El episodio más ilustrativo de la deriva de Marruecos sucedió hace unas semanas. Quien durante décadas había sido uno de los suyos, el ex ministro de Derechos Humanos Mohamed Ziane, fue detenido en su bufete de Rabat y enviado a la cárcel. Tiene 80 años y sufre ahora el castigo por sus dardos contra Mohamed VI, a quien le recomendó abdicar en una entrevista a El Independiente que levantó polvareda al otro lado del Estrecho.
Su caso no resulta aislado en el país vecino, aficionado al espionaje de la oposición y convertido en una cárcel para cualquier disidencia. “Lo de Ziane, ministro bajo Hasán II y conocido por su feroz represión, confirma el retorno de los años más oscuros”, señala a El Independiente Hicham Mansouri, periodista de investigación marroquí exiliado en Francia. “Ziane llegó a declarar que incluso bajo Hasán II no experimentamos estas prácticas ‘sucias’, como los cargos por supuesto vicio y difamación, y que existía un mínimo de ‘dignidad’ entre sus hombres”, desliza el reportaje.
Prácticas sucias
El rápido deterioro de la situación política, con un monarca ausente y enfermo y un majzén -el círculo más cercano al monarca- obsesionado con erradicar cualquier espacio de libertad, ha llevado al régimen a recrudecer la persecución, con tácticas cada vez más difamatorias. Desde Human Rights Watch aseguran a este diario haber documentado “decenas de condenas de periodistas y activistas por cargos relacionados con la libertad de expresión, en clara violación de sus derechos”. “Estos juicios continúan y las autoridades han perfeccionado un enfoque diferente para los críticos más destacados, procesándolos por delitos no relacionados con sus declaraciones, como blanqueo de dinero, espionaje, violación y agresión sexual, e incluso trata de personas”, agregan desde la organización.
Marruecos ha perfeccionado un enfoque diferente para los críticos más prominentes, procesándolos por delitos no relacionados con sus declaraciones, como blanqueo de dinero, espionaje, violación y agresión sexual, e incluso trata de personas
Una estrategia que ya han padecido informadores como Omar Radi, Soulaiman Raissouni y Taoufik Bouachrine, espiados primero con programas como el israelí Pegasus y luego procesados y encarcelados en virtud de acusaciones falsas de delitos sexuales. El grupo de trabajo de la ONU las tilda de “detenciones arbitrarias” y reclama su liberación inmediata y sin condiciones así como una indemnización por los daños ocasionados.
Otros periodistas como Maatib Monjib han resultado más afortunados y han abrazado el destierro. “La situación de las libertades y los derechos humanos es muy mala en Marruecos”, reconoce en declaraciones a este diario Monjib. “En los últimos años, el gobierno ha utilizado cada vez más la estrategia de las ‘acusaciones alternativas’ para perseguir y procesar a opositores, defensores de los derechos humanos, periodistas y ciberactivistas”, agrega.
Todos los indicadores internacionales confirman la atroz represión que acontece al otro lado del Estrecho. El régimen alauí ocupa el puesto 135 de 180 países en la clasificación anual de Reporteros Sin Fronteras. El vecino Argelia le va a la zaga. El último de los casos que ha exhibido el uso de la judicatura como brazo ejecutor de la persecución es el que protagoniza Rida Benothmane, militante de derechos humanos condenado a tres años entre rejas y una multa de 5.000 dirhams (450 euros) por el Tribunal de Primera Instancia de Raba. Según sus familiares y organizaciones locales, fue detenido por una orden emitida por el fiscal que “no correspondía a ninguna de las circunstancias para autorizar una orden de detención especificadas exclusivamente en el artículo 608 del código de procedimiento penal”.
