A punto de cumplirse 11 meses desde el inicio de la invasión rusa, el martes 24 de enero, la guerra en Ucrania está estancada. La tempestad se está fraguando en el horizonte. Y para que Ucrania obtenga la victoria precisa que los aliados occidentales den un paso más y le faciliten carros de combate de primera línea, como los Leopard 2, los Abrams o los Challenger 2, misiles de largo alcance y fuerza aérea. Los Leopard 2, el carro de combate pesado más común en Europa, de fabricación alemana, son el símbolo de la nueva fase de la guerra. Les daría superioridad técnica, en un momento en el que Rusia se dispone a ganar terreno.
«Cuanto más se tarde en tomzr la decisión sobre los tanques, más gente morirá», dijo recientemente el ministro ucraniano de Asuntos Exteriores, Dmytro Kuleba, cuando se vio con la jefa de la diplomacia alemana, Annalena Baerbock, de los Verdes en Járkov. Los Verdes y los liberales (FDP) están abiertos a que al menos el gobierno de Berlín no impida a otros enviar estos carros de combate. Así lo dijo el vicecanciller Robert Habeck esta semana: «Alemania no debe interponerse cuando otros países tomen decisiones para apoyar a Ucrania, independientemente de lo que haga Alemania».
Alemania tiene la llave de las entregas, ya que ha de dar luz verde a su reexportación. En principio, la cláusula pretendía impedir que se utilizaran en regímenes que violan los derechos humanos. Pero se está convirtiendo en una coraza para los que quieren ir más allá, como Polonia. En cualquier caso, los aliados tratan de evitar la imagen de división, el sueño de Putin. Pero si Alemania sigue retrasando su decisión, puede que al final se quede sola en su rechazo.
La lección que los alemanes han de recordar no es que no deben usar sus tanques contra Rusia, sino que deben hacerlo para proteger a los ucranianos, víctimas de Hitler y Stalin»
timothy garton ash, ‘the guardian’
La reunión del Grupo de Contacto sobre la Defensa de Ucrania había despertado muchas expectativas debido a la presión de Polonia para que Alemania adoptara una decisión sobre los Leopard y al menos permitiera la reexportación, en principio concebida para evitar que este armamento caiga en manos de dictaduras que abusen de los derechos humanos. En este caso se trata de que el régimen ruso deje de masacrar a la población ucraniana. «La lección que los alemanes han de recordar no es que los alemanes no deben usar sus tanques contra Rusia, sino que deben hacerlo para proteger a los ucranianos, que figuran entre las grandes víctimas de Hitler y Stalin», escribe Timothy Garton Ash en The Guardian.
Ucrania, que clama por los Leopard desde marzo, demanda ahora unos 300 Leopard 2 a los aliados europeos y hay varios países, encabezados por Polonia, dispuestos a realizar entregas. Si se llega al centenar, sería ya un punto de inflexión. Polonia, en plena modernización de sus Fuerzas Armadas que cuentan con 240 Leopard 2, está esperando nuevas partidas de Abrams M1A1 y K-2 Black Panther surcoreanos. Varsovia ya dio 250 T-72 de fabricación soviética a Ucrania, que de momento depende de este tipo de armamento. El gobierno de Kiev desea dar el salto a la tecnología occidental y ha convertido el Leopard 2 en un símbolo de ese avance.
El Leopard o Leopard 1 comenzó a diseñarse en los 50 como un proyecto franco-alemán al que se unió Italia. Empezó a utilizarse en 1965. Es la versión de los años 70, el Leopard 2, concebida para combatir a los países del Pacto de Varsovia, la que tuvo más éxito. En sus versiones Leopard 2A4 y 2A5 se extiende por 13 países europeos, entre ellos España. También lo tienen otros países como Singapur, que compró 200 a Alemania. Fabricado por Krauss-Maffei-Wegmann, es un carro de combate que desde 1979 es el tanque estrella del Bundeswehr.
