Ana María Gómez González, conocida artísticamente como Maruja Mallo, nació en Viveiro (Lugo) en 1902. Fue una pintora genial, pero la historia la silenció por prejuicios sociales y le negó el reconocimiento que merecía.
Debido al trabajo de su padre, la infancia de Maruja Mallo fue itinerante. Era inspector de aduanas y en cada traslado se llevaba a toda su gran familia. Maruja Mallo tenía 13 hermanos más.
En 1922 la familia se traslada al completo a Madrid y allí se abriría un mundo de oportunidades para la pintora, aunque en aquella época el género femenino seguía considerándose en un plano inferior al de los hombres.
En 1900 sólo estudiaban en la Universidad en Madrid 2 mujeres, en 1910, había 21 universitarias en todo el país y en 1920 la cifra seguía siendo ridícula, sólo 345.
En 1903 se publica el libro “La inferioridad mental de la mujer” del neurólogo Paul Julius Moebius y en España fue apoyado por figuras como Gregorio Marañón.)
Este es el ambiente social en el que vivió Maruja Mallo. Pero a ella esto no la amilanó. Entró en la Academia de San Fernando de Bellas Artes y se desenvolvió sin pudor y sin complejos entre sus compañeros. Inmediatamente se hizo amiga de Lorca, Buñuel y Dalí. Y conoció a Rafael Alberti. Con ellos vivió juergas nocturnas, el descubrimiento del psicoanálisis, la literatura…

Mantuvo una relación de 5 años con Rafael Alberti (1925-1930), que le inspiró muchos de sus cuadros y ella le inspiró a él muchos de sus poemas. Alberti en sus Sermones y moradas realiza transcripciones poéticas de los cuadros de Mallo, e, incluso, algunos de los poemas de Sobre los ángeles están directamente inspirados en las obras de Maruja.
La gallega en esos momentos había entrado en relación con los artistas de la denominada Escuela de Vallecas (Luis Castellanos, Alberto Sánchez y Benjamín Palencia) y había comenzado a realizar su serie Cloacas y campanarios. Dicha serie representa, dentro de la trayectoria artística de Mallo, la más cercana a los planteamientos del Surrealismo, tanto que fue profusamente admirada en París por Paul Elouard e, incluso, el propio padre del movimiento, André Breton, adquirió uno de los lienzos (El espantapájaros, 1929).
Alberti y Mallo trabajaron mucho juntos, el libro Yo era un tonto, y lo que he visto me ha hecho dos tontos, dedicado a los cómicos del cine mudo, lo ilustró ella.
Del mismo modo, cuando se produce el debut de las colaboraciones de Rafael Alberti en el periódico ABC, publicando el 9 de noviembre de 1930 los poemas Chuflillas de “El niño de la Palma”, Joselito en su gloria y Seguidillas a una extranjera, Maruja Mallo es la encargada de ilustrarlos. Y para esta ocasión, realiza un dibujo, que recuerda claramente a Lorca, representando a un torero lidiando un toro, acompañado y contemplado por unos ángeles, desde el mismo albero y desde la barrera.

