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La loca burbuja de los conciertos: ¿por qué las entradas son tan caras?

Se anuncia un gran concierto al que quieres ir. ¡Entusiasmo! Intercambias mensajes con amigos. Se anuncia el precio de las entradas. ¡Decepción! Nuevo intercambio de mensajes. Las entradas son caras pero, qué diablos. Vuelves a: ¡Entusiasmo! A las 10 de la mañana y cuatro minutos, las entradas más baratas se han agotado y las más caras son disparatadamente caras. Vuelves a: ¡Decepción!

Estos son las fases que atraviesan millones de personas cada semana. Y nos dicen dos cosas: que los conciertos multitudinarios viven una etapa de gloria y que esa gloria tiene un precio que no estábamos acostumbrados a pagar.

¿Por qué las entradas son tan caras?

La causa más evidente es el incremento en los costes de producción, de los viajes y en el precio de la energía provocados por la guerra en Ucrania, a los que se suma la inflación.

Estas circunstancias afectan a todos los sectores económicos: todo está más caro que hace un año. Pero además la música en directo ha incorporado algunos factores propios. Para empezar, las entradas valen más que hace 20 años por los gastos de gestión que aplican los portales de venta online y por la implantación de los precios dinámicos.

¿Por qué los gastos de gestión son tan elevados?

El precio base de una entrada es la parte que se lleva el promotor del concierto; la comisión por la gestión es lo que recibe el vendedor online.

Según los vendedores de tickets, el mantenimiento de su tecnología y su infraestructura tiene un coste que provoca que, en realidad, el porcentaje de su beneficio esté muy ajustado. Joe Biden y The Cure no creen lo mismo: el año pasado, el presidente de EEUU aseguró que los gastos de gestión de los conciertos son «injustos, engañosos y caros» y se comprometió a «tomar medidas enérgicas contra esas tarifas»; Robert Smith, líder de The Cure, obligó la semana pasada a la ticketera de su próxima gira a bajar estos costes bajo la amenaza de suspender su contrato, después de que muchos de sus fans protestaran porque, en algunos casos, los gastos de gestión eran más elevados que el propio precio base de la entrada: The Cure ofrecían entradas a solo 20 euros, pero con la gestión el precio final superaba los 40.

¿Qué son los precios dinámicos?

Los precios de las mejores entradas del recinto, no más de un 10% del aforo, según las empresas del sector, pueden estar sujetos a una variación en función de la demanda. Este algoritmo ya lo conoces por las aerolineas, los hoteles o Uber y Cabify, y desde hace cinco años se ha introducido en la venta de entradas en España.

La consecuencia es que su precio puede llegar a multiplicarse por 10, y por eso nos encontramos asientos a más de 700 euros que no son de reventa. En EEUU, el precio llega a 6.000 euros: ese fue el caso de la nueva gira de Bruce Spingsteen, que provocó la decepción de sus seguidores hasta el punto de que una revista decana en el fanatismo por el músico, Backstreets, ha cerrado por el desengaño, tras 43 años de culto al Bruce del Gran Poder.

¿Aplican todos los artistas precios dinámicos?

No. Los precios dinámicos son más frecuentes entre los grupos que tienen una gran masa de fans (a los que exprimir), en conciertos en recintos grandes como palacios de deportes y campos de fútbol, o en teatros, pero es el artista quien decide si se implanta el sistema o no.

Las vendendoras de tickets argumentan que los precios dinámicos son su herramienta para combatir la reventa y el «expolio al fan» (no es una ironía). El sistema lo empezó a desarrollar en EEUU, hace más de 10 años, Ticketmaster.

¿Qué papel juega Ticketmaster en el aumento de precios?

¿Recuerda el enfado de Joe Biden y Robert Smith? Ambos criticaban en concreto a Ticketmaster, la mayor empresa de venta de entradas del mundo, un viejo gigante sometido ahora mismo a investigación federal en EEUU tras el escándalo que provocó la salida a la venta de las entradas de la gira de Taylor Swift.

