Los barones del PSOE son los que más piensan, o son los únicos que piensan, mientras Sánchez sólo está de gira como aquel horrible Elvis hawaiano, regalándole a la gente cocos y caderazos. Ahora mismo, los barones piensan en el descalabro, en el derrumbe sanchista, unido al derrumbe de Podemos, que les pueda arrastrar a ellos. Sánchez, que ha prescindido del partido, que ya sólo es él en su búnker, dando órdenes desde la bici estática como un malo corporativo o gansteril; Sánchez, decía, ya sólo tiene un mercado global, ese mercado donde están los ricos simbólicos y las derechas eternas, como antiguas esfinges doradas, muy diferente a ese mercado de problemas y solanáceas reales de la provincia. También Podemos va teniendo ya sólo un público minoritario e intrahistórico, admiradores de las revoluciones como esos aficionados a las batallas navales, y por eso están desapareciendo de los parlamentos regionales, donde no pintan nada, como un Simón Bolívar en Toledo.
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