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‘Tres minutos: una exploracin’, fragmentos de un pueblo judo desaparecido en el Holocausto

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El documental de Bianca Stigter, que ahora estrena Filmin, recupera la imagen perdida de un da cualquier de un pueblo polaco justo antes de su desaparicin: toda la poblacin fue deportada a Treblinka

Una imagen de 'Tres minutos: una exploraci
Una imagen de ‘Tres minutos: una exploracin’.FILMINMUNDO

Mantena Jorge Semprn, prisionero en el campo de concentracin de Buchenwald, que lo verdaderamente traumtico del Holocausto es que no hubo testigos. Nadie podr decir jams: yo estuve ah. De ah la angustia de no ser credo. Y Claude Lanzmann, el gran cronista del horror de lo indecible y director de la monumental Shoah, insista en esa misma aseveracin, que tena mucho de lamento, con su radical negativa a recrear nada, a ficcionar nada. Siempre consciente de que relatar significar por fuerza estetizar. Cmo representar el horror absoluto del Holocausto?, sera la pregunta an sin respuesta. Tres minutos: una exploracin, el documental de Bianca Stigter que desde hace apenas unos das se puede ver en Filmin, conserva intacto los lmites de la polmica de siempre. Pero, un paso ms all, la renueva y hasta le otorga nuevo sentido.

Estamos demasiado habituados a contemplar el Holocausto como un suceso irreal y de un pasado tan remoto que nada tiene que ver con nosotros. Se habla de seis millones de muertos y en la enormidad de la cifra apenas reconocemos un nmero comprensible. Cambiara algo si fuera mucho mayor o mucho ms pequeo? Es algo tan grande que se convierte en una abstraccin. Te adormece la mente, te detiene, comenta la directora desde el otro lado del zoom en Amsterdam, donde vive.

Tres minutos: una exploracin es exactamente lo que dice el ttulo. La pelcula exhibe una cinta casera rodada en 1938 por David Kurtz en el pueblo polaco de Nasielsk situado a pocos kilmetros de Varsovia. El autor, emigrante en Estados Unidos, grab con una novedosa Cine Kodak Magazine de 16 mm y con rollos en blanco y negro y con Kodachrome en color lo que eran unas vacaciones en familia por toda Europa y por las tierras de sus antepasados. Lo que no poda imaginar entonces el adinerado burgus es que las imgenes intranscendentes de las calles bulliciosas y sorprendidas por el acontecimiento de una cmara no profesional estaban a punto de convertirse en nada, en la sombra de una sombra. Meses despus, los protagonistas accidentales de ese simple y pretendidamente inocente recuerdo familiar seran deportados a Treblinka.

Creo, dice Stigter, que la primera vez que vi las imgenes fue en la web del Museo del Holocausto de Washington. Me fascinaron por la sensacin de cercana, de inmediatez, que daba el color. El documental que ahora vemos, y que empez a dar sus primeros pasos en 2014, hace pie en la investigacin de Glenn Kurtz, nieto del autor de la filmacin, y que lleva por ttulo Three Minutes in Poland: Discovering a Lost World in a 1938 Family Film. Desde ah, y merced a un meticuloso trabajo forense de investigacin que le ha llevado aos a la directora, se desentraan cada uno de los diminutos misterios que encierra tan modesto testimonio. La identificacin de la hora exacta del rodaje, del letrero de comestibles que conduce al nombre de su propietario, de los rboles, de cada sonrisa, de los relieves que adornan la puerta de la sinagoga, de la plaza vaca en la que seran concentrados para su deportacin la mayor parte de los que ah salen… Y as hasta llegar al nico superviviente vivo: el seor Chandler. Recuerdo, dice Stigter, que cuando le ense la pelcula su reaccin fue de alivio, pero sin emocin de ningn tipo. “Ahora ya puedo decir que no soy de Marte”, dijo. Le pesaba el no poder mostrar nada ni tener a nadie de su infancia. La pelcula, de algn modo, le devolvi su niez.

Tres minutos: una exploracin se limita a mostrar la pelcula una y otra vez. Pero en cada visionado algo cambia. Todo se transforma. La imagen se ralentiza, se acerca en zoom hacia un detalle, se detiene en un gesto, contempla un fotograma congelado… Y cada vez que se vuelve a ver… se ve por primera vez. Y ah el milagro. Mientras, la narracin en off a cargo de la actriz Helena Bonham Carter aporta los datos, las cifras, los nombres, las fechas y, sobre todo, las ausencias. Desde su estreno en el Festival de Sundance hace casi un ao, la cinta no ha hecho ms que crecer hasta transformarse en memoria viva. El Holocausto en su ms trivial definicin fue slo un intento de borrar a toda la poblacin juda de Europa. La pelcula recupera algo que no fue borrado. Se trata de algo mnimo, quiz pueril, pero en su modestia, en su ordinariez si se quiere, acaba por ser extraordinario. De alguna forma, es una victoria pequea, pero importante, contra la barbarie, aade la directora.

El triunfo es an mayor, por agnico, si se tiene en cuenta que la pelcula a poco estuvo de perderse para siempre. El celuloide se haba contrado, agrietado y ondulado por los bordes. Buena parte se haba transformado en una masa por el llamado sndrome de vinagre. Un mes ms tarde y la restauracin habra sido imposible. La sensacin de borrosidad, explica Stigter, aade veracidad. Tres minutos acaba por ser tambin una reflexin sobre el propio cine, sobre su valor como prueba, como testimonio. Vivimos un tiempo en el que la imagen es fcilmente manipulable. Por otro lado, el Holocausto cada vez queda ms lejos. Los supervivientes cada vez son menos. Por todo ello, una pelcula as nos devuelve en su radicalidad el valor de la memoria. Vemos personas, personas que antes de ser asesinadas disfrutaban de una vida. Vemos cmo se visten, cmo sonren, cmo se mueven… Vemos que viven.

Bianca Stigter debuta como directora, pero su relacin con el cine es larga. Ella es una periodista, investigadora, historiadora y de productora de buena parte del trabajo de Steve McQueen, su marido. Y aqu es donde pelculas como 12 aos de esclavitud encaja a la perfeccin, aunque desde otro lado completamente diferente, con este documental. Me interesa todo aquello que falta en la memoria. Lo que olvidamos es casi tan relevante como lo que recordamos. Y la memoria tanto de la esclavitud como del Holocausto nos configura como seres humanos. Fueron los dos episodios ms importantes de la humanidad reciente por lo que tienen de monstruosos y esenciales para explicar quines somos. Su recuerdo es imprescindible… Vivo en Amsterdam y cada centmetro de esta ciudad est plagado de historias apasionantes y terribles. Precisamente, es sobre lo que ocurri en Amsterdam, calle a calle, durante la Segunda Guerra Mundial sobre lo que he estado trabajando los ltimos aos. Y ahora es una pelcula de Steve, concluye.

Tres minutos: una exploracin acaba por ser antes que una simple pelcula, un ejercicio de cine compartido. Es el espectador el que monta, hace y deshace cada imagen hasta construir el puzzle de la memoria de todos. Importa lo que se ve, pero an es ms relevante la ausencia de todo lo que nunca pudo ser contemplado, lo indecible.

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