Hay un tren en Atocha que llaman de la cultura. En su interior, 11 superventas literarios (la duodécima, Elvira Lindo, se excusa de subir aludiendo compromisos de promoción) ponen rumbo hacia Zaragoza con el fin de hermanar dos ferias del libro, aprovechando la cercanía geográfica y temporal. Un peregrinaje en el que once de los autores más leídos de un gigante editorial como Planeta forman la primera expedición que estrena una iniciativa de la que se espera haya una reedición anual.
No existe una afinidad literaria que haga de pegamento entre todos estos invitados, un popurrí de autores de novela romántica, thriller, realista, histórica o infantil. Tampoco son todos de Madrid, de hecho son minoría. Lo que une a todas estas firmas es la consolidación de un éxito comercial capaz de mostrar el poderío de un grupo como Planeta. Pues teniendo en cuenta los datos proporcionados por la propia editorial, entre todos ellos suman más de 20 millones de ejemplares vendidos. Mientras el otro gran grupo en español, Penguin Random House, llena Madrid de bancos literarios, Planeta apadrina el enlace entre dos ferias, en lo que parece una guerra editorial por acaparar mayor visibilidad institucional.
Desde primera hora de la mañana, los autores aguardan en la estación algo entumecidos, ya sea por sueño, frío o la expectación generada por la prensa que los rodea. Posan junto al alargado morro de un Ave decorado para la ocasión con las portadas de sus libros y la frase: ¡Ven a la Feria del Libro de Madrid, reza! #TrenDeLaCultura. «Renfe quería unir lazos con la cultura, igual que lleva tiempo haciéndolo con el deporte, y al final esta iniciativa ha sido la excusa perfecta», explican desde Planeta.
La hora y cuarto que dura el trayecto es un vaivén de paseos, corrillos y cámaras de televisión buscando con sus focos jugosas declaraciones y la naturalidad fingida de sus entrevistados al posar con sus propios libros. Entretanto, los plumillas se permiten diluirse entre los protagonistas, perderse en sus conversaciones y buscar un enfoque para sus crónicas. Algunas de estas conversaciones son algo torpes y se salvan con tópicos y revestimientos de amable cortesía, como una fiesta en la que los invitados aún no se conocen.
Manuel Vilas, sobrio, elegante y con su habitual semblante introspectivo, vacila con que pasa más tiempo en el Ave que en su propia casa. «Es un buen sitio para escribir, pensar y trabajar, aunque también tengo que decir que la web de Renfe no es muy bonita», dice medio en broma medio en serio.
De repente, los objetivos de las cámaras, hasta ahora dispersos entre tanto autor reconocido, apuntan como uno solo hacia el principio del vagón. El barullo se apacigua y entre los asistentes emerge la figura de la ministra de Política Territorial y portavoz, Isabel Rodríguez. Por un momento, la campaña electoral hace olvidar la razón del viaje. Después de una amistosa charla en la que Lorenzo Silva elogia la alta velocidad pero acusa el descuido de los trenes de cercanías entre Madrid y Toledo, la ministra vuelve por donde ha venido, dejando atrás ese pequeño lapsus en el que la política ha eclipsado una vez más a la cultura.
Ya en la estación de Delicias, el recio viento aragonés consume los cigarrillos que las más rápidas, Luz Gabás (Premio Planeta 2022) y Megan Maxwell, encienden a la salida. Apurando tres o cuatro caladas mal dadas suben las últimas al autobús rumbo al modernista Café Comercial (antiguo Centro Mercantil Industrial y Agrícola).
Entre los cuadros costumbristas y la ostentosa decoración decimonónica, da comienzo una rueda de prensa en la que participan el escritor aragonés Félix Teira y el director de la Feria del Libro de Zaragoza, César Muñío. Con la elocuencia de todo un Premio de las Letras Aragonesas, Teira celebra que el libro salga a la calle y se festeje. «Tenemos que seducir a los lectores que sientan el vértigo de la lectura». Como representante de la comitiva del Tren de la Cultura, Eva Orúe, directora de la feria de Madrid, aprovecha su intervención para recordar su origen zaragozano e insiste en la idea de que todas las ferias del libro son la misma y en fomentar esa colaboración para favorecer la lectura en toda España.
Tres horas después de llegar a la capital aragonesa, la expedición regresa al recién bautizado Tren de la Cultura de vuelta a Madrid. Poniendo fin así a un acto de diplomacia exprés en el que los embajadores de la Feria del Libro de Madrid, elegidos por Planeta, regresan a la ciudad en la que en una semana volverán a ser protagonistas indiscutibles de la cultura en nuestro país.