Ryma tiene 28 años y hasta hace unas semanas era una joven argelina de 28 años alegre y llena de proyectos. Tenía razones para estarlo. La vida le sonreía. Como profesora de francés, había conseguido un beca para viajar a Francia. Hasta que un vecino, con el que había rechazado casarse, le roció gasolina y le prendió fuego. Desde hace una semana Ryma se debate entre la vida y la muerte en el hospital madrileño de La Paz, tras un complicado viaje costeado a través de una colecta solidaria.
“Acabo de hablar con el médico. Ahora le van a hacer una ecografía para ver el estado del corazón. De momento, está luchando contra la infección y el doctor me ha dicho que es un procedimiento largo y que lo que necesitan es que la paciente luche y resista”, relata a El Independiente Abdul Salam Anane, el hermano de Ryma y el pariente que la acompaña en su arriesgada e incierta travesía hacia la curación en España.
La tragedia de Ryma se precipitó el 26 de septiembre. Eran alrededor de las seis de la mañana cuando la joven, como hacía a diario, salió de su casa en su pueblo de 900 habitantes cercano a Tizi Ouzou, una ciudad de 142.000 almas a 100 kilómetros de Argel. Debía reunirse con otras tres compañeras en la parada de autobús para desplazarse juntas al colegio donde trabajaba.
Todo comenzó por un joven que arrojó gasolina sobre mi hermana y le prendió fuego con un mechero
Recién licenciada en ingeniería en Nantes, enseñaba francés en una escuela pública de la villa de Tizi Ouzou, la segunda mayor ciudad de la región de Cabilia. Aquel día de septiembre llegó la primera. Y en esa breve espera sucedió el horror. “Todo comenzó por un joven que arrojó gasolina sobre mi hermana y le prendió fuego con un mechero”, explica Abdul Salam.
Cuando apareció por el domicilio familiar, envuelta en llamas, ni siquiera sus parientes fueron capaces de identificar que se trataba de Ryma. Entre gritos, la asistieron arrojándole mantas y, cuando lograron controlar el fuego, se encontraron con la joven. “Corrió hacia la casa donde yo estaba, conseguí apagar el fuego y la llevé al hospital pero, como allí no tenían medios de curarla, se optó por transferirla a España”, cuenta su hermano.
Tres años de persecución y acoso
Fuentes conocedoras del caso aseguran a este diario que Ryma se sabía vigilada y acosada desde hacia tres años, cuando el agresor la conoció aprovechando las clases particulares que impartía a una de sus hermanas. “Él le pidió que se casara con ella hace tres años. Ella lo rechazó y desde entonces la perseguía y la acosaba”, explica Narimene Mouaci, cofundadora de Feminicidios Argelia, una plataforma que documenta los casos de violencia de género que se producen en el país árabe. “Hace poco le concedieron una beca de un mes para hacer una formación en Francia. El agresor, cuando vio que se iba a ir, no soportó la idea e hizo lo que hizo”, agrega.
“Es evidente que la vigilaba. Cuando vio que estaba sola, la atacó desde su espalda. Le arrojó la gasolina y la quemó, por lo que las principales quemaduras están centradas en la espalda y el cuello”, detalla Narimene.
Ryma fue atendida inicialmente en un hospital local, pero ante la gravedad de las lesiones fue trasladada la semana pasada a Madrid con la asistencia de una empresa argelina que gestiona los viajes a Europa por razones sanitarias. Según ha podido saber este diario, fue primero atendida en una clínica de Quirón Salud y, poco después, transferida al hospital de La Paz, que cuenta con una unidad de grandes quemados, donde se halla ingresada.
«Entre la vida y la muerte»
Su estado es muy delicado. “Se debate entre la vida y la muerte”, confirma Narimene. “Tiene un porcentaje de quemaduras del 70 por ciento del cuerpo y está hospitalizada, además tiene una infección. Ya le han hecho una primera operación y por el momento estamos esperando los resultados sobre la infección”, precisa su hermano. Ryma sigue inconsciente aunque estable, según el último parte médico. Su estado es crítico. Por el modo empleado en el ataque, la joven -con quemaduras de tercer y cuarto grado- evitó que le fuera afectado el rostro pero sí ha sufrido en ambas manos, pecho y espalda.
A Abdul Salam le inquieta el coste de la atención en España. “No tenemos el dinero suficiente para cuidarla”, esboza. La ola de solidaridad que su caso ha despertado en su Argelia natal ha logrado recaudar unos 70.000 euros a través de una colecta abierta en internet. De momento, la factura del viaje en avión y los cuidados se eleva ya por encima de los 180.000 euros. Inasumible para una familia humilde argelina.