Hasta la fecha se han fabricado 3.600 Leopard 2. Siguen operativos 2.700. «No hay ningún tipo de carro de combate occidental que se adapte tan bien a las necesidades de Ucrania», señala Mark Savchuk, periodista ucraniano, que subraya que los Abrams estadounidenses ofrecen desventajas como el precio del combustible y un mayor entrenamiento.
El Leopard 2 está equipado con un cañón de ánima lisa de 120 milímetros. Pesa unas 60 toneladas, según la versión. Mide unos diez metros de largo y puede destruir objetivos situados a cinco kilómetros de distancia, con la munición adecuada. La gran diferencia de la tecnología occidental es la precisión. La última versión es el Leopard 2A7+, que tiene capacidad para operaciones nocturnas, algo que los rusos no controlan aún. El Leopard 2A7 se entrega desde 2014, pero no es el modelo que en el mejor de los casos llegará a Ucrania.
El Bundeswehr destaca que las grandes ventajas de su carro de combate estrella residen en la combinación de potencia de fuego, protección del blindaje y movilidad. Es capaz de alcanzar los 70 kilómetros por hora. Es uno de los mejores carros de combate de primera línea del mundo, sin duda, pero no opera por sí solo, y precisa entrenamiento, repuestos, mantenimiento.
Según Francisco Gan Pampols, teniente general en situación de retiro, «un carro de combate es un sistema de armas integrado por una plataforma móvil, un arma principal, unas armas complementarias, un sistema de dirección de tiro, medios de mando y control, una sistema de conducción complejo amén de otros sistemas activos y pasivos que proporcionan una protección al conjunto. Es decir, es un artefacto que solo sirve de forma adecuada a su propósito cuando su tripulación en primera instancia, la unidad en la que está integrado (pelotón, sección, compañía, batallón y brigada) y la doctrina de empleo están perfectamente entrenadas, son interoperables con otros sistemas aeroterrestres (helicópteros, vehículos de combate de infantería, artillería, aviación propia, etc) y, además y extraordinariamente importante, reciban el mantenimiento adecuado». Se trata de un sistema sofisticado que precisa también repuestos.
Añade a su vez Gan Pampols el factor tiempo: «Desde que llega un material hasta que se está en condiciones de empleo con garantías de eficacia y supervivencia pasan no menos de seis meses siempre y cuando se disponga de todo lo necesario para garantizar lo que he expresado antes: doctrina, orgánica, materiales, infraestructura, formación y adiestramiento».
El Ejército alemán llegó a tener 2.125 unidades en 1990, pero se fue desprendiendo de ellos en la posguerra fría. Según fuentes del Bundeswehr, citados por Die Zeit, ahora no debe de tener más de 300. Tendría que fabricar nuevas unidades si abastece a Ucrania. Alemania aprobó poco después del inicio de la invasión rusa de Ucrania un plan de 100.000 millones de euros para readaptar sus Fuerzas Armadas a este Zeitenwende (cambio de época).
El Leopard 2 entró en combate por primera vez en Kosovo con el Ejército alemán. En Afganistán lo han empleado las fuerzas danesas y canadienses en la ISAF y por Turquía en Siria.
España adquirió, primero por leasing, y luego compara una partida de 108 tanques que llegaron al Ejército de Tierra en 1998. De aquella partida de Leopard 2A4 habría unos 26 en Ceuta y Melilla. Costaron 15,1 millones de euros en 2006.Más modernos son los 239 Leopard 2E en diferentes versiones, que el Ministerio de Defensa contrató con Krauss-Maffei-Wegmann, la empresa fabricante. Son 219 Leopard 2E, 16 Leopard 2ER de recuperación y 4 Leopard 2E carros escuela. Se adaptaron a las necesidades del Ejército español en Alcalá de Guadaira, Sevilla. España no cuenta con un programa de modernización, como Polonia, que permita realizar entregas a corto plazo.
De este modo, el debate sobre los Leopard 2 adquiere un significado político. «Durante mucho tiempo los occidentales se han negado a proporcionar armas ofensivas y ahora está el frente estancado. Ucrania necesita este tipo de rmas par recuperar la ofensiva. Un paso así demostraría que los aliados están dispuestos a dar un paso más allá», afirma Félix Arteaga, investigador principal en el Real Instituto Elcano, quien no cree que el Leopard 2 sea un game changer como lo fueron los lanzamisiles HIMARS.