Benothmane fue enviado a la cárcel por expresar opiniones críticas con los servicios de seguridad en las redes sociales. Fue reincidente porque ya se había manifestado en idénticos términos meses antes tras ser convocado e interrogado por la policía judicial. Su calvario, recuerdan sus allegados y los activistas q ue mantienen, se produce “en un contexto en el que la maquinaria represiva contra todas las voces disidentes se intensifica, y en el que las autoridades continúan ejerciendo represalias contra todos aquellos cuyas opiniones no siguen sus orientaciones”. El propósito último es intimar a quienes aún no han desafiado la narrativa oficial. Desde la campaña que reclama su liberación inmediata se señala de la estrategia a “la policía judicial, la fiscalía pública, los tribunales, la institución penitenciaria y los medios de comunicación de difamación subordinados a los cuerpos de seguridad, entre otros”.
Terribles condiciones entre rejas
Familiares y amigos de Benothmane denuncian «condiciones de detención penosas», lo que constituye «una forma de trato cruel». A su juicio, sufre las siguientes prácticas:
- Aislamiento extremo. No está autorizado a ver a ningún otro detenido
- La salida al patio es muy breve y se desarrolla en un espacio muy delimitado.
- No puede usar el patio dos días a la semana bajo la excusa del fin de semana y la ausencia de funcionarios de prisiones.
- El número de visitas de sus familiares no supera las dos al mes, para un número limitado de miembros de su familia.
- La duración de cada visita es muy corta. No supera los 30 minutos para toda la familia.
- Las llamadas telefónicas solo están autorizadas una vez a la semana y bajo la vigilancia de funcionarios de prisiones.
El caso Ziane
Sin prensa libre y una vigilancia ubicua que se emplea contra los súbditos marroquíes y también políticos o periodistas extranjeros, el terror se ha instalado en el país árabe. Todas las promesas de modernización que una vez esbozaron su prebostes han resultado falsas. El patrón se repite sin tregua y Ziane representa la víctima más destacada: “Como no era posible callarle, el régimen le hizo todo lo imaginable: juicios con una larga lista de acusaciones surrealistas; campañas de difamación, intentos de chantaje al estilo soviético. Un medio de difamación llegó a publicar fotos suyas casi desnudo en una habitación de hotel con una mujer. Según el citado medio se trata de Wahiba, una ex policía exiliada en Estados Unidos que presentó una denuncia contra un pariente cercano de Abdelatif Hammouchi por violación”, detalla Mansouri.
Ziane resistió todas las embestidas -incluso el envío a prisión de su hijo, un episodio que le había afectado seriamente- y continuó reclamando el reparto de la riqueza, el juicio a las personalidades que saquean los fosfatos y los productos mineros, y recientemente las causas de la ausencia del rey y su estancias prolongadas en el extranjero. “Ante tal panorama, el régimen decidió meterle en la cárcel. Ni su edad ni su estatus. le han librado de la cárcel”, subraya.
La ola a presión de la sociedad marroquí, privada de cualquier libertad y sometida a una crisis económica endémica que ha enviado al extranjero a millones de nacionales, protagonizó la semana pasada un gesto. Miles de personas tomaron las calles de Rabat durante dos horas para denunciar “la subida de los precios, la represión, la corrupción y la opresión”. “¡Este país es un corrupto!”, “¡Qué vergüenza, nosotros nos morimos de hambre y sus hijos estudian fuera!”, clamaron los participantes, en una constatación pública del creciente malestar de amplios sectores de la sociedad local, empezando por los funcionarios de la enseñanza y la sanidad.
Los servicios de seguridad han forjado un denso entramado que asfixia a la población, privándole de cualquier vía de escape. Desde Human Rights Watch insisten en que “las autoridades marroquíes utilizan tácticas indirectas y solapadas para silenciar a los activistas y periodistas críticos, formando un ecosistema de represión, cuyo objetivo no es sólo amordazar las voces disidentes, sino ahuyentar a todos los críticos potenciales”.
