Cuando el pasado 6 de febrero la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional zanjó el debate de la prescripción de los delitos de la cúpula de ETA, y siguió adelante con la posibilidad de seguir investigando, en las dependencias de la Guardia Civil ya sabían que habían logrado una de sus mejores cartas. Y no era precisamente la decisión de los magistrados. Hacía justo tres días que dos etarras habían acudido a la Jefatura de Información para desenmarañar lo que ellos llevaban décadas analizando sin ninguna ayuda por la organización criminal ya desecha. El TP01 y el TP02 explicaron cómo funcionaba la cúpula y corroboraron su teoría: las decisiones importantes pasaban siempre por la dirección.
El 3 de febrero de 2023 los agentes de UCE-1 del Instituto Armado recibieron, tras un trabajo minucioso y sigiloso, a los dos testigos protegidos. El primero, militante de la banda en los años 80; el segundo, estuvo desde 1993 hasta que en 2001 fue detenido. Ambos aportaron información fundamental -que ratificaron posteriormente el 31 de marzo ante la Audiencia Nacional- para esclarecer investigaciones en curso como el crimen de Gregorio Ordoñez y el de Miguel Ángel Blanco y datos que pueden ayudar a los 379 atentados sin resolver.
El TP01 concretó «que atentados del calibre como un político se necesitaba la autorización expresa de los integrantes de la estructura directiva de ETA, en este caso del Comité Ejecutivo», señala la documentación a la que ha accedido El Independiente. Sus palabras sobre el asesinato al exconcejal del PP de Ermua en 1997 son de vital importancia para los investigadores: «Bajo mi punto de vista, yo pienso que el Comité Ejecutivo podría haber evitado la comisión del asesinato de Miguel Ángel Blanco Garrido. Prácticamente Blanco Garrido estaba sentenciado desde su secuestro».
El Tp02 fue capaz de dar muchísimos datos esclarecedores sobre cómo era la relación de los de abajo con los jefes. «La dirección emitía las órdenes para llevar a cabo acciones terroristas y éstas eran transmitidas al comando a través de su responsable», señaló. En su caso la responsable de hacer de ‘correo humano’ era María Soledad Iparraguirre (alias ‘Anboto’). El informe de la Guardia Civil señala que se le preguntó si tenía contacto directo con la cúpula directiva y él reflejó «que con ‘Anboto’ por ejemplo tenía contacto directo en calidad de responsable del comando en que estaba integrado, y con la que llegué a tener mínimo una cita con ella que yo recuerde». Reconoció igualmente encuentros con Miguel Albisu Iriarte (‘Mikel Antza’) y José Javier Arizkuren (‘Kantauri’).
A este exmiembro de la banda también le interrogaron sobre su etapa en prisión. La Guardia Civil quiso saber si existía alguna estrategia emanada de la cúpula de ETA para atentar contra miembros del Partido Popular. Manifestó «que sí, que en nuestras conversaciones en prisión, se hacía referencia a la necesidad de seguir la línea de actuación que había sido marcada por la dirección de la organización».
En general este relato apuntala la tesis de los distintos jueces de la Audiencia Nacional que han reabierto investigaciones sobre la base de que todos los atentados tuvieron como responsables finales a los jefes de la banda. Más allá de que ya haya condenas por quiénes lo cometieron, el hecho de que los líderes tuvieran la posibilidad de frenarlo o dieran la orden también les hace responsables penales.
«Para realizar algún secuestro, sí que había que consultarlo con la dirección y recibir autorización», consta dicho por el TP-02. «Contra guardias civiles o fuerzas de seguridad no había que consultar, ya que anteriormente la dirección dio vía libre para llevar a cabo este tipo de acciones».
Ambos dieron también nombres y apellidos de los que formaban la jerarquía en el momento en el que integraron ETA. El TP01 dijo que «por conocimiento propio y a través de otros miembros de la organización en prisión» el Comité Ejecutivo lo integraba: ‘Mikel Antza’, ‘Anboto’, ‘Kntauri’, Ignacio Gracía Arregui (‘Iñaki de Rentería’) y Julián Achurra Egurrola (‘Pototo’). Por su parte, el TP02 señaló a los mismos a excepción de ‘Pototo’ y añadió a Francisco Javier García Gaztelu (‘Txapote’).