Departamento de Asuntos Fiscales
El responsable de asuntos fiscales del organismo cree que “hay que dejar que los precios equilibren la situación en el mercado energético”
El despacho de Vitor Gaspar refleja una de las pasiones de este portugués de 62 años que dirige desde 2014 el Departamento de Asuntos Fiscales del Fondo Monetario Internacional (FMI): los libros. Es una colección heterogénea, con muchos títulos dedicados a las nuevas potencias de la economía mundial – India, África Subsahraniana, China, Singapur – y algunos volúmenes por los que Gaspar no disimula su afecto: las obras completas del economista neoclásico Irving Fisher y “un libro que yo creo que es la primera edicion en Estados Unidos de ‘Las consecuencias económicas de la paz’, de Keynes”.
- Los Gobiernos quieren usar usar la política fiscal para subvencionar, por ejemplo, el consumo de energía.
- Nosotros recomendamos usar el mecanismo de precios hasta donde sea posible con el objetivo de reducir la demanda e incrementar la oferta porque, ayuda mucho a reequilibrar la situación. A veces hay perturbaciones grandes en los mercados o volatilidad, así que puede ser útil usar mecanismos para suavizar los precios, pero nuestra recomendación es que eso se haga de una manera muy temporal, para evitar que se acumulen distorsiones, o que suba el coste fiscal [de esa política], o ambas cosas. Europa está sufriendo un shock persistente, que para la mayoría de los países supone una pérdida en términos de comercio [‘terms of trade’, que es cuando el precio de las importaciones, en este caso gas y petróleo, sube más que el de las exportaciones]. Ese tipo de shocks son largos y requieren un ajuste que, insisto, solo se puede hacer o reduciendo la demanda o aumentando la oferta.
- Eso significa que no hay que tocar los precios, o tocarlos lo menos posible.
- Se puede, por ejemplo, hacer un paquete básico de energía subsidiado, pero hay que dejar que el precio opere en los márgenes, así que sería un sistema de tarifa con dos partes. Se pueden emplear muchos mecanismos en función de cómo está organizado el mercado energético en cada país, de cómo es la red de protección social, y de muchas más cosas. Pero lo crucial es que, para reequilibrar un mercado en situación de escasez, el mecanismo de los precios es efectivo, y cuando los países se desvíen de esa regla, tendrán que hacerlo normalmente solo de manera temporal, porque no pueden soportar grandes distorsiones durante mucho tiempo debido a razones que tienen que ver con la mala asignación de los recursos y con cuestiones presupuestarias.
- En el ‘Monitor Fiscal’ hay un capítulo titulado ‘Resiliencia’, con el subtítulo ‘Ayudar a la gente a recuperarse’, en el que se analiza cómo hacer frente desde el punto de vista fiscal a los ‘shocks’ que nos esperan en el futuro. Usted lo ha resumido con dos palabras: “Estar preparado”. Para muchos, la mejor manera de estar preparados es tener un colchón fiscal, o sea, un margen de actuación grande para cuando las cosas se pongan peor.
- En el informe hay una referencia a eso, con la tesis de que, si se quiere ser más activo en política fiscal, como hemos visto durante la pandemia del Covid-19, hace falta más margen, lo que significa reconciliar el activismo con la política fiscal prudente. Pero también hay otros argumentos. Por ejemplo, el Fondo lleva defendiendo desde hace tiempo la idea de gravar las rentas de las empresas, lo que muchos llaman ‘impuesto a los beneficios extraordinarios’ o ‘excesivos’. El FMI cree que hay espacio para hacer de ese impuesto una parte permanente del sistema impositivo, de modo que se active de manera independiente. Eso podría habernos venido muy bien en 2020 porque, en medio de la pandemia, a algunas empresas y a algunas personas les fue extraordinariamente bien. Si hubiéramos tenido sistemas fiscales diseñados de modo que ese exceso de beneficios hubiera sido capturado, se habrían generado ingresos fiscales para los Estados de una manera totalmente compatible con la seguridad jurídica e impositiva, con un sistema tributario ordenado, y con un reparto de cargas equitativo durante la pandemia.
- ¿Es posible introducir eso en el sistema tributario?
- Nosotros creemos que sí, y hemos publicado trabajos en el contexto específico de la pandemia.
- Cuando el FMI habla de dar transferencias de dinero a los grupos más vulnerables ¿a qué se refiere exactamente? ¿Cómo se define lo que es un grupo vulnerable? ¿Por el nivel de renta? Los jubilados, por ejemplo, ¿son un grupo vulnerable o es un grupo demasiado amplio?
- Identificar a los receptores de las ayudas en función de los ingresos y de la riqueza suele funcionar. Pero a veces los shocks son tan gandes que la gente es afectada de maneras diversas y hay que complementar la información. Imaginemos, por ejemplo, los ‘chalecos amarillos’ franceses. Una de las razones por las que salieron a la calle fue porque eran de la opinión de que las personas que tienen que desplazarse largas distancias a trabajar están siendo tratadas injustamente. Y, desde luego, dónde vives y cómo vives en relación a tu trabajo es una información que a veces puede ser relevante para la política fiscal.
- Y, en el caso de la crisis energética, ¿Cómo se define eso?
- A la hora de decidir sobre quién se actúa, hay que tener en cuenta que la gente tiene un grado de vulnerabilidad diferente al shock energético. Eso implica tener información sobre el nivel de riqueza pero, también, apoyar eso con otra información específica sobre las vulnerabilidades y al consumo energético de cada grupo.
- Supongo que los jubilados no consumen mucha energía.
- Depende de lo bien o mal que estén aisladas sus viviendas. Si uno vive en Finlandia, el principal determinante de su factura energética es la calefacción. A veces, los jubilados viven en casas antiguas que no están bien aisladas.
- Parece muy improbable que los jubilados españoles tengan la misma factura energética debido a la calefacción que los finlandeses.
- Sí, ése no es el caso de España.
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