La del próximo domingo no será una cita cualquiera para los chorrotos, como se conoce coloquialmente a los habitantes de Murillo el Fruto, un pueblito navarro de 700 habitantes volcado hasta ahora en el cultivo de la guindilla y el espárrago. Murillo es la plaza elegida por Luz Verde, un partido que defiende la legalización del cannabis, para presentarse e irrumpir en esa España que lleva décadas vaciándose. Su propósito, dicen, es animar la localidad convirtiéndola en el corazón del cáñamo industrial, un polémico salvavidas.
“Nuestro plato fuerte es la instalación de una planta de procesamiento de cannabis”, reconoce Aitor Murillo, un joven del pueblo que figura como número tres de la candidatura que ha causado la sorpresa. Su puesta de largo, en un mitin celebrado la semana pasada en el centro social y cultural del municipio, concitó el interés de los vecinos. “La verdad es que acudieron unas 150 personas, algún curioso de fuera pero el 90 por ciento eran de aquí”, agrega.
Una concurrida presentación
Durante la presentación se entonó el “Oh porro mío”, uno de los himnos del partido. Lo cantó entre las risas de los presentes Albert Boira, el aspirante de la formación a la alcaldía de Madrid, que junto a Murillo y Barcelona conforman sus únicas candidaturas. “Oh porro mío, qué bueno está y dicen que es droga. Qué más me da. Oh porro mío. Me sienta bien…”, reza el sainete, convertido en himno de una formación que fue registrada legalmente el año pasado tras adecuar sus estatutos a la Ley de Partidos y archivar la Audiencia Nacional su petición de disolución.
“En las ciudades queremos reivindicar el cáñamo lúdico y todo lo que su legalización está trayendo a lugares como Nueva York mientras que en Murillo nos centramos en el cáñamo industrial para la España vaciada frente al emplazamiento de otras industrias más contaminantes”, comenta Fermín Les, presidente de un partido que nació precisamente en Navarra y que aspira a ganar músculo para las elecciones generales de finales de año. “Es en el Congreso de los Diputados y el Senado donde se hallan las competencias, donde se pueden cambiar las cosas”, matiza.
Bajo el lema “Nos plantamos”, su programa urbano apuesta por regular los clubes de cannabis y cultivar cáñamo en terrazas y jardines verticales. “El otro día la presidenta Ayuso decía que quería poner plantas en los balcones. Pues que sepa que el cannabis es la planta que más CO2 absorbe por metro cuadrado. Sería estupendo para absorber la contaminación de la capital”, esboza Les.
En Murillo nos centramos en el cáñamo industrial para la España vaciada frente al emplazamiento de otras industrias más contaminantes
Fermín les, presidente del partido cannábico luz verde
En los confines de Murillo -a 68 kilómetros de Pamplona y cuyo “fruto” procede etimológicamente de «roto» en relación al castillo de la villa-, el programa cannábico promete trabajar para “conseguir la instalación de una planta de procesado de cáñamo, que generará ingresos y creará empleo para nuestra localidad”. Un proyecto que, según Aitor, tendría que salvar primero el plácet vecinal. “Como en este tema y en otros, queremos favorecer la participación ciudadana. No se trata de votar cada cuatro años sino de ir consultando y someterlo a consulta popular. Solo saldría adelante si hubiera un porcentaje de apoyo significativo”.
Al borde de una gestora
De conseguirlo, se trataría de una iniciativa pionera en Europa que tendría que enfrentarse a las vicisitudes legislativas. Un proyecto surgido en el último suspiro de la precampaña. Hasta hace unos meses Murillo, que llegó a superar los 1.300 habitantes en la década de 1960, era una de las localidades que parecían condenadas a no celebrar elecciones el próximo domingo. Finalmente serán 43 los municipios españoles donde sus habitantes no conocerán la cita con las urnas después de que, expirado el plazo, no se presentara ninguna candidatura. 37 se hallan precisamente en territorio navarro.
“No se iba a presentar ninguna candidatura y apareció la oportunidad de que el Partido Cannábico nos hiciera los papeleos y tiramos hacia delante. Somos gente que nunca ha estado en política y que hasta ahora no tenía nada que ver con el ayuntamiento, pero con ganas de hacer cosas”, relata Aitor. En el pueblo se reparten siete concejales. En la anterior legislatura, una agrupación independiente venció a Navarra Suma, las siglas que englobaron entonces a Unión del Pueblo Navarro, Partido Popular y Ciudadanos. El PSOE, que tuvo el bastón de mando en los noventa, no se presenta desde 1999.