El flanco económico ya fue el principal obstáculo para su desembarco en Francia. «Pedimos su ingreso en un hospital de Francia, pero el hospital exigió el pago íntegro de la factura para expedir el visado», narró a la prensa argelina la doctora Houcine Malika, directora de la organización encargada de su viaje. En España, según Malika, la concesión de visado “apenas duró una hora” y no se exigió el pago íntegro de la factura, sino en diferentes plazos. Entre las primeras intervenciones a las que debe someterse es el injerto de piel en la espalda.
Una epidemia silenciosa
El drama de Ryma arroja luz sobre la violencia de género en el país árabe, un fenómeno sepultado por el tabú. Según la organización feminista, 55 mujeres murieron en 2020 y 2021 respectivamente en sucesos relacionados con violencia machista. En lo que va de 2022, se han registrado al menos 33. “No son las cifras oficiales porque en Argelia se carece de números fiables sobre feminicidios. Son nuestras propias cifras”, advierte Narimene. Según su registro, en la mayoría de los casos se trata de degollamientos.
Al menos 33 argelinas han sido asesinadas por violencia de género en lo que va de 2022
El modus operandi empleado contra Ryma no es una excepción. En abril otra mujer de 30 años murió en Argelia quemada con vida por su marido. Lo hizo delante de dos de sus retoños. El año pasado en la misma ciudad de Ramy fueron asesinadas dos féminas, sometidas al mismo método. Ocurrió en noviembre. Un hermano encerró entonces a sus dos hermanas y su madre en la vivienda familiar, a la que prendió fuego posteriormente. Las hijas Lamia y Yamila Hamdus -de 27 y 32 años respectivamente- perdieron la vida. La madre, que pudo escapar, sobrevivió. Un mes después en la ciudad de Guelma, en el noreste de Argelia, murió Maria. Tenía 19 años y había sido secuestrada por un grupo de hombres. La quemaron viva. Nunca pudo establecerse si previamente había sufrido una violación.
“Existen dos modalidades: unos asesinaron primero a la víctima y luego queman el cuerpo para disfrazar el crimen, y resulta muy común; y otras son asesinadas por este método de quemarla viva”, explica Narimene. “En la mayoría de los casos los agresores eran conocidos por la víctima”, confirma la investigadora, afincada en Alicante. “El segundo caso es extremadamente cruel. Quieren que la víctima sufra mucho para que luego fallezca”, agrega quien ha tratado de acercarse en las últimas semanas a la biografía de Ryma.
Un símbolo de lucha
“He hablado con amigos y familiares y me han contado que era una mujer muy alegre y activa. Tenía muchas ambiciones y quería construir su futuro porque quería irse a formarse y trabajaba. Quería avanzar en la vida y realizar sus sueños, como casi todas las mujeres asesinadas”, explica la joven. Su extrema fragilidad impide hacer pronósticos de su evolución. “Está en buenas manos y van a hacer todo lo posible por salvarla”, indica Narimene. La unidad de grandes quemados de La Paz ya ha hecho frente a casos muy graves como el de una española a la que su cónyuge roció ácido sulfúrico. Tenía 29 años y se hallaba en proceso de divorcio. Fue tratada en la clínica y logró sobrevivir.
El agresor de Ryma se entregó poco después a la gendarmería argelina y se halla bajo arresto. “La familia exige que no salga jamás de prisión”, replica el hermano de la joven. En la mañana en la que el agresor se cruzó en su camino, Ryma irrumpió en casa balbuceando “¡Ha quemado mi futuro!” hasta desplomarse. “Mi hija ha sido quemada. Necesita ayuda urgente porque fue su enemigo quien la quemó”, suplicó su madre en un vídeo que ha circulado ampliamente por las redes sociales argelinas.
Las imágenes que han trascendido de su viaje la muestra con el cuerpo completamente vendado y cubierto por una sábana. Abdul Salam confía en que pueda vencer la batalla que libra. “Solo Dios lo sabe”, murmura. “Es aún pronto para saber los resultados de las intervenciones”, argumenta Narimene.
“Ryma es un caso que no es aislado, y que se ha producido antes entre muchas mujeres argelinas. Ryma está sobreviviendo y quiere salir adelante. Es lo que la convierte en única, también por la solidaridad que ha despertado en todo el país. Es un caso que nos dice que tenemos que luchar y que se mejore de una vez por todas la protección legal contra las mujeres. Su agresor la persiguió durante tres años. Faltan medidas políticas reales y efectivas”, concluye la investigadora.