Hoy se cumplen cinco años desde que ETA anunciara y escenificara su disolución. Un lustro en el que la desaparición de la organización terrorista no ha venido acompañada de la petición de perdón y reparación por quienes la integraron y la alentaron. Esta mañana el lehendakari Iñigo Urkullu se ha dirigido a ellos para recordarles que aún tienen pendiente reconocer «el daño injustamente causado» con sus acciones. Les ha reclamado un reconocimiento «sincero y honesto» del daño que causaron a personas, empresas y «a la sociedad vasca».
Ha insistido en que a ese mundo aún le resta dar «un paso honesto» que «contribuya a la convivencia y a que algo así no vuelva a ocurrir jamás». Durante un acto con motivo del 60 aniversario de la empresa ELDU, el lehendakari ha querido hacer referencia a este aniversario. Lo ha hecho recordando que el único legado que dejó ETA durante décadas de violencia fue el de «miles de personas víctimas de su persecución, extorsión, chantaje, dolor y muerte». Un rastro que impactó no sólo en sus víctimas directas sino en el conjunto de la sociedad vasca, «una sociedad sufriente», ha asegurado, cuya convivencia aún debe ser «restañada».
La petición de una autocrítica y condena del pasado de ETA reiterada hoy por Urkullu ha sido hasta ahora desoída por la izquierda abertzale. El 3 de mayo de 2018 ETA anunció su disolución a través de un comunicado leído por Josu Urrutikoetxea, alias ‘Josu Ternera‘, y Soleada Iparragirre, ‘Anboto. Un proceso que fue certificado en Ginebra el Centro Henri Dunant para el Diálogo Humanitario y escenificado en un acto en Cambó, en el País Vasco Frances.
En estos años ETA ha pedido ‘perdón’ de modo muy parcial y medido. En una primeara fase su perdón fue dirigido únicamente a las víctimas provocadas por error, no las generadas por «el conflicto». Posteriormente, de la mano de la izquierda abertzale, todo ese mundo que la arropó ha ido dando pequeños pasos, como su presencia en actos de recuerdo a víctimas organizados por instituciones, asociaciones u otro tipo de organizaciones, pero nunca promovidos por la izquierda abertzale.
Gestos medidos
No han faltado las declaraciones, más recientemente, como la de Aiete, en la que Otegi aseguró que el dolor generado por ETA «nunca debió haberse producido». Aseguró incluso que harían todo lo posible para reparar ese dolor. Por el momento no se ha dado ni un sólo paso en ese sentido. La izquierda abertzale y el colectivo de presos de ETA no han facilitado el esclarecimiento de los más de 300 asesinatos aún sin resolver.
A ello se suma que el foco en todos estos años se ha situado en el intento por equiparar las víctimas del terrorismo de Estado o las torturas con las generadas por la banda terrorista, además de presionar en la construcción de un relato de «conflicto» que enfrentó a dos modos de violencia. La defensa de recientes episodios como las webs de memoria en las que se equipara a presos de ETA con sus víctimas, y que la izquierda abertzale no ha cuestionado, es el último reproche que también ha dirigido Urkullu.
La labor realizada no se ha dirigido en ningún momento a arropar o reparar el daño causado a las víctimas de ETA sino que se ha centrado en la política penitenciaria que afecta a los presos de la organización terrorista. El acercamiento de los internos a Euskadi se ha celebrado como un logró de su gestión política.