Los conservadores y populistas son incapaces de pactar en la primera votacin, y dejan al principal candidato, Kevin McCarthy, sin los votos necesarios para asumir el cargo
“Me he ganado este puesto!” “Eso es una gilipollez!” As ha terminado el debate dentro del Partido Republicano para decidir quien va a ser el prximo presidente de la Cmara de Representantes de Estados Unidos, el tercer cargo en la lnea de sucesin del presidente.
Los republicanos retomaron el control de la Cmara en las elecciones de noviembre, y ahora deben elegir al presidente. Normalmente, es una votacin rutinaria. El cargo suele ir de manera casi automtica al congresista que ejerci el cargo de lder de la minora -lo que equivaldra al de jefe de la oposicin en Espaa-, que ejerce el californiano Kevin McCarthy, que es quien, en el prrafo anterior, afirmaba haberse ganado el cargo tras cuatro aos en la oposicin.
De hecho, ha pasado un siglo desde que un candidato a presidir la Cmara no logr el respaldo necesario en la primera votacin, cuando el demcrata Frederick Gillette necesit 9 votaciones para conseguir ser nombrado presidente de la Cmara de Representantes.
Ahora, todo parece apuntar a que McCarthy va a batir involuntariamente ese rcord de cien aos, ya que no tiene apoyo suficiente entre sus filas para ser nombrado presidente de la Cmara debido al rechazo de una serie de congresistas de ultraderecha, como Lauren Boebert, de Colorado, que es quien considera “una gilipollez” el presunto derecho del jefe de la oposicin a lograr el cargo al que aspira.
La oposicin a McCarthy es concentrada en su mayor parte en el llamado caucus de la Libertad. Un caucus es un grupo informal -casi podra compararse con un club de congresistas– cuya influencia depende de cul sea su ideologia y quines sean sus miembros. El caucus de la Libertad naci con el Tea Party, el movimiento ultraconservador surgido en 2009 tras la victoria de Barack Obama, que dio lugar, ms tarde, a Donald Trump. Pero su negativa a McCarthy no se debe a la ideologa, sino, simplemente, a la lucha por el poder. Y eso, paradjicamente, ha hecho totalmente irreconciliable su posicin con la de quienes apoyan la candidatura del lder.
La clave es que los revoltosos exigen que las atribuciones del presidente de la Cmara sean totalmente diluidas para, entre otras cosas, hacer ms fcil su destitucin. Dado que hay unos 200 congresistas que apoyan a McCarthy, frente a unos 20 que lo rechazan, los defensores del candidato a presidente de la Cmara de Representantes insisten en que lo que el caucus de la Libertad y sus aliados estn promoviendo es, lisa y llanamente, el gobierno de la minora sobre la mayora.
Por el contrario, los ultraconservadores que se oponen a McCarthy dicen -no sin razn- que ste ha demostrado tal falta de principios -lo que para otros es pragmatismo- que necesitan amarrarlo corto para que no los deje a los pies de los caballos y se dedique a pactar acuerdos de consenso con los demcratas. Cuestiones como la cancelacin de la ayuda a Ucrania, por poner un ejemplo, son reas en las que los irreductibles republicanos -que adems son fieles defensores de Donald Trump- saben que McCarthy va a amagar, pero en las que al final va a acabar cerrando acuerdos con los demcratas y con la Casa Blanca de Joe Biden.
Y ah es donde la lucha poltica se ha convertido en algo personal. El representante republicano de Texas y crtico (moderado) de Trump Dan Crenshaw, que apoya a McCarthy, ha calificado a la oposicin de “narcisistas” que “estn beneficiando a los demcratas”. El propio McCarthy ha declarado que no le importa celebrar cuantas citaciones sea necesario (el rcord est en 133, en el ao 1855) hasta ganar, y ha acusado al caucus de la Libertad de pedir concesiones que no son razonables.
As que los nervios estn a flor de piel. Casa vez que sale en televisin, McCarthy es ms gritn y ms irritable, mientras que sus rivales -literalmente, la oposicin de la oposicin- dan la impresin de tener la certeza absoluta sobre la justicia de sus convicciones. Sea como sea, todo parece encaminarse hacia una lucha larga, de desgaste, en la que al final McCarthy vencer pero al precio de un liderazgo dbil que limitar su papel de lder de la oposicin republicana. No es ms que el nuevo episodio de la lucha entre la faccin conservadora y populista que lleva marcando a ese partido desde 2009.
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