Ésta última publicación supone el postrer documento de la relación artística y afectiva que vinculó a Alberti y Mallo, ya que en enero de 1931 el poeta se fuga a Mallorca con la escritora María Teresa León, abandonando a Maruja Mallo y negándola desde entonces hasta la muerte de ´María Teresa León. Sólo entonces, 50 años después, escribe Alberti un artículo en El País reconociendo su relación con Maruja Mallo y todo lo que le debía como pintora y como mujer.
En 1927, Maruja Mallo se había trasladado temporalmente aTenerife y es allí donde inicia su faceta creativa más importante. Allí pinta “La mujer y la cabra”, que representa a una joven que camina enérgica junto a una cabra atada a su mano. La mitad derecha del cuadro tiene un fondo con un paisaje típicamente insular y la parte izquierda la ocupa la pared de una casa y una ventana desde la que saluda una muchacha.
Lo primero que llama la atención es que la joven no se parece en nada a las mujeres de los pintores impresionistas. Maruja Mallo está transformando la figura femenina de la época y presenta a una mujer dinámica, libre de restricciones sociales. Está buscando un nuevo lenguaje pictórico que proyecte una nueva mujer. Se trata de un arte de vanguardia al servicio de una idea moral que dotará a la mujer de nuevos significados y valores.
Ya de vuelta en Madrid, en 1928, celebra con éxito su primera exposición individual en los salones de la Revista de Occidente, la propuso Ortega y Gasset, y triunfará con sus cuadros de Verbenas (1927-1928).
Curiosamente, el año de su triunfo y consagración artística será el año de su crisis personal tras su ruptura con Rafael Alberti. Maruja Mallo vivió momentos difíciles. Buñuel comenzó a despreciarla por no aceptar su actitud transgresora .
Esta crisis personal la hizo sufrir un accidente de tráfico en el que casi muere. Sus cuadros se vuelven oscuros, sombríos y confluyen con la Escuela de Vallecas.
Comienza a pintar materias en descomposición, osamentas, despojos y elementos de la naturaleza que aluden al paisaje castellano “Basura” 1930 y “Tierra de excrementos” 1932.
Abandonada por Alberti y sola decide aceptar la beca que habían pedido para ir juntos a París y en 1932 viajará a la capital francesa.
Allí conocerá a Magritte, André Breton, Paul Elouard y hará una exposición que tendrá un gran éxito. También entra en contacto con toda la Escuela de París: Manuel Angeles ortiz, Alberto, Palencia….
A finales del 32 vuelve a España e inicia una etapa en el que sus ideas revolucionarias y su compromiso con la República pasan a primer plano. Ahora Marulla Mallo deja la ley de la destrucción por la evolución de la construcción y quiere hacerlo desde la geometría y las matemáticas, que ya no abandonará. Quiere construir un mundo nuevo y vuelve a la naturaleza, donde antes solo veía despojos y ahora ve futuro.
En febrero del 35, entabla una relación con Miguel Hernández, que, como sucedería con Alberti, da grandes frutos artísticos. En el caso del poeta, la pintora inspira los principales versos de la obra “El rayo que no cesa’, en el que muestra la satisfacción, primero, y el pesar después por una relación a la que acabó poniendo punto final Mallo, lo que no impidió que ambos mantuvieran contacto y siguieran colaborando.
Con Hernández, Mallo recorrería los campos de Castilla (ella decía que fueron los primeros en hacer autostop) en busca de inspiración, que se reflejaría en cuadros como Construcciones rurales.
Esa mirada al campo y social y revolucionaria daría lugar a una de sus obras más famosas, “Sorpresa del trigo”, en 1936.

En el 36, Mallo se marcha a Galicia con su nueva pareja, el sindicalista trosquista Alberto Fernández Mezquita, que fue su gran amor tras Alberti, para participar en las Misiones Pedagógicas.
En Galicia les sorprende la guerra civil. Él huye a Portugal y es deportado y encarcelado. Ya no volverían a verse. Ella permanece varios meses oculta con unos familiares y consigue una invitación para dar una conferencia en Buenos Aires. Consigue salir a Portugal y desde allí viaja a Argentina para iniciar casi tres décadas de exilio.
Vivirá 25 años en Buenos Aires y allí pintará algunos de sus cuadros más significativos: “Máscaras 1942”.
En 1945 inaugura, con un gran acto social, tres murales en el hall del cine Los Ángeles de Buenos Aires. La obra simboliza las relaciones entre distintas etnias, la fertilidad y la unión con la naturaleza.
Sus viajes por la costa del Pacifico le inspiran sus Naturalezas vivas, plagadas de colores, sensualidad, caracolas. Al mismo tiempo, dibuja retratos, como Cabeza de negra, premiado en Nueva York, donde expondría también con gran éxito en 1948.
En 1961 regresa a España. La única pintora que expuso en la Revista de Occidente, la aclamada por los surrealistas franceses en París, la que fue acogida en Suramérica como una gran artista, la que triunfó en Nueva York volvía a la España franquista como una don nadie. Tuvo que llegar la democracia para que fuese reconocida, aunque sigue siendo una gran desconocida para el gran público
La primera Hija adoptiva de Madrid
Actualmente tienen el reconocimiento de Hijo adoptivo de la ciudad de Madrid 26 personas, todas ellas varones, ninguna mujer, ha resaltado la concejala de Más Madrid.
Se trata, con aprobaciones como la de hoy, de «poner en valor, cada vez más, a las mujeres, que estuvieron presentes en los mismos espacios creativos, culturales y sociales de la época que los integrantes masculinos y que no cuentan con el mismo reconocimiento».
Este reconocimiento a Maruja Mallo se ha querido hacer extensivo al conjunto de todas las artistas que conformaron Las Sinsombrero. El homenaje a la pintora surrealista se une a otros que el Pleno ha aprobado a lo largo de este 2022, como el de Hija Predilecta de Madrid para la política y abogada Clara Campoamor, el mismo reconocimiento para el tenista Manolo Santana y el que recibió, después de tiranteces entre los grupos políticos, la escritora Almudena Grandes.