No habrá aceite de oliva suficiente para cubrir la demanda si ésta no se modera. Es el pronóstico ante una muy mala campaña provocada por la falta de agua. Y aunque todo parece indicar que las compras podrían retraerse por la situación inflacionista que afecta a la renta disponible de los hogares, lo cierto es que de momento «en España no está cayendo el consumo de aceite de oliva a pesar de la subida de precios».
Es lo que afirmaba este jueves el presidente del grupo cooperativo Dcoop, Antonio Luque, durante un encuentro con los medios de comunicación. El mayor productor de aceites de oliva a nivel mundial estima una caída de las ventas de un 30% para 2023 y cree que su producción se podría recortar más de un 40% durante esta campaña, hasta las 115.000 toneladas.
Frente al alza de precio del ‘oro líquido’, Luque cree que el importe de la botella de las marcas de gran consumo podría mantenerse entre los 4 y 5 euros en los lineales de los supermercados. Y cree que no va a faltar en los supermercados. Sí transmite su temor de que las malas previsiones animen a las grandes cadenas de distribución a hacer acopio y aprovisionarse de golpe para todo el año. Un extremo que podría provocar una burbuja en los precios del producto.
«A los niveles que estamos, creo que el consumo terminará cayendo y será suficiente ese nivel de precios, pero si no cae lo que tiene que caer, seguro que tiene que subir más el precio», abundó. «Como agricultores, preferimos tener 180 millones de kilos a tres euros que 100 a 4 euros», prosiguió.
En cualquier caso, Luque no descartó que ante la falta de materia prima por la corta cosecha, tengan que buscar aceite en otros países si no puede cubrir la demanda de sus clientes. Sobre todo, los de Estados Unidos, su mercado más importante. Y, en ese contexto, se podrían ver beneficiados países como Túnez y Turquía. «Va a ser muy complicado y es inevitable que haya una caída del consumo a nivel mundial», reconoció.
Las previsiones del Ministerio de Agricultura se sitúan incluso por debajo de las 800.000 toneladas. «Es muy difícil, con una cosecha corta y altos precios, evitar que los precios se vayan hacia arriba», dijo hace unos días el propio ministro Luis Planas.
Si en lo que queda de recolecta de la aceituna llegaran las ansiadas lluvias, la campaña podría mejorar algo, pero tampoco demasiado, entre 750.000 y 850.000 toneladas. Y a diferencia de otras malas campañas como la de 2012, ahora mismo los olivareros deben hacer frente a un alza generalizado de costes que aprieta mucho los márgenes.
Dentro de la industria que emplea el aceite como parte de su proceso de producción, en cambio, se muestran confiados de que las malas previsiones no se cumplan y, cuando termine la campaña, la caída de la producción no sea tan abultada como se espera.
En el presente ejercicio, Dcoop cerrará 2022 con unas ventas de 1.200 millones de euros tras una «buena campaña» que supone una mejora del 17,5% frente a los 1.021 millones del 2021. La cooperativa cuenta con más de 200 miembros y además de aceite de oliva, produce 84.000 toneladas de aceituna de mesa, 50 millones de litros de leche de cabra y 1,7 millones de hectolitros de vino.
Sacar la gestión del agua del debate político
«El drama de que no llueva ya no es por este año, sino por el año que viene. Nos estamos jugando la próxima cosecha». Es la advertencia de Luque, que reclama un cambio radical en la gestión del agua en España. En este sentido, pide que se saque del debate político.
De lo contrario, podría estar en peligro parte de la producción de aceite en un país que se sitúa mundialmente a la cabeza, con cerca de la mitad de la producción del planeta (47%), de las que exporta más de un 60%.