El historiador alemán Florian Huber rescata en su libro Prométeme que te pegarás un tiro uno de los episodios menos conocidos de la II Guerra Mundial, los suicidios masivos en Alemania al caer el nazismo, en un contexto de «sentimiento de culpa generalizado, o, más bien, de complicidad con los crímenes del régimen».
En una entrevista con Jose Oliva (Agencia Efe), Huber señala que, en la Alemania de 1945, «muchos factores crearon un estado mental catastrófico y la gente se suicidó por varias razones: miedo a los soldados enemigos, sufrir violencia extrema (en especial violaciones), miedo a la venganza por los crímenes que habían cometido los nazis y poca perspectiva de futuro si el Reich alemán dejaba de existir».
Frente a la experiencia de otros países perdedores en guerras, la gran diferencia es que los alemanes simplemente se negaron a rendirse, «las autoridades y los militares siguieron luchando hasta en los pueblos más pequeños, lo que hizo el drama alemán tan intenso y fatídico».
Según la investigación del propio Huber, el número debe estar en las decenas de miles alrededor de toda Alemania, pero en el caótico final de la guerra, «las estadísticas oficiales, la documentación y los reportes médicos casi dejaron de existir, lo que impide dar una cifra exacta global».
Prométeme que te pegarás un tiro (Ático de los Libros) recoge la estimación de que solo en Berlín 10.000 mujeres se quitaron la vida después de ser violadas por soldados del Ejército Rojo; y en Demmin (nordeste de Alemania) se calcula que se suicidaron más de 1.000 personas de una población total de 15.000.
En la última parte de la guerra, las estadísticas, la documentación y los reportes médicos «o dejaron de existir, o ignoraron la cuestión de los suicidios» y por esta razón el autor tuvo que buscar «fuentes no oficiales» esparcidas por todo el país: «diarios de los soldados, refugiados, doctores, curas o escolares, también las listas de víctimas hechas a toda prisa por los municipales, los guardas de los cementerios o las tropas enemigas, así como los recuerdos de juventud de los ancianos».
Huber apunta que usaban cualquier método para suicidarse: desde ahorcarse, dispararse, apuñalarse, cortarse, envenenarse o ahogarse a sí mismos, y muchos mataron a sus hijos antes de hacerlo
Huber apunta que usaban cualquier método para suicidarse: desde ahorcarse, dispararse, apuñalarse, cortarse, envenenarse o ahogarse a sí mismos, y muchos de ellos incluso mataron a sus hijos antes de hacerlo, como sucedió en el caso de Goebbels, que se suicidó junto a su esposa Magda tras envenenar a sus seis hijos.
En las últimas semanas de la guerra, la fe del pueblo en Hitler se había desvanecido y por eso su muerte «no tuvo nada que ver con el suicidio colectivo, y además, la noticia de su muerte en la radio ni siquiera mencionó que había sido un suicidio, sino que había muerto heroicamente luchando en la batalla, así que el Führer murió con una última gran mentira».
El historiador alemán percibe un cambio en la evolución de los suicidios en la sociedad alemana: «En los primeros años del régimen, la mayoría de suicidios estaban protagonizados por los perseguidos, judíos, comunistas y otras minorías que el gobierno había declarado ‘enemigos del pueblo’».
Esa tendencia, añade, cambió hacia el final de la guerra, y entonces aparecen más suicidios entre miembros del Partido Nazi, «líderes políticos y militares, criminales de guerra y otros seguidores nazis que tenían mucho que temer cuando perdieron la guerra».
Huber asegura que «contrariamente a lo que se ha dicho durante décadas, la mayoría de los alemanes eran conscientes de que algo horrible estaba ocurriendo durante la guerra en la Europa del este, pues habían visto cómo los judíos desaparecían de la sociedad y escuchaban a los soldados que volvían a casa desde el frente oriental».
El autor observa asimismo que «el mayor número de suicidios se produjo en la parte oriental de Alemania, donde el Ejército Rojo avanzaba y la gente tenía mucho miedo a los soldados soviéticos por la propaganda».
Tras esta investigación, Huber trabaja en una miniserie televisiva sobre el fenómeno de los suicidios masivos en Alemania tras la caída de la Alemania nazi.