La cesta de la compra de Yolanda Díaz, que es como la cesta de Caperucita, no es posible llevarla así, cantándola y columpiándola mientras se olvidan las leyes, la economía y la prudencia igual que se olvida una moña en el prado. Más o menos esto han venido a decirle Luis Planas, Nadia Calviño y Margarita Robles, que parecen guardabosques del Gobierno ante el botellón populista de la vicepresidenta. Pero es que Yolanda ya no ejerce de ministra, ya no es Gobierno sino una especie de amazona a pelo que, más que para impartir justicia lírica, galopa como aquella chica del caballo de Terry para publicitarse a sí misma a contraluz. Robles le dice que esos asuntos no son de su competencia, Calviño le recuerda que perjudicaría a las empresas y a la economía, Planas le aclara que sería ilegal, pero el que no dice nada es Pedro Sánchez. ¿Será insolvencia o mala fe?
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