La entrevista del ex ministro de Derechos Humanos marroquí Mohamed Ziane, publicada en El Independiente, se ha convertido en la última muestra de cómo la justicia del país vecino persigue a la disidencia hasta intentar ahogarla. El abogado y político, atacado desde entonces por la prensa local, ha visto incrementada la vigilancia de la policía política y acelerados los procesos judiciales abiertos contra él, que en declaraciones a este diario denuncia como absolutamente fabricados.
En la conversación con El Independiente, ampliamente difundida, Ziane denunció la prolongada ausencia de Mohamed VI -residente en París- y llegó a exigirle que abdicara por el bien del país, sometido a una grave crisis política, social y económica. Sus palabras despertaron pronto una agresiva respuesta en forma de insultos en la prensa y las redes sociales. Ahora, en cambio, es la policía y la justicia del régimen alauí las que le han situado en el punto de mira.
“El futuro de Marruecos no está en manos seguras. Por lo que me espero lo peor”, declara a este diario Ziane, quien a sus 79 años sigue residiendo en el país. El abogado, fundador del Partido Liberal marroquí, conoce bien las herramientas en manos del poder marroquí para golpear a la oposición. Fue uno de los disidentes víctimas del espionaje de Pegasus, con la intimidad como chantaje permanente de Rabat, y fue condenado recientemente a tres años de cárcel tras declararlo culpable de 11 cargos.
El futuro de Marruecos no está en manos seguras. Por lo que me espero lo peor
“Me han acusado de todo, desde adulterio y acoso sexual hasta atacar a la Dirección de Seguridad y ser un mal ejemplo para la juventud y humillar a las fuerzas públicas”, señala Ziane. “Mi defensa siempre ha sido muy simple. Son acusaciones, que no delitos, milagrosos para haberlos cometido a mis 80 años. Yo agradezco al juez considerarme capaz de todo esto”, agrega.
La persecución judicial está liderada por una demanda presentada por el todopoderoso jefe de la policía y la inteligencia, Abdellatif Hammouchi, contra el que Ziane ha lanzado críticas directas. “Es alguien que nunca representó nada, que no tiene ninguna legitimidad ni popularidad. Está el cuento chino de que es muy importante porque ha facilitado la lucha contra el terrorismo, eso que se lo cuente a su hermano o su primo”, arguyó el ex ministro en estas páginas al ser preguntado por una figura que infunde terror. En el caso de Ziane, la primera víctima familiar fue su hijo, que se halla actualmente entre rejas a partir de unos cargos que su padre niega.
Un viejo conocido del establishment
Hubo una vez en la que Ziane perteneció al establishment marroquí. Sirvió a Hasán II y en la primera etapa de su hijo hasta distanciarse y convertirse en una “rara avis”, un opositor singular. Presume hasta la fecha de ser el primero y el único alto funcionario marroquí en haber dimitido por su voluntad, ante las cámaras de la televisión local. Sus críticas, cada vez más audaces, y su representación legal de miembros del movimiento del Rif, el caso del periodista Taoufik Bouachrine y el de la policía Wahiba Kherchich le han convertido en enemigo del régimen.
“La entrevista puede que haya agravado mi situación, que ya estaba muy afectada”, reconoce Ziane, sometido ahora a una estrecha vigilancia. Agentes de la policía política merodean desde hace días por las inmediaciones de su residencia en Rabat y han llegado incluso a interrogar a algunos vecinos y amigos del ex ministro que regresaban de visitarle. El objetivo, además, es acelerar los procesos judiciales en curso, entre las que figura la apelación presentada por Ziane contra la condena a tres años de prisión.
Organizaciones de derechos humanos locales e internacionales han denunciado como políticos los cargos. “De repente sale la audiencia para probablemente confirmar la sentencia y ejecutarla”, denuncia el letrado, muy crítico también con la politización de la justicia marroquí, convertida en una brazo más de la represión que padece la disidencia del país árabe. “Mi fe me da fuerzas suficientes para continuar resistiendo. Espero no abandonar ni la lucha ni el país”, concluye Ziane.