Las principales firmas del textil se preparan ya para adaptarse a la nueva normativa que toca de lleno el gran agujero negro de la moda en los últimos tiempos, el desperdicio textil. Inditex, Mango, Tendam, H&M, Decathlon e Ikea han anunciado esta semana la fundación de la Asociación para la Gestión del Residuo Textil.
El objetivo de gestionar los residuos textiles y de calzado que se generen en el mercado español a través de un Sistema Colectivo de Responsabilidad Ampliada del Productor (SCRAP). Las empresas dicen querer dar un impulso colectivo al reciclaje textil en España, avanzando hacia un modelo circular mediante la correcta gestión de los residuos del sector que deja estampas a lo largo y ancho del mundo como la kilométrica alfombra de prendas usadas que existe en el desierto de Atacama (Chile).
Hasta ahora, son cientos de toneladas de prendas las que cada año acaban no se sabe muy bien dónde. Los datos oficiales son escasos y buena parte es gestionada por diferentes asociaciones y ONG que después las venden. El sistema de recogida se basa casi en su totalidad en cerca de 20.000 contenedores instalados en la vía pública. Se calcula que cada europeo tira 11 kilos de ropa al año y un estudio de la fundación Ellen McArthur estima que llega a los vertederos de todo el mundo, el equivalente a un camión lleno de ropa cada segundo.
En España se recogen cerca de 900.000 toneladas de productos textiles que van a parar a los vertederos, según un estudio de la Asociación Ibérica de Reciclaje Textil (ASIRTEX). Pero las tasas de reciclaje son minoritarias. Apenas un 10-12 % de los residuos textiles se recogen por separado para ser reutilizados o reciclados y menos del 1% de la producción es reciclada para convertirse de nuevo en ropa. Así lo recoge el informe ‘Análisis de la recogida de la ropa usada en España‘, elaborado por ModaRe, el proyecto textil de Cáritas.
Tanto a nivel europeo como español se van aprobado nuevas normativas que buscan incrementar la tasa de reciclaje y reducir el desperdicio de los productos textiles. La nueva Ley de Residuos y Suelos Contaminados aprobada en 2020 establece que todos los municipios deberán establecer una recogida separada para el residuo textil antes de 2025.
En este sentido, la responsabilidad ampliada del productor obliga a las compañías «a responsabilizarse total o parcialmente de la organización de la gestión de los residuos, pudiendo establecerse que los distribuidores de dicho producto compartan esta responsabilidad». La presidencia de la nueva asociación recaerá inicialmente en Mango, aunque tendrá carácter rotatorio.
No se trata, sin embargo, de un movimiento pionero. «En los últimos años, las grandes industrias productoras de moda han iniciado un proceso de concienciación en su sector respecto el impacto ambiental en la
fabricación de textil y a la necesidad de una gestión responsable de los residuos textiles generados. Algunos grupos como Inditex, El Corte Inglés, Mango y H&M han firmado convenios de colaboración con entidades para la recogida de ropa usada», recuerda el informe de ModaRe.
La barra libre de las devoluciones online
«Hoy en día el textil se ha convertido en una de las industrias más contaminantes del mundo», recuerda Laureano Turienzo, presidente de la Asociación Española del Retail (AER). Según datos de la Organización de Naciones Unidas (ONU), la industria textil es responsable a nivel global de la emisión anual de entre 4.000 y 5.000 toneladas de CO₂. Además, utiliza ingentes cantidades de agua en los procesos productivos.
Durante las últimas décadas, el crecimiento de la industria no se ha detenido. En los noventa se consumían muchas menos unidades de ropa que ahora. Y en paralelo al crecimiento, fue cayendo el precio de determinado tipo de prendas. La venta a través de internet no hizo sino agravar el problema. Y ahora mismo hay gigantes del textil como el chino Shein, que ahonda en esta tendencia.
«Es el ejemplo claro de lo que no debe ser una empresa de retail, donde se hace moda en tiempo real y se multiplican hasta el éxtasis el número de prendas que se producen cada día. Es poco menos que moda de usar y tirar», critica Turienzo.
Por otro lado, la ‘barra libre’ de las devoluciones gratuitas creó los serial returners, consumidores que trasladaban el probador de la tienda al salón de su casa, con la consecuente huella contaminante. Aunque este modelo parece tener los días contados, pues grandes firmas como Zara ya están empezando a cobrar por las devoluciones. «Las entregas y devoluciones rápidas ha hecho crack en tal medida que hoy, los márgenes del sector de la moda están derrotados. De seguir así, se van a cargar la industria», sentencia Turienzo.
Sin embargo, el sector tiene instaladas ciertas dinámicas destinadas únicamente a incentivar el consumo. «El sector de la moda ha tirado hacia adelante creando yonkis del descuento, donde comprar moda es mucho más barato que hace tres décadas. Hay más días con descuentos que sin ellos y eso es un atentado contra el medio ambiente», concluye.
Por su parte, algunas firmas de hipermercados han decidido introducir entre sus lineales espacios para la venta de ropa de segunda mano. Dos insignias de origen francés como Carrefour y Alcampo tienen ya puntos de venta en sus centros para prendas usadas. La primera comparte la gestión con el operador de origen galo Patatam, especializado en la venta de prendas de segunda mano y que también tiene un acuerdo con la compañía de moda y complementos Kiabi. El segundo, ha establecido una alianza con Cáritas.