Aislamientos Térmicos de Galicia SA -con sede en Moaña, Pontevedra- por 4.598.000 euros. La misma licitación incluía el suministro de dos patrulleras medias todo tiempo, adjudicándose su construcción a otra compañía gallega -Rodman Polyships SAU- por 6.171.000 euros. En ambos casos, el periodo de ejecución se pactó en tres años, por lo que no se dispondrá de dichas unidades hasta finales de 2024.
El Servicio Marítimo de la Guardia Civil cuenta con una flota «muy envejecida», como demuestra el hecho de que una tercera parte de sus barcos tiene más de 20 años de antigüedad. Atendiendo a razones técnicas y de seguridad, la vida útil de estas embarcaciones medias de alta velocidad se fija en 15 años, plazo holgadamente superado por muchas de los que están hoy en servicio.
«Las citadas embarcaciones en muchos casos incumplen las condiciones de acomodación necesarias para los servicios que prestan y, además, las horas de navegación efectuadas han sobrepasado las expectativas iniciales, obligando a plantear las necesarias renovaciones exigibles a sus motores e hidrojets, descatalogados en el caso de los primeros», reconoce la Dirección General en el pliego de cláusulas administrativas particulares que regula el concurso. Y añade: «Todo ello implica inversiones que superan con mucho el valor residual de las mismas, al encontrarse éstas con su vida útil sobrepasada, lo cual desde el punto de vista económico es del todo ineficiente».
Embestidas de narcotraficantes
La empresa que se adjudique el contrato tendrá que construir el casco, la cubierta y los mamparos de las patrulleras en aleación de aluminio y no en poliéster reforzado con fibra de vidrio como los actuales, en un intento de que aquéllas ofrezcan más resistencia en caso de ser embestidas por embarcaciones dedicadas al tráfico de droga durante las persecuciones que puedan llevarse a cabo. El empleo de dicho elemento metálico propiciará también que los barcos aumenten su vida útil (entre 20 y 25 años).
La Guardia Civil busca también disponer de patrulleras más rápidas, dados los medios cada vez más sofisticados que utilizan las organizaciones criminales para la consecución de sus fines. En este sentido, se exige que puedan mantener al menos durante una hora una velocidad máxima superior a los 55 nudos (101,86 kilómetros por hora) con un estado de carga del 75 % de todos los consumos y toda la tripulación a bordo en condiciones de mar llana y viento en calma, según se detalla en el pliego de prescripciones técnicas.
Las tres futuras patrulleras costarán unos 7,5 millones de euros y se entregarán entre 2024 y 2025
Las futuras embarcaciones se adscribirán a los servicios «más afectos a la lucha contra el narcotráfico, el crimen organizado e inmigración ilegal» y dispondrán de armamento. Como en las encargadas en noviembre de 2021, las tres patrulleras contarán concretamente con un lanzagranadas automático Santa Bárbara Lag-40 o similar, cuyo suministro correrá por cuenta de la Guardia Civil.
Construido en aluminio o acero inoxidable, los barcos deberán contar con un arco para las antenas que estará ubicado sobre el techo del puente de gobierno. Entre los sistemas con que estarán equipados se incluye un radar de navegación de 96 millas de alcance y la pre-instalación del sistema optrónico giro estabilizado de visión nocturna, entre otros.
Con una tripulación prevista de cuatro personas, la embarcación garantizará alojamiento para dos personas mediante dos literas de al menos 1,90 por 70 y dispondrá de cámara-comedor y cocina equipada. Cuando se eche al mar deberá portar una balsa salvavidas para seis personas.
El precio será el principal criterio que se tendrá en cuenta a la hora de valorar las ofertas que pujen por el contrato (50 %). También se ponderarán las posibles mejoras que propongan los astilleros en relación al incremento del plazo de garantía inicial (dos años), la autonomía, la velocidad máxima y de planeo o la reducción del círculo de evolución, entre otras.