Ticketmaster es más antiguo que Microsoft, Amazon, Netflix o Google y sus enfrentamientos con grupos no son nuevos: en 1994, Pearl Jam denunció a la empresa ante el Departamento de Justicia de EEUU por un supuesto boicot que no pudo ser demostrado tras un conflicto por el precio de las entradas. La estrategia de Ticketmaster en la última década ha sido acabar con los espectáculos con uno o dos precios (no hace tanto, los conciertos en grandes recintos tenían dos tipos de entradas: de pie y sentado). Instauró los precios dinámicos tras ser adquirida por Live Nation.

¿Qué papel juega Live Nation?

La mayor promotora y productora de conciertos del mundo compró Ticketmaster en 2010 y el conglomerado resultante ha sido acusado en EEUU de funcionar como un «monopolio» de la música en directo en infinidad de ocasiones; la última, por ejemplo, por parte de la célebre congresista demócrata Alexandria Ocasio-Cortez, quien ha pedido separar ambas empresas. El gigante estadounidense domina también el mercado español, especialmente en la franja de conciertos medianos y grandes, pero también en festivales.

¿Gana dinero el conglomerado Live Nation-Ticketmaster?

Mucho. Las ventas de Live Nation en EEUU en el cuarto trimestre de 2022, el último computado, fueron de casi 4.000 millones de euros, lo que supone una subida del 59%, impulsadas por la venta de entradas de conciertos. Una de sus herramientas para aumentar los beneficios de sus conciertos es la promoción de entradas especiales, con precios que en España ya alcanzan los 1.000 euros.

¿En serio hay entradas a 1.000 euros?

Sí. En concreto, 1.020 euros cuesta el «Immaculate VIP Package» del concierto de Madonna del próximo 1 de noviembre en el Palau Sant Jordi de Barcelona. Es solo un ejemplo.

La expansión de las experiencias exclusivas y de la cultura vip se ha extendido en conciertos y festivales y hace que encontremos cifras que hace solo cinco años hubieran sido implanteables. Como sucede con los precios dinámicos, es una opción que deciden los grupos: hace un mes, Lori Meyers tuvo que cancelar las entradas golden y vip de su concierto en el WiZink Center de Madrid del 30 diciembre tras las críticas de numerosos fans, en un momento en que está tan alto el coste de la vida.

Y con el coste de la vida tan alto, ¿no ha bajado la demanda?

No, de hecho la demanda de giras y festivales se ha disparado en España (y en el mundo) y la venta de entradas alcanzó su récord de facturación en 2022: 459,2 millones de euros, según el dato del Anuario de la música en directo que hizo público la semana pasada la Asociación de Promotores de Música (APM).

En un clima de euforia, el sector apunta a que la previsión para 2023 es igualar o superar esa cifra: «No creo que hayamos tocado techo. Es un sector en constante crecimiento y queda mucho recorrido, como vemos por otros países», dijo en la presentación Albert Salmerón, presidente de APM. Se trata de un fenómeno mundial, pero no afecta igual a todos los grupos.

¿Qué artistas son los grandes beneficiados de la explosión de la música en directo?

Las grandes estrellas. La música en directo fue la primera industria afectada por la pandemia y la última en sobreponerse. Desde el final del confinamiento, hace tres años, un sinfín de grupos y artistas han cancelado sus giras porque literalmente no les salen las cuentas: una y otra vez podemos escuchar o leer a músicos explicando que, aunque vendieran todas las entradas de una gira a su precio habitual, perderían dinero. Esa crisis sin precedentes afecta a los grupos medianos internacionales, y muy especialmente a los británicos, a los que el Brexit les ha perjudicado de una manera dramática. Por eso vemos muchas menos giras de este tipo en el circuito de salas de nuestras grandes ciudades.

Mientras tanto, se ha producido una nueva era dorada de los festivales multitudinarios y de las megagiras.

¿Las megagiras provocan el aumento de precios?

Sí. Ya se ha hecho común que los espectáculos de las giras mundiales de las grandes estrellas sean enormes, complejos… y caros. Así que los cachés de las estrellas han subido y eso hay que pagarlo. Ya sea en la entrada o en el abono del festival.

Y, finalmente, la gran pregunta:¿bajarán los precios a corto o medio plazo?

No.

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