A Rubén Arranz (Valladolid, 1985) le recorre cierto desencanto al escribir. Vivió la crisis de 2008 en dos trincheras distintas y vio cómo un periodismo ya tocado enfermaba más de la cuenta. Es un periodista que ha trabajado en El Independiente, Punto Radio y la Agencia EFE y que ahora habla de los medios de comunicación, y el momento en que se encuentra este sector, desde VozPopuli; que nos dice en sus artículos que nos creemos, los periodistas, más importantes de lo que somos y ahora lo hace también en forma de novela.
Perro come perro (Círculo de Tiza) relata, con la vida de Arranz como telón de fondo, la crisis en la que se ve envuelta la profesión. Habla de un desafecto generacional que ya sienten varias generaciones y realiza una crítica feroz contra cierto tipo de medios y cierto tipo de información. Rompe con el romanticismo de la vocación y evoca a dos tipos de periodismo, a dos épocas distintas para desmontarlo por completo.
Pregunta.- La crisis económica de 2008 y la explosión de los medios de comunicación son los protagonistas de la novela, o más bien los detonantes de esta.
Respuesta.- Hay una crisis general que comenzó cuando los formatos empezaron a decaer porque surgió la tela de araña digital que nos ha ido absorbiendo a todos. Además, la crisis del 2008 se desencadenó a la vez que la del papel y la inversión publicitaria cayó un 40% en tres años, por lo que los medios tuvieron que adelgazar las redacciones mientras la dependencia a las fuentes de ingresos que quedaban vigentes, que eran los anunciantes, se hizo cada vez mayor.
Hacemos cosas que no entendemos y que nos han hecho vivir peor, de una forma más precaria y haciendo una información cada vez más pobre
RUBÉN ARRANZ
¿Qué provoca esto? La necesidad de mantener el anuncio y eso se hace a través de clicks. ¿Cómo se consiguen clicks? Pues con noticias de clickbait, es decir, los medios intentan figurar en los primeros puestos de los ránkings de lectores a cualquier precio porque es lo único que te asegura ingresos y eso ha generado una tormenta perfecta: que los medios para poder sobrevivir están haciendo mal su trabajo, publican una cantidad de información innecesaria y poco cuidada que ha hecho que el ciudadano esté cada vez más desinformado y que tampoco les da el retorno que buscaban aunque aumenten el número de visitas.
El otro día me contaban un ejemplo de una gran empresa que está haciendo un nuevo plan de comunicación y había decidido reducir mucho la inversión en medios porque se había dado cuenta, con datos, que los medios no le generan retorno. Esto es lo que ocurre en el sector, hacemos cosas que no entendemos y que nos han hecho vivir peor, de una forma más precaria y haciendo una información cada vez más pobre y que, al final, no vale para nada.
P.- ¿Hemos precarizado el periodismo o se ha precarizado?
R.- Con la llegada de internet nos hemos dado cuenta de que somos más imperfectos y más estúpidos de lo que parece, que realmente lo que se lee en masa no son grandes noticias sino noticias llamativas, que somos una sociedad menos «intelectual» de lo que pensábamos. Está claro que siempre va a haber una audiencia que demande las cinco modelos más guapas pero es verdad que se han destinado más recursos a cubrir esa faceta que a hacer buen periodismo.
Nos quejamos de que lo de las suscripciones no llega a funcionar. Claro que cuesta mucho captar suscriptores pero en cualquier actividad humana por lo que merece la pena, pagas. Quizás tengamos que hacer una reflexión los medios, ¿estamos dando información por la que merece la pena pagar?
¿Por qué tendría que pagar la gente por tu producto cuando no tienes nada novedoso o que no tenga el otro?
RUBÉN ARRANZ
Leí hace un tiempo a Enrique Meneses, le preguntaban por su trabajo en Sierra Maestra en Cuba y él decía que el único secreto era acercarse, que el que no iba a donde ocurrían la cosas no conseguía nada. Lo que no concebía era ser el fotógrafo, por ejemplo, de Moncloa, siempre lo mismo, sin buscar nada porque tampoco hay nada que encontrar… El trabajo de Meneses tiene un valor, ¿y el de declaraciones o el de las fotografías oficiales de Moncloa? ¿Por qué tendría que pagar la gente por tu producto cuando no tienes nada novedoso o que no tenga el otro? Lo mismo es que los medios hemos dejado de ser interesantes, lo mismo es que no ofrecemos nada por lo que merezca la pena pagar.
P.- Lo que ofrecemos, según cuentas en tu novela y analizas en el prólogo, es demasiado. Aseguras que sobreinformamos de ciertos acontecimientos generando miedo en los lectores.
