A Picasso le gustaba París. Su primer viaje a la capital francesa fue con 19 años sin saber una palabra del idioma, para visitar la Exposición Universal donde se exhibía un cuadro suyo. Más tarde, se instaló allí acogido por el círculo de catalanes de Montmartre y por Julio González (Barcelona, 1876 – Arcueil, 1942), a quien había conocido a finales del siglo XIX en el entorno del café-cabaré El Quatre Gats de Barcelona. Juntos dieron paso a la invención de la escultura abstracta en hierro como un largo proceso que se inició con la práctica cubista y que tendía a las transparencias, donde la masa y volumen eran sustituidas por composiciones de planos abiertos, nuevos materiales, y técnicas que dejaban la irrupción del vacío como elemento definitorio; y trabajaron en Mujer en el jardín, una de las esculturas más importantes del arte del siglo XX u otras obras como el monumento funerario para el poeta Guillaume Apollinaire tras su fallecimiento en 1918.
Por las mismas calles pero en 1930, Ilse Bing (Alemania, 1899 – Nueva York, 1998) estaba a punto de convertirse en una de las principales representantes de la fotografía francesa moderna. La alemana, entusiasta de lo dinámico y el movimiento o realidad cambiante, fotografió el Moulin Rouge y sus alrededores, al tiempo que la expresividad de los cuerpos de los que por allí paseaban o el depauperado barrio del Marais, hervidero de tendencias artísticas e intelectuales donde brotaban algunos de los movimientos clave para el desarrollo de las vanguardias.
De épocas distintas pero legados memorables, los tres comparten ahora espacio en Fundación Mapfre, que inaugura este viernes las exposiciones Julio González, Pablo Picasso y la desmaterialización de la escultura y Ilse Bing. La primera, organizada con la colaboración del Musée national Picasso-Paris, la Comisión Nacional Española para la Conmemoración del 50 aniversario de la muerte del artista malagueño y la González Administration, realiza una revisión de la colaboración entre el escultor valenciano y Picasso durante el período 1928-1932. «El trabajo conjunto de ambos artistas se estudia como parte del contexto que da lugar a un nuevo tipo de escultura que incorpora nuevos materiales y técnicas como el hierro y la soldadura y se constituye a través de planos, líneas y vacíos», señalan desde la entidad en la presentación a los medios de la muestra.
Así, Julio González, Pablo Picasso y la desmaterialización de la escultura indaga en las trayectorias de ambos artistas, culturalmente próximas, a través de más de ciento setenta obras entre pinturas, esculturas y dibujos, y plantea cómo la colaboración profesional de los dos no fue algo aislado y puntual, sino consecuencia de un proceso que «respondía a un impulso de transparencia y desmaterialización que agitaba, de diferentes maneras, la creación artística de finales de los años veinte y comienzo de los treinta».
Articulada en ocho secciones, la exposición comienza con la obra Cabeza de Toro, realizada por Picasso apenas una semana después del fallecimiento de Julio González como homenaje a su amigo y a su obra, y continúa con obras como El beso de González, una composición casi abstracta de planos rectangulares superpuestos y óvalos geométricos lineales, Pequeña Montserrat Asustada, o las esculturas El arlequín, Gran Maternidad o Cabeza de mujer.
Esta muestra es el último gran proyecto de Tomàs Llorens, uno de los más lúcidos y emblemáticos historiadores del arte de nuestro país, fallecido el 10 de junio de 2021. Comisariada junto a su hijo Boye, culmina una línea de investigación a la que el historiador dedicó una parte central de su trabajo durante buena parte de su trayectoria.
Ilse Bing, del Fráncfòrt de los años treinta al Nueva York de la posguerra
Por su parte, la exposición que gira en torno a la figura de Ilse Bing está compuesta por 190 fotografías además de material documental, que conforman un recorrido completo por la producción de la autora alemana entre 1929 y finales de la década de los años cincuenta. «La posición en la que se sitúa Bing escapa a cualquier norma estricta u ortodoxia visual. En ese sentido se puede afirmar que estamos ante una mirada y una concepción de la fotografía harto singulares en las que modernidad e innovación formal van de la mano de un talante humorista en el que anida una conciencia social», señala Juan Vicente Aliaga, comisario de la exposición.
«La obra de Bing no puede ser adscrita a ninguno de los movimientos o tendencias de los que la artista se nutrió. Abarcó casi todos los géneros, desde la fotografía de arquitectura, el retrato, el autorretrato, los objetos cotidianos hasta el paisaje. La diversidad de estilos con la que lo hizo refleja su valiosa y personal interpretación de las diferentes propuestas culturales con las que se relacionó: la Bauhaus y la Nueva Objetividad de inspiración alemana, el surrealismo parisino y el dinamismo incesante de la metrópoli neoyorquina».
La muestra está estructurada en torno a diez secciones: ‘Descubriendo el mundo a través de una cámara: los inicios’, ‘La vida de las naturalezas muertas’, ‘El cuerpo danzado y sus circunstancias’, ‘Luces y sombras de la arquitectura moderna’, ‘El bullir de la calle: los años franceses’, ‘La seducción de la moda’, ‘Estados Unidos en dos etapas’, ‘Revelaciones de la autoimagen’, ‘Retrato del tiempo’ y ‘Naturaleza en vivo’, que hacen un recorrido cronológico y temático desde el Fráncfort anterior a los años treinta, el París de esa década y el Nueva York de la posguerra, donde Bing experimentó su condición de exiliada, hasta su condición como una de las mujeres que perteneció a una generación de fotógrafas que, por primera vez, conseguía cierta visibilidad en el mundo de las artes y la cultura, como Germaine Krull, Florence Henri o Madame d’Ora.
La exposición Ilse Bing cuenta con préstamos procedentes de distintas colecciones e instituciones: Colección de Michael Mattis y Judith Hochberg, Nueva York; International Center of Photography, Nueva York; The Art Institute of Chicago; Galerie Berinson, Berlín; The Museum of Modern Art (MoMA), Nueva York; Victoria & Albert Museum, Londres; National Gallery of Art, Washington D. CThe Metropolitan Museum of Art, Nueva York; Musée Carnavalet, París, o el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, entre otras.