Finalmente, la formación que aboga por la legalización del cannabis no estará sola. Tendrá que vérselas con Adelante Murillo, un partido de nuevo cuño formado también in extremis. “No queríamos que el pueblo quedara en manos de una gestora. Fue Diego [el cabeza de lista] quien nos convenció a todos. Cada uno tiene su ideología pero estamos muy mezclados”, comenta a este diario Silvia Sarachaga, la número dos de la candidatura. “Como en otras zonas rurales, nuestro principal problema es la despoblación. Nos estamos salvando un poco porque están viniendo jornaleros que se terminan quedando a vivir. Somos un pueblo agrícola. Si la agricultura no va bien, el resto tampoco”.
«No lo vemos factible»
El acceso a un médico -“lo tenemos por unas horas y va cambiando porque está lejos de Pamplona”- y la supervivencia del colegio son algunas de las inquietudes de un pueblo que resiste. “Hay bastante vida. Tenemos una charanga, la asociación de jubilados o cazadores y el club de fútbol, el Murillés”, apunta Silvia. En Adelante Murillo, no se oponen a la idea central del partido rival. “No estamos encontrados. Tenemos ideas bastante distintas pero también comunes. No estamos en contra per se. Todo se puede hablar. No vemos factible que esto se pueda hacer y ni siquiera si el pueblo lo quiere”, replica.
En el otro partido también habrá consumidores. Tienen gente joven y todos nos conocemos. En todas las casas cuecen habas, y en la mía, a calderadas
Aitor murillo, candidato de luz verde en murillo
En ambas candidaturas militan desde agricultores hasta comerciantes y autónomos del municipio. “Algún consumidor de cannabis habrá”, apunta Aitor a propósito de los integrantes de su lista. “En el otro partido también seguro. Ellos también tienen gente joven y todos nos conocemos. En todas las casas cuecen habas, y en la mía, a calderadas”, indica tirando del refranero. “Se trata de romper estereotipos y normalizar”.
Se trata de uno de los propósitos fundacionales de Luz Verde. “Somos muchos los que consumimos y no damos la cara”, confirma Les, crítico con “la manera represiva y policial” con la que los sucesivos gobiernos nacionales han abordado el asunto. “Está claro que el cannabis se va a legalizar aunque no sabemos cuándo ni cómo. Los que consumimos esta planta todos los días conocemos sus ventajas, pero es interesante una campaña política para explicar de qué se trata más allá de los estigmas”. España lidera las sanciones al uso del cannabis en Europa pese a que es solo el tercero en consumo. Según el Observatorio Europeo de las Drogas, se imponen el 43% de las infracciones administrativas o penales cometidas en Europa por consumo o tenencia de marihuana.
Llamada a la tranquilidad
Para mitigar el revuelo inicial, el partido cannábico ha llegado a divulgar una carta abierta a los vecinos de Murillo en la que recalcan que las personas independientes que forman la lista “se deben a su pueblo antes que al cannabis” y el impulso agrícola del cáñamo industrial se llevaría a cabo “al amparo de las licencias recientemente obtenidas por el Gobierno de Navarra para la investigación del cáñamo industrial y médico”. “No vamos a hacer de Murillo un pueblo de porretas sino un pueblo bien gestionado y pionero y referente en la agricultura del cáñamo industrial y medicinal del siglo XXI”, promete la misiva.
Un compromiso que, según Aitor, ha traído cierta tranquilidad al electorado chorroto. “Hubo cierto revuelo porque no se conocían nuestras propuestas. Se dijo que habíamos llegado para quitar multas o que íbamos a legalizar el consumo cuando carecemos de competencias”, arguye. A la calma también ha contribuido el reparto y venta de artículos con componentes del cannabis. «Regalamos cremas. Es un tema que se desconoce por completo. La gente ha empezado a desligar el cultivo de cáñamo, que no tiene ningún componente activo de THC -el psicoactivo-, del resto. Algún vecino ya ha probado los beneficios medicinales», resume el joven.
“Vamos a respetar la ley. No se trata del libre albedrío sino de tratar de sacarle beneficio como industria. No somos un pueblo de porretas aunque quien más o quien menos ha fumado alguna vez”, insiste Aitor. Una afirmación que también repiten en las filas de Adelante Murillo. “No creo que tengan mucha fuerza para legalizar nada. Somos muy pocos en el pueblo pero quien fuma, lo seguirá haciendo. Como en todos sitios hay de todo, como en botica”, remata Silvia. El domingo las papeletas (de voto) resolverán la pugna más singular de la historia democrática de Murillo.