R.- Eso ha pasado siempre, si ponemos un círculo sobre esta mesa y dibujamos un punto en medio, el círculo son todos los problemas de los que informan los medios de comunicación y el punto son los tuyos pero es que ese punto lo tenían tus bisabuelos… Básicamente está formado por la enfermedad, el crecimiento de tus hijos… Todo lo que forma parte de la condición humana y nos ha afectado por los siglos de los siglos.
Pues los medios estamos empeñados en presionar ese punto negro constantemente, alarmando por todo y la vida diaria es diferente, no tiene nada que ver con todas esas amenazas constantes de las que informamos. En la facultad siempre nos contaban que la gente solo acude a los barrios cuando hay un asesinato o una anécdota, pero la vida diaria no la cuenta.
P.- ¿Pero la vida diaria es noticia?
R.- El horario en el que abren las piscinas en julio es noticia porque es lo que quiero saber la gente. Nos lleva buscar el titular llamativo o escribir para nuestros compañeros, eso lo hacemos, escribir para el resto de periodistas y no para el ciudadano así que cómo nos va a pagar por eso.
P.- Pero eso es un concepto muy romántico, también lo del periodismo sin clickbait ¿no son las noticias de las 5 cremas de Mercadona las que nos permiten poder tener dinero para los periodistas de investigación? ¿Podría sobrevivir económicamente un medio digital publicando sólo periodismo puro?
R.- Pues es un debate muy interesante. Cuando Eva Serrano (editora de Círculo de Tiza) me pidió el libro me dijo que le gustaría que ese concepto romántico de las redacción apareciera y empecé a pensar que somos eso, que somos imperfectos y toleramos comportamientos nuestros que no son recomendables, que nos corrompemos. Que salimos de la carrera pensando que vamos a por todas, que no vamos a fallar, que sabemos por qué y para qué hemos estudiado y al final nos corrompemos…
No le puedes pedir a alguien que desempeñe una función social tan importante a cambio de nada, de salir a las 11 de la noche, de no ver a sus hijos, de cobrar una mierda
Pero luego pensé en el tipo que no era un gran capo en un banco o caja de ahorros y tenía que vender preferentes, si sabía un poco de economía sabía que eso era un pufo enorme pero lo hacía igual porque era o él o ellos. O el aparejador que ve algo en el control de riesgos que no funciona y aun así le da el pase para no tener problemas.
Pues nosotros tenemos hipotecas, la residencia de nuestros padres… no somos distintos en nuestra vida a los demás lo que pasa es que hacemos algo que se supone tiene una función social, somos ese cuarto poder, pero cuando no hacemos bien nuestros trabajo, cuando nos autocensuramos, cuando no llegamos no es por maldad es o porque no podemos o por necesidad. No le puedes pedir a alguien que desempeñe una función social tan importante a cambio de nada, de salir a las 11 de la noche, de no ver a sus hijos, de cobrar una mierda.
P.- Todos saben que el periodismo ni hace rico ni deja tiempo para mucho más, ¿por qué siguen llenando las facultades?
R.- Mi padre siempre me lo dijo, que si estudiaba esto iba a morirme de hambre. Pero es una profesión omnipresente, nos criamos entre noticias, comemos viendo el telediario… No sé realmente el efecto psicólogo que tendrá eso pero supongo que esto inspira en una parte pequeña de la población. Luego llegas la facultad y todo es muy diferente, te das cuenta que hay que lucharlo más, que hay más presiones de las que te has imaginado y que las condiciones son terribles y que han empeorado desde que se ha creado esa especie de tubo llamado whatsapp que te une constantemente con la empresa.
Que al PCE lo legalizaron un Viernes Santo y que algo así te puede pasar en la boda de tu hermano y te irás. Qué hubo un director de periódico que se fue antes del funeral de su madre porque había quedado con una fuente… Somos muy cortoplacistas y miopes, perdemos de vista lo que es una profesión y dedicamos nuestra vida a estar y estar.
P.- En el libro dices que escribimos para nosotros y para Twitter. También contrapones el periodismo de antes y el ahora en dos de los personajes y sale ganando, aunque por poco, el de antes.
R.- El director del NYT dijo que Twitter ya no era sólo fuente de información para los periodistas, que se había generado un problema y es que nos enfrentamos a la autocensura que es el principal enemigo del periodista. ¿Nos autocensuramos para no llevarnos la bronca de las redes sociales? Yo lo tengo clarísimo: por supuesto.