“¡Este país es un corrupto!”, “¡Qué vergüenza, nosotros nos morimos de hambre y sus hijos estudian fuera!”, clamaron los participantes en la marcha del domingo
Albares calla
Un ejercicio concienzudo de acoso y derribo que incluye juicios injustos y “largas penas de prisión por cargos penales no relacionados con la libertad de expresión, acoso y campañas de difamación en medios de comunicación afines al Estado, y persecución de familiares de disidentes”. Una pesadilla a la que España asiste impasible. Tras una solicitud de información cursada por este diario, el ministerio de Asuntos Exteriores español confirma su mutismo.
En este fatídico contexto, su titular, el socialista José Manuel Albares, ha incrementado en las últimas semanas sus contactos con su homólogo marroquí Naser Burita, al que califica cariñosamente de “amigo”. Se han reunido al menos en los márgenes del apodado Foro Global de la Alianza de Civilizaciones que preside el pro-marroquí Miguel Ángel Moratinos y en un encuentro de la Unión por el Mediterráneo, una organización huérfana de cualquier utilidad real. “Sobre las últimas reuniones del ministro con su homólogo Burita, hemos dado cuenta de las mismas públicamente”, replican desde el ministerio a propósito del absoluto silencio de Albares en materia de derechos humanos en Marruecos.
Albares, un diplomático con carnet cuestionado internamente, ha aplicado como alumno aventajado los principios que ambos países firmaron en abril tras el histórico cambio de posición de España en el contencioso del Sáhara Occidental, en la más profunda soledad parlamentaria y en virtud de unas razones que no se han hecho públicas desde marzo. No se le conoce ni la más leve palabra de crítica suave y valiente a la terrible coyuntura en Marruecos.
En la declaración conjunta que inauguró un presunto “partenariado”, ambos países rubricaron su compromiso “basado en los principios de transparencia, de diálogo permanente, de respeto mutuo y respeto e implementación de los compromisos y acuerdos suscritos por ambas partes”. Una promesa que el Gobierno de Pedro Sánchez ha cumplido escrupulosamente, evitando cualquier mención pública a la trágica situación de Marruecos e incluso defendiendo la actuación de su gendarmería en la matanza de migrantes en la valla de Melilla. Rabat, en cambio, ha llegado a cuestionar en canales oficiales la existencia de “fronteras terrestres” con España y no ha renunciado a la reivindicación de la soberanía de Ceuta y Melilla.
Desde Exteriores, que remiten a las declaraciones públicas de un ministro que cada vez concede menos ruedas de prensa, aseguran, para evitar responder a lo requerido, que “el contenido completo de las conversaciones bilaterales es reservado” “Se ofrecen públicamente los detalles que las partes acuerden difundir, como ha sido el caso de las reuniones por las que se interesa, a través de los canales por los que este Ministerio ofrece la información”, agrega a propósito de unos comunicados cada vez más vagos y esporádicos, sin posibilidad de solicitar información adicional.
El Gobierno español ha evitado desde marzo cualquier crítica a Marruecos. Rabat, en cambio, ha llegado a cuestionar en canales oficiales la existencia de “fronteras terrestres” con España y no ha renunciado a la reivindicación de la soberanía de Ceuta y Melilla
Sombrío futuro económico
El porvenir económico apunta sombrío. En su último informe mensual, el centro de análisis FocusEconomics pronostica que la economía marroquí crecerá a una de las tasas más lentas de Oriente Medio y el Norte de África como consecuencia de la caída de la producción agrícola y el empeoramiento de los intercambios comerciales.
En agosto la inflación registró un 8 por ciento, la cifra más alta en los registros históricos. Un drama al que se suma la represión. “Es una estrategia en tres pasos que resulta eficaz. La persona contra la que se dirige deja de criticar al régimen, deja de escribir en Internet o en medios de comunicación internacionales y abandona el país”, advierte Monjib. “Ziane, por ser mayor, muy conocido y monárquico, tiene el ‘privilegio’ de sufrir la estrategia completa con todos sus pasos”, concluye este periodista desde el exilio.