La entrada de Rishi Sunak en la residencia del número 10 de Downing Street coincidió con la celebración sij, jainista e hindú del Diwali, el festival de las luces. Sunak, como devoto hindú a quien siempre le acompaña el Bhagavad-gītā, la celebró en la residencia oficial y oficina del primer ministro como tal, e incluso encendió diferentes lámparas en la puerta, tal como indica la tradición. Pero más allá del hecho en sí, debemos ver su trascendencia. Hace menos de un siglo que desde ese mismo lugar se dictaban las ordenes de reprimir hindúes y musulmanes en el Raj Británico, actual India, Bangladesh y Pakistán. Y ahora un primer ministro del Reino Unido es hindú, nieto de indios del Punjab que emigraron, primero a Kenia y Tanzania, y luego a Southampton.
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