Hace 40 años existía la bodeguilla de Moncloa, ahí iban los periodistas a recibir información interesada pero sobre todo a estar, a dar constancia de que estaban, que muchas veces es lo que se valora. Como estoy es que soy importante, espanto mis miedos y aumento mi ego y aquí estoy, soy periodista. Pues ahora eso es Twitter. Siempre he pensado que esto era un error, antes y ahora.
Pero el libro está escrito en un tono hiperbólico, es decir, no creo ni siquiera que el periodismo antiguo sea tan bueno como nos dicen, que influye la nostalgia y ciertos sentimientos… y no creo que lo nuevo sea tan malo pero en ambos casos hay un problema de enfoque.
P.- Eres muy crítico con el periodismo en televisión, con los tertulianos.
R.- Estoy muy en contra de ese modelo en el que al tertuliano se le exige titulares, hay dos lados en la mesa y se está identificando desde el primer momento y se dejan identificar.
Nos debería dar vergüenza que la gente supiese lo que vamos a decir antes de decirlo. Las teles, las radios y los medios en general juegan con el sesgo de confirmación pero lo han hecho tan exagerado que resulta absurdo. No hay tertulianos que te sorprendan y pasa también con los articulistas, sólo con leer la firma ya sabes por donde va a enfocar el tema.
Es un circo, es un espectáculo y es tremendamente rentable»
¿Realmente el que ve la tele o escucha la radio sale pensando: «Quiero leer más sobre este tema»? Así es como debería ser pero las tertulias se estructuran a través del prejuicio, a través del personaje que sabes que te va a dar una respuesta concreta a determinados temas y que es un tema que confronta. Todas son así. Es como el ejercicio que nos hacían en la clase de Cine de la facultad, tu sabes lo que siente un buen actor por como gesticula aunque tengas el volumen de la tele apagado; pues igual con el tertuliano. Es un circo, es un espectáculo y es tremendamente rentable.
Te voy a poner dos ejemplos que están fuera de los medios, así perro no come a perro por un segundo. En la pandemia, donde afloró lo peor de nosotros, salió un camionero de izquierdas que se grababa hablando de distintos temas. Eran argumentos tan lamentables… Las verdades del barquero contadas de forma despreciable y lo hacía en un canal donde despotricaba contra la derecha. Luego apareció una chica rusa que criticaba todo lo que hacía el Gobierno, que ahora se cita como una de las que está pagada por el Kremlin. Los dos hablan muy bien y mucho mejor que muchos periodistas pero mentían y resulta que tienen muchos más seguidores que muchos medios, que han resultado mucho más creíbles que muchos medios.
Pero es lo de siempre, es una condición humana, pero con el periodismo digital nos hemos dado cuenta de que esta sociedad moderna no es tan ilustrada como pensábamos, ahora podemos ver que se lee y que no y bueno, no nos interesa lo que pensábamos.
P.- Uno de los personajes de tu libro asegura que «el poder siempre gana». Entonces, ¿qué hacemos los periodistas?
R.- Hay veces que nosotros golpeamos al poder pero creo que cuando lo golpeamos es porque otra facción del poder nos está utilizando. Hay gente que siempre gana, se vio en la crisis de 2008 cuando grandes empresarios se vieron reforzados por el mero hecho de invertir en partidas de publicidad en medios heridos. Se junta con que nosotros tendríamos que ser simplemente los cronistas, los que buceamos en el registro mercantil, en el BOE, los que tocamos las narices a los políticos… Nos hemos creído importantes y no lo somos o no deberíamos serlo.
P.- ¿Estamos más denostados socialmente que los políticos?
R.- Diría que la política más pero creo que ya no… Hay una cosa evidente, todo lo que hacemos queda registrado y todo lo que queda registrado se pone negro sobre blanco y se puede consultar en el futuro. No sé si has visto un video en el que Máximo Pradera crítica a Pablo Motos y luego a él le sacaban momentos mucho peores.
No sé, un camarero que en 2008 le dijese a una clienta un piropo no tiene que pasar por esto pero nosotros decimos algo en un contexto y en un momento determinado y vuelve en el futuro cuando la sociedad no es la misma y te deja fatal.
P.- ¿Es necesaria la carrera de Periodismo?
R.- No creo que si estudias periodismo vayas a ser un mejor periodista y lo único que me parece fundamental en la deontología. Pero claro, por ejemplo a a mi me dio esa asignatura una experta en ecofeminismo y no di deontología. Estudiar siempre aporta pero no es mejor periodista quien ha pasado por la facultad y puede que el mejor periodista de los próximos años no haya estudiado periodismo. Los periodistas de referencia de los próximos años serán lo que ahora llamamos creadores de contenido.