«Militarmente es más discutible que su impacto sea grande. Para que sea así al menos deben enviar un centenar y se precisa mucho tiempo y apoyo logístico. Es cierto que cuanto más moderno sea el carro de combate más oportunidades tiene de prevalecer en el campo de batalla».
El dilema alemán
Y sobre todo es un debate que está planteando un dilema a Alemania: visto lo que ha hecho la Federación Rusa, ¿es una línea roja el envío de carros de combate como los Leopard a Ucrania? Son tres los principios que dice el canciller Olaf Scholz que le guían al tomar esta decisión. En primer lugar, sopesa la protección de Ucrania; los riesgos de escalada y guerra entre Rusia y la OTAN; y también que Alemania no actúe sola.
Stefan Kornelius escribe en el Süddeutsche Zeitung que el debate sobre los Leopard demuestra que «Alemania no ha entendido que estamos en un punto de inflexión».
«Alemania se encuentra en un dilema. Como nación líder en Europa, Alemania tiene un papel clave que desempeñar: si Berlín se mueve, todos los demás le seguirán. Pero si el gobierno alemán se expone demasiado, podría provocar una reacción incontrolable de Rusia. Desde un punto de vista político, difícilmente existe un objetivo más gratificante para Vladimir Putin», señala Kornelius. «El propio canciller se encuentra con el núcleo del cambio de época que proclama. Por muy correcto que sea el término, no solo describe el estado de las reservas de munición o la defensa antimisiles. El cambio de los tiempos tiene que ver con la capacidad de nombrar una amenaza, debatir los riesgos y sensibilizar a la sociedad sobre las decisiones difíciles en política exterior y de seguridad, sin tener que declarar siempre el estado de emergencia interna en el país». De ahí que Scholz procastrine. De hecho, muchos hacen la broma de considerar sinónimo «scholzismo» con esa tendencia a dejar de lado los problemas hasta que no hay más remedio de dar una respuesta.
A pesar de se esperaba que este viernes hubiera ya una decisión sobre los Leopard 2, el secretario de Defensa de EEUU, Lloyd Austin III, ha destacado cómo Alemania sí ha aprobado el envío de Patriot, el sistema de defensa antiaéreo, y más de 40 Marders, vehículos blindados complementarios de los Leopard 2. De ahí que la diputada alemana, Marie Agnes Strack-Zimmermann, del Partido Liberal, destaque que sería mejor entregar a la vez Leopard y Marders.
Para Jesús M. Perez Triana, analista militar, la insistencia de Ucrania sobre los Leopard 2 habla a gritos de esa nueva fase de la guerra. «Piden material para crear nuevas brigadas mecanizadas que les permitan romper el frente y avanzar. Es decir, quieren llevar la iniciativa. Ya lo hicieron en Kupiansk y en Izium, pero era una zona desguarnecida por los rusos. Y en Jersón tenían dificultades logísticas. Ahora los ucranianos aspiran a cortar la comunicación de Rusia con Crimea. Y si es así, es una ofensiva costosa en la que hace falta material blindado».
También existe la posibilidad de que la Inteligencia estadounidense haya comprobado que los rusos van a realizar una ofensiva en primavera o antes y quieran que los ucranianos estén preparados. «Si los rusos creen que la clave es la ayuda occidental, es posible que lance una ofensiva sobre Leópolis. O puede que se concentre en liberar Donetsk totalmente», añade Triana, autor de GuerrasPosmodernas.com.
La guerra será larga, según estos indicios. El jefe del Estado Mayor Conjunto de EEUU, Mark A. Milley, lo reconocía desde Ramstein este viernes. «Es muy difícil, no digo que imposible, pero muy difícil, que Ucrania logre expulsar a Rusia este año de todo su territorio». No solo ha de resistir, sino hacer que a Rusia le cueste cada vez más seguir en guerra. Y los Leopard 2 son solo la punta del iceberg de lo va a necesitar para lograrlo.