La escritora Jackie Kay novela en ‘Bessie’, el arte inoxidable y la srdida muerte de la cantante que ms discos vendi en los Estados Unidos de los aos 20, apodada la ‘Emperatriz del blues’
Bessie Smith tena 17 aos, en 1912, cuando se uni a un espectculo ambulante. Naci en 1894, en Tennessee. Muri en 1937, en un accidente de trfico en la ruta 61, muy cerca de Clarksdale, el pueblo donde Robert Johnson vendi su alma al diablo, el mismo donde descubrieron a Muddy Waters mientras cocinaba licor de contrabando y donde nacieron Ike Turner y Sam Cooke. Bessie apenas vivi 43 aos. Tiempo suficiente para coronarse como heredera de Ma Raine, soberana del blues y gran zarina de una msica que en sus discos, entonces pizarras, quema como el primer da, puro relmpago.
Jackie Kay naci en Edimburgo, en 1961. Poeta y novelista, rectora de la Universidad de Salford, era la nica negra, nia adoptada, en un mundo de blancos. Su padre, un comunista de cuando el laborismo escocs todava era algo, compr un disco de Bessie Smith cuando la cra tena 12 aos. A Kay le vol los sesos. “Fue el momento idneo”, cuenta Bessie, su biografa de la cantante que ms discos vendi en los Estados Unidos de los aos 20. Una artista portentosa. Considerada demasiado vulgar por los intelectuales afroamericanos. Bronca como un disparo. Con unas letras que hoy podran sin esfuerzo tacharse de protofeministas, en las que anima a las mujeres de clase trabajadora a beber, comer y follar como derecho y como desagravio.
Para saber ms
Bessie es un libro cimarrn. Mestizo y agradecido. 184 pginas para beberse a grandes sorbos, donde novela la historia de la cantante al tiempo que narra la peripecia de la propia Kay. Las una la condicin de forasteras. Con esa complicidad tejida entre quienes viven de espaldas a la terica normalidad. “Tena la edad ideal para que se convirtiera en la amiga ideal para toda la vida”, escribe, “mi hermosa llama, mi aguerrido dolo, mi dechado de virtudes. Mi blueswoman libidinosa, lbrica e intrpida. Mi blueswoman honesta valiente y desaforada”.
Bessie cantaba por las calles de Chattanooga desde los nueve aos. Tena cinco cuando palm su padre, un predicador itinerante. Ocho cuando muri la madre. Otros dos hermanos fallecieron durante la infancia. Era ms pobre que las ratas ms pobres. Pero traa fuego seco en el gaznate. Con aquellas cuerdas vocales, del grosor de una soga, navegaba unos blues fundidos, confusos de tristeza, potencia y erotismo. En su garganta de cuero incluso las melodas ms fofas del Tin Pan Alley sonaban a noche sin herrar. A whisky oxidado y malestar antiguo. A callejn hmedo y vomitona existencial. La sombra de las leyes Jim Crow y la segregacin, el fantasma de los linchamientos y el KKK, enturbian, como una mala pesadilla, los surcos de sus discos, postales fluorescentes de unos Estados Unidos entre dos guerras mundiales.
“Nunca hubo otra igual y no volver a haber otra igual”
Smith lleg a girar con una troupe de 40 personas a su cargo. En invierno llenaba teatros y en verano carpas. Tuvo un marido sanguijuela, enganchado a la metanfetamina del dinero e incapaz de asumir el talento feroz de la esposa. Los cuernos eran mutuos; las borracheras monumentales; las peleas, babilnicas. Bessie nunca ocult su bisexualidad. Ms motivos para la gresca.
Cuando lleg el crack del 29 y la industria discogrfica salt por los aires, Columbia le rescindi el contrato. Acab arrumbada. Apenas lleg a grabar cuatro canciones ms, para el sello Okeh, gracias a la insistencia del cazatalentos y productor John Hammond. Descubridor de Billie Holiday, Count Bassie, Leonard Cohen y Bruce Springsteen, nio bien de la aristocracia neoyorquina, amante de la msica negra y mentiroso compulsivo, Hammond propag el rumor de que Bessie haba muerto despus de que varios hospitales de Mississippi, segregados, se negaron a admitirla en urgencias, luego del brutal accidente de trfico que le arranc un brazo. Hammond embelleci el cuento. Ningn conductor de ambulancia habra osado llevar a una paciente negra a un hospital blanco. El Sur era un infecto agujero racista, pero a Bessie la mat el impacto del coche que conduca su novio, Richard Morgan, contra un camin que vena de frente, por ms que Hammond, Edward Albee (La muerte de Bessie Smith) y J. D. Salinger (Blue melody) imprimieran el mito. Tambin es cierto que Morgan tuvo que caminar 15 kilmetros para conseguirle una ambulancia y que el mdico que la atendi en el arcn no quiso llevarla al hospital, no sea que manchara de sangre la tapicera. Bessie tard 7 horas en recibir asistencia mdica y 30 aos en que alguien, Janis Joplin, le costeara una lpida con su nombre.
“Bessie Smith era la ms grande de todas, recordaba la cantante y compositora de blues Alberta Hunter, entrevistada en 1955 por Nat Shapiro y Nat Hentoff, “nunca hubo otra igual y no volver a haber otra igual. Aunque era estridente y gritona, en lo que haca haba una especie de llanto… No, no un llanto, sino una tristeza. Era como si hubiese algo que tuviese que sacarse de dentro, algo que tena que sacar a la luz. Nadie, y mucho menos hoy en da, igualar jams a Bessie“. Todo esto, y mucho ms, bulle en este libro de 1997 finalmente publicado en Espaa por Alpha-Decay, la editorial, coqueta y melmana, a la que debemos maravillas como El chicle de Nina Simone, firmado por Warren Ellis.
Bessie Smith, de Jackie Kay y publicado por Alpha-Decay ya est a la venta. Puede comprarlo aqu
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