Por aquel entonces no llegaban a los 2.000 habitantes. Hoy solo los censados superan los 25.000. Mucho ha cambiado en Villanueva de la Cañada. Casi todo, salvo su alcalde. Luis Partida venció en 1979, en las primeras elecciones locales de la democracia, y ahí sigue incombustible al tiempo y sus achaques, 11 legislaturas después. 44 años de mayorías absolutas que este próximo domingo buscan sumar una prórroga de 48 meses por la gracia sagrada de las urnas.
“¿Y por qué no seguir? Quiero continuar haciendo cosas. Tengo ilusión y no tengo grandes dificultades”, replica Partida en conversación con El Independiente. El reloj avanza hacia el mediodía cuando el candidato aparece por la plaza de España, camino de la Casa Consistorial, ubicada frente a la parroquia de Santiago Apóstol. Viene, reconoce, del “fisio”. “Es que tengo la misma lesión de Rafael Nadal aunque él es el mejor deportista de la Historia”, alega. Partida, aunque no presuma de logros, también guarda un hito cuasi deportivo: ser el alcalde más veterano de una ciudad española de más de 20.000 habitantes.
De Suárez a Feijóo
Un resistente que inauguró su vida política en las filas de la extinta Unión de Centro Democrático de Adolfo Suárez y hoy se presenta a la reelección bajo las siglas del Partido Popular, con escala en la década de 1980 en Coalición Popular. Entre 1979 y 2023, admite, transcurre un abismo que él conecta como si fuera un soplo de aire. Apenas un instante. “En 1979 estaba por hacer. Veníamos de una dictadura y todos los municipios tenían los mismos problemas. Nadie tenía experiencia, más allá de la ideología y el partido”, evoca Partida en los aledaños del ayuntamiento, en un callejero que resucitó tras quedar arrasado durante la Guerra Civil en la sangrienta batalla de Brunete.
No hay nada más bonito que ser alcalde de tu pueblo
Su receta, apostilla, no tiene nada de especial: “dedicación, esfuerzo, sacrificio, trabajo, escuchar a la gente y hacer todo aquello que es bueno para tu municipio”. “Siempre le he dicho a mi partido: por encima de las siglas y la ideología, está mi municipio y mis ciudadanos y eso lo llevo a gala. Lo voy a seguir haciendo. No hay nada más bonito que ser alcalde de tu pueblo”, explica quien fuera también durante dos décadas diputado en la Asamblea de Madrid.
“Pues bien, diputado era un título más, pero a mí nunca me han parado por la calle por ser diputado. Por ser alcalde, en cien metros me paran diez. Y esa es la satisfacción de la administración cercana. Aquí te llaman para cualquier tema y no les puede decir: no es mi competencia. Y aunque no lo sea hay que buscar soluciones”. A sus 75 años, Partida rige los designios de una localidad que se halla a 30 kilómetros de Madrid y en cuyo término municipal se ubican la universidades Alfonso X el Sabio y Camilo José Cela, uno de los principales centros de la Agencia Espacial Europea y el mayor parque acuático de Europa.
1979: «No teníamos nada»
El candidato recuerda de los inicios la ausencia de casi todo. “Por no tener, no teníamos ni médico ni un campo en el que los chavales pudieran jugar al fútbol. Lo hacían en la era. Para mí, lo más crudo era que ni siquiera contábamos con colegios. Solo había dos aulas, una para chicos y otra para chicas”, relatan mientras rememora la batalla para abrir una escuela en “cinco meses” y seducir a los primeros maestros con una ayuda mensual de transporte de 3.000 pesetas.
“Y luego empezamos a ordenar nuestro municipio, que era el último del área metropolitana de Madrid”, indica quien se jacta de haber diseñado un callejero de casas bajas y una cotizada ubicación residencial a las puertas de la capital. “Había un plan general que a mí no me gustaba nada porque, si lo hubiéramos ejecutado, hoy este municipio sería muy parecido a los del sur de Madrid. Lo que hicimos fue limitar la altura y crecer más en horizontal además de reducir el número máximo de vivienda por hectárea. El urbanismo garantiza la calidad de vida”.
Hay que ser muy íntegro para no caer en la tentación de la corrupción
El urbanismo o la gran tentación
El urbanismo es precisamente una de las sombras que proyecta la historia de los municipios españoles. “Fue la gran tentación”, admite Partida. En los años del boom del ladrillo -cuando las grúas dominaban como una plaga el horizonte de medio país y escribían los renglones de Crematorio, la ficción más real de Rafael Chirbes-, el pelotazo de la corrupción se deslizó por los departamentos de urbanismo de los consistorios. “Aprovechaban las leyes para que se colara un partido independiente del que dependía la elección de alcalde. ¿Y qué pedían? La concejalía de urbanismo”.
“Yo nunca me tuve que enfrentar a una solicitud como esa porque tuve siempre mayorías absolutas”, admite Partida, consciente de que no fueron pocos los alcaldes -también de su propio partido- que acabaron arrastrados y sepultados por sus ambiciones y las de algunos constructores. “Hay que ser muy íntegro para no caer en la tentación o en esa oferta que te llega en un momento determinado porque para que haya un político corrupto tiene que haber corruptores”.
Su nombre apareció en 2007 en el ‘caso Porto’, que investigaba su participación junto al ex director general de Urbanismo de la Comunidad de Madrid en una presunta trama de corrupción urbanística. “Fue un problema serio aunque no había nada y terminó archivado. Me costó una enfermedad y lo pasé muy mal por mi familia. La única vez que vi llorar a mi padre fue entonces. Recuerdo que me dijo: ‘¿Qué has hecho, hijo?’”.
Reformar la ley electoral
Superó entonces la sombre de la sospecha y ahora se encamina hacia el medio siglo con el bastón de mando de la ciudad. Niega sentirse el “último mohicano” y también rechaza que su enésima candidatura sera una señal de que no existe banqullo. “Tenemos a gente muy preparada que puede seguir todo esto”, replica. “La última palabra la tiene el ciudadano”, agrega categórico.
Una variable, la de los votantes que tiene cita con las urnas este domingo, que reivindica para exigir cambios en la legislación electoral. “La ley electoral está anticuada. Valió para la transición pero hay que modificarla. Primero, para que las listas puedan ser abiertas y que exista una segunda vuelta. Hay que evitar el desgobierno y que estén los mejores, los que los ciudadanos quieran y no los que deseen los partidos”, arguye. “¿Por qué me tienen que votar a mí como alcalde por ir el primero de una lista? Hay que dar la opción de que la gente tache a quién considere”.
Los políticos tenemos esa capacidad de enredar un poco las cosas y tendríamos que poner cierta voluntad en no hacerlo
En tiempos azotados por la polarización, Partida echa de menos “cuando todos los políticos nos poníamos de acuerdo buscando el bien común, por nuestros pueblos y ciudades”. “Nuestro gran problema hoy es el populismo, la búsqueda del titular de prensa, el ‘quítate tú para ponerme yo’, el ocupar las instituciones para destruirlas después de que nos costara tanto construirlas”, comenta. “No necesitamos salvadores sino servidores”, recalca.
«Los políticos tenemos esa capacidad de enredar un poco las cosas y tendríamos que poner cierta voluntad en no hacerlo y en llegar a acuerdos en al menos cuatro o cinco grandes cosas», esboza. Partida parece tranquilo, incluso aceptando algún que otro desliz. “He cometido algún que otro error y mis vecinos me han ayudado a rectificar. ‘Por ahí no, alcalde’, me han dicho en alguna opción. El único que acierta siempre es el que no hace cosas. Yo voy a seguir en la brecha. Al menos cuatro años más, si Dios quiere. Quiero poner el broche a toda una